Hace poco, Carlos Ominami estuvo en Rabat, la capital de Marruecos, invitado por un think tank estadounidense, donde pudo escuchar de representantes de Túnez, Egipto y, por cierto, de Marruecos, lo difícil que lo han tenido para restablecer la democracia luego del proceso de revolución denominado Primavera Árabe, donde los principales dictadores de aquellos países del norte de África lograron derrocar los regímenes totalitarios que los gobernaban.
En el marco de la conmemoración del plebisicito del 5 de octubre, el ex ministro de Economía de Aylwin compara los procesos democráticos de ambos lugares.
A continuación su análisis de los tres países mencionados:
EGIPTO: "Es una revolución completamente fallida, que hasta hoy día es un claro proceso de involución, con un presidente condenado a muerte y con un gobierno militar".
MARRUECOS: "un caso interesante, en donde la monarquía se renovó, generó espacios democráticos y está funcionando mejor".
TÚNEZ: Aquí es más complejo. Los dos países que deberían ayudarlos, Marruecos y Argelia, tienen sus fronteras cerradas y entre ellos sostienen una relación muy beligerante. Todo esto en un marco de amenazas del estado islámico y el islamismo radical que está presente en todos los países".
Al volver a América Latina, Ominami dice que piensa "Qué suerte que estemos acá y no tenemos el problema de la descomposición de Irak, de la descomposición de Libia, el drama de Siria. En ese sentido, América Latina es una zona de paz y es muy importante que las transiciones a la democracia se puedan fortalecer y que no vaya a pasar lo que ocurrió en los países árabes que es una tragedia", cierra.