"Nadie sabe quiénes viven afuera en los bosques, nadie sabe qué hay debajo de la ropa", dice el médico de guerra ante un consejo militar en Atenas. Es el siglo V antes de Cristo y no sabemos exactamente por qué lo juzgan, pero sabemos que hay una ateniense muerta y conocemos el castigo: el hombre debe internarse en el bosque, en búsqueda de los sátiros que estarían causando el mal en la polis.
Ese es el fabulado comienzo de Donde viven los bárbaros, obra del dramaturgo Pablo Manzi (Amansadura), que la compañía Bonobo presenta estos días en el Teatro del Puente. Luego de esta suerte de prólogo, la obra hace un salto al presente y ahora vemos una reunión familiar de tres primos en Chile. El dueño de casa viene llegando de una larga estadía en África, a cargo de una ONG que promueve vías democráticas para zonas en conflicto. Su madre acaba de morir y las últimas palabras lo han dejado confundido: "Mira a tus hermanos", ha dicho la mujer. Pero él es hijo único.
Ese misterio es el que ahora le interesa desentrañar.
Las cosas se complican cuando sabemos que hay una niña muerta y los personajes empiezan a imaginar enemigos a su alrededor y afloran los miedos más básicos, pero también los temores anclados en prejuicios de clase, de género o de raza.
Una de las mayores gracias del montaje es la frescura y el humor desplegados sin obviedades. El código para hablar de la violencia no remite al relato discursivo ni al cliché superficial. Ellos vienen a contar desde un lugar más incierto, más revuelto.
La llegada de un ex policía y de una joven griega que ha venido a Chile buscando tierras bárbaras, porque leyó que "en las selvas hay asambleas que duran dos días", hará que la atmósfera se vuelva cada vez más absurda y ominosa. Como si el delirio fuera lo natural y las explicaciones racionales de los hechos, en cambio, constituyeran una rareza.
Nunca retrocedemos a la antigua Grecia, pero en el presente terminamos haciéndonos las mismas preguntas que han rondado desde la primera escena: ¿dónde están los bárbaros? ¿Quiénes son? ¿A quién le conviene, a fin de cuentas, que exista el enemigo? Lo perturbador es que, a pesar de todos los horrores imaginados en escena, nos reímos. Y nos parece bárbaro.
"Donde viven los bárbaros": hasta el 25 de octubre en el Teatro del Puente.