Seña 2013, el acreditado:

99 puntos de 100 posibles obtuvo Seña este año, de acuerdo a James Suckling, uno de los gurúes del vino en Estados Unidos. Pero más allá de una puntuación, Seña es un destino, aunque no sea necesario viajar a una singular zona de Aconcagua cercana a Ocoa para descubrirlo. La mezcla 2013 de cabernet sauvignon, carmenère, malbec, merlot y petit verdot permite remitirse a ese terruño gracias a esas profundas notas frutales rojas y florales mezcladas con una madera elegante en clave cedro, tabaco y algo de vainilla, que

seguramente con el tiempo se irán moderando en la medida que el todo sume más que sus partes unidas. Como pocos, tiene un futuro asegurado, y también, hay que decirlo, un presente.

$146.000. Disponible en tiendas especializadas.

Saga 2011, el bisoño ambicioso:

Tiene cuatro años guardado, pero para el mercado nacional, el tope de línea de viña Loma Larga es un ambicioso debutante, cortesía de gente especializada en tintos de clima frío y que eligió el cabernet franc para expresarse mirando al lujo. Esa cepa, como en este vino, entrega una marcada nota a violetas –que recuerda a las legendarias pastillas Pololeo-, grosellas, casis y tallo de tomate fresco como si se estuviera

dentro de una plantación, y una ligera nota avainillada. Posee frescura ácida en su boca, matizada con

taninos finos y consistentes para que no sea un jugo de fruta, sino un vino con peso y estilo. Uno que le da alas para ser un vino al que se puede esperar o bien convertirse en la sorpresa tinta de una fiesta de traje largo.

$49.900. Venta directa en viña Loma Larga. Tel. (32) 2742098

Las burbujas top de Azur:

Viene desde el Limarí, es tanto chardonnay como pinot noir y esa mezcla entre cepas y origen aporta un sello entre frutal y mineral que, una vez puesta en la botella y dejada fermentar dos veces, entrega sorpresas burbujeantes. En su primera cosecha, aparte de un tono amarillo

ligero y una espuma fina desde la vista hasta el final de la degustación, lo que da es una nota frutal persistente pero

sin exagerar, más notas entre salinas y pedregosas que van ganando complejidad, sin perder el norte fresco del vino. Su acidez lo hace chispeante y le augura una vida larga, notándose sus dos años de guarda. Un espumante chileno de esos aptos para celebrar cosas que importan.

$23.000. Disponible en tiendas especializadas.

Johnnie Walker bling-bling

A quienes les gusta celebrar con brillos y luces, Johnnie Walker Gold Label Reserve Bullion Edition los representa. No se puede dejar de mirar su botella dorada completa, como un símbolo de aquel gusto –inspirada en lingotes de oro–, aunque en su interior sí se puede

decir que posee material que le hace peso al envase. Se trata de un whisky de un suave tono frutal, amielado y de tueste fino, algo que se replica en la boca, que ante todo es suavidad, pero que además se le marca bastante la barrica. Una mezcla de 18 años para disfrutar… y llamar la atención.

$37.000. Disponible en tiendas especializadas.