No es fácil encontrar un ejemplar de Mein Kampf. Eine kritische Edition, la nueva edición, comentada por un nutrido equipo de historiadores, del texto con que Adolf Hitler cimentó el ideario nacionalsocialista. Pese a la atención prestada por los medios alemanes y a la repercusión internacional generada por el hecho de que la obra magna del nazismo volviera a ver la luz en Alemania, el escaso número de ejemplares disponibles y el valor que el Instituto de Historia Contemporánea de Múnich puso al libro (59 euros, algo así como 45.000 pesos) hacen de la edición crítica de Mi lucha un esquivo objeto de culto.
En una entrevista con la agencia de noticias alemana DPA, el historiador Christian Hartmann, director de un grupo de siete especialistas que trabajó durante tres años refutando punto por punto al líder nazi, dijo que la idea era evitar que Mein Kampf versión 2016 se convirtiera en un best seller. Y tendrán éxito en la medida de que insistan con lanzar pocos ejemplares a la venta (4.000 de la primera edición, pese a que había 15.000 preórdenes en librerías). Pero con ello también harán que las escasas copias disponibles se conviertan en material de pujas en internet, donde ya se venden a precio de oro. En la filial alemana de Amazon, el libro cuesta 275 euros (más de 210.000 pesos), mientras que en eBay se remata hasta por 499 euros (más de 380.000 pesos). Entonces, un trabajo pensado para llegar a los interesados en la historia termina convirtiéndose en un lujo sólo al alcance de fanáticos adinerados.
El problema con Mi lucha es un asunto de larga raigambre en la cultura alemana. Las autoridades se esmeraron durante 70 años en prohibir su venta dentro del país, pese a que se encuentran fácilmente ediciones antiguas en librerías francesas, belgas o inglesas. O, mucho más fácil, un simple click y el libro ya está descargado en el computador. Pero a veces basta con no querer ver para no ver. El estado de Baviera, dueño de los derechos de la obra de Hitler, se negó sistemáticamente a solicitudes de historiadores y especialistas,que pedían liberar un libro que, con un estilo farragoso, infumable para las generaciones actuales, difícilmente podría causar daño. Para las autoridades bávaras, la prohibición de Mi lucha se convirtió en algo así como un asunto de estado.
Habiendo expirado los derechos de autor, de los que Baviera era dueña, la edición de Mi lucha tuvo el camino despejado. Pero tenía que ser una edición comentada. El temor y recato tan propio de los alemanes ante sus fantasmas hacía imposible la publicación del libro en su versión original. Lo que se obtuvo con todo ello es una edición que es buscada por los interesados más por su rareza que por su alcance literario. Es un libro de 1.966 páginas con más de 3.700 notas al pie, donde cada punto del panfleto de Hitler es meticulosamente diseccionado, un trabajo detectivesco que intenta poner en contexto un libro que, según el semanario Der Spiegel, "difícilmente algún alemán quiere leer".
El periódico Die Zeit, en tanto, publicó una larga recensión del libro, donde valora el inmenso esfuerzo de los historiadores por explicar las incoherencias del ideario nazi, y al mismo tiempo se pregunta: "y ahora, ¿quién va a leer esto?", destacando lo enredado que resulta sumergirse en una obra que es comentada con notas a pie de página a cada rato. Además, el Die Zeit insiste en algo que parece evidente desde hace años: Mi lucha juega un rol secundario, casi ornamental, en la ideología actual de la extrema derecha alemana. Sí, cuando se hacen redadas en casas de radicales suelen aparecer copias del libro. Pero este está ahí así como en la casa de un fanático de Colo Colo habrá siempre un banderín del equipo de 1991. Es un recuerdo que no juega ningún rol en la actualidad.
Son muchas las voces que insisten en que el temor a Mi lucha es infundado. Las autoridades han centrado su mirada en un libro del año 1924 cuando los problemas que presenta la derecha radical alemana tienen más que ver con el 2016. Prohibir Mi lucha es una forma ingenua de evadir la realidad. La derecha radical no necesita de un farragoso texto para cohesionar un discurso. Además, el libro de Hitler es malo. Hartmann, que trabajó años con la obra hitleriana para la edición crítica, lo dijo en una entrevista: "Uno puede pasar su vida leyendo una literatura mejor. Ya estoy harto de Hitler".