El Summa Akron City Hospital tiene su espacio en la historia del básquetbol. El 30 de diciembre de 1984, ahí nació LeBron James, el hombre que en el nuevo siglo apareció en Cleveland para apoderarse del básquetbol. El 14 de marzo de 1988, esa misma maternidad recibía a Stephen Curry, quien sin la bulla ni la parafernalia de su coterráneo, llegaría a reclamar como suya la corona de "The King".
"Baby Face", como le llaman, tiene sobresaltado al deporte. No hay semana en que no haya roto un récord o maravillado a todos con un jugada imposible. Sin ir más lejos, el último sábado de febrero, con un lanzamiento magistral ante Oklahoma City Thunder, igualó la marca de más tiros de tres puntos en un mismo encuentro de Kobe Bryant y Donyell Marshall (12), y superó la propia de más triples en una temporada (288).
En su notable disparo, para el que no existen límites ni lugares preferidos y es capaz de armar en apenas tres décimas, está la principal de las múltiples virtudes de este base de 27 años y apenas 1,91 metros, la que le ha permitido adueñarse de la NBA. No sólo porque en la temporada pasada convirtió a Golden State Warriors en una franquicia poderosa después de 40 años, sino que también porque esta campaña parece dispuesto a transformarla en legendaria.
El quinteto de Oakland se encamina a pasos agigantados a superar un registro que se creía imposible: las 72 victorias y 10 derrotas en temporada regular que los Chicago Bulls de Michael Jordan remataron en 1996. Se trata del pináculo del baloncesto, tanto por sus números como por sus ejecutores.
El conjunto dirigido por Steve Kerr, miembro del plantel de los "Toros" que logró el hito hace dos décadas, partió con el mejor inicio de todos los tiempos (24-0) y al cierre de esta edición llevaba un parcial de 53-5, con 24 duelos por disputar, lo que alimenta la posibilidad de romper el récord.
Por su capacidad individual y por la altura que van alcanzando los Warriors, Curry es el hombre del momento. Seguro del año, también. Y de la década, muy probablemente. ¿De la historia? Ahí se ha abierto un debate.
LeBron James dice: "¡Hay que parar a ese tipo! ¡Es increíble! Nunca antes vimos a alguien como él en la historia!". Magic Johnson agrega: "Puede convertirse en el más grande jugador si continúa así en los cuatro o cinco próximos años".
Y eso, llevado a palabras simples, significa ser más grande que Michael Jordan. Y decir eso, puede resultar sacrílego.
Aún.
Estadísticamente, Curry se ubica muy lejos de "Su Majestad", quien ganó seis anillos de campeón y lo supera prácticamente en casi todos los apartados, salvo en el promedio de asistencias y el porcentaje de lanzamiento, con el cual el base de Golden State está revolucionando el juego, una situación que igual tiene sus críticos.
Un ex entrenador suyo, Mark Jackson, llegó a decir: "Le está haciendo daño al básquetbol. Cuando voy a los institutos y veo entrenar a los chicos, ya sólo piensan en abrirse y tirar triples sin parar. No trabajan otras facetas. Si no eres Curry, tienes que saber hacer otras cosas. Él es mucho más que un tirador y por eso es MVP".
Esa faceta ha iniciado un cambio profundo en el baloncesto, tierra dominada por tipos altos, feroces en el sector del tablero y sus alrededores, donde solía definirse la victoria. Pero Curry ha construido su reino a 6,25 metros de ahí, lejos del gentío y la altura, consciente de que a distancia se obtienen más y mejores dividendos.
El New York Times no se anda con chicas y compara lo de Curry con lo que hicieron "Babe" Ruth por el béisbol, en la década del 20, y Wayne Gretzky con el hockey sobre hielo, en los 80, cuyos estilos redefinieron la forma de jugar sus deportes.
Quién hubiese imaginado la magnitud del legado que parece dispuesto a dejar un jugador elegido apenas en el séptimo lugar del Draft 2009 y que, después de un 11-12 lleno de lesiones, tuvo una renovación de contrato marcada por las dudas sobre su condición física. Desoírlas, queda claro, fue la decisión más acertada.