Pocas camisetas tienen más mística que la 7 del Manchester United: la 10 de Brasil, que han ocupado Pelé, Zico, Rivaldo, Ronaldinho y Neymar; la 14 de Holanda, convertida en leyenda por Johan Cruyff y, por citar un ejemplo más local, la 11 de Marcelo Salas en la selección chilena, donde brilló. El 7 en Old Trafford es sinónimo de liderazgo, goles, presencia, carisma. El que la ocupa pasa a ser el principal actor del Teatro de los Sueños. El más aplaudido, pero también el más observado. El encargado de que el show salga adelante.
La tradición partió con George Best, el fabuloso irlandés al que llamaban el "quinto Beatle", que defendió a los rojos entre 1963 y 1974. Luego vinieron Bryan Robson, Éric Cantona, David Beckham y un tal Cristiano Ronaldo. Todos, en su estilo, marcaron una época en Mánchester. Quienes vinieron después del luso no tuvieron la misma suerte y, aunque defendieron la camiseta con dignidad, les faltó el desparpajo suficiente para trascender. Michael Owen, Ángel Di María y Memphis Depay pertenecen a este grupo.
Más que las cifras millonarias que lo convierten en el jugador mejor pagado de la Premier League y en el séptimo traspaso más caro de la historia, el dorsal que le entregaron a Sánchez es la mejor demostración de las expectativas que su llegada genera en su nuevo equipo y en los miles de fans que el United tiene repartidos por el mundo. Un club que hace tiempo entendió que su dimensión escapa a la realidad inglesa y que apuesta por una afición global.
Más que las cifras millonarias, el dorsal que le entregaron a Sánchez es la mejor demostración de las expectativas que genera su llegada en Mánchester.
Un pequeño desvío: el sábado pasado fui al partido jugado en el Emirates Stadium entre el Arsenal y el Crystal Palace. A pesar de la lluviosa tarde, que incluyó nieve en varios momentos, el estadio estaba repleto. Tres goles en los primeros 25 minutos demostraron que, tanto a ellos como a Alexis, la salida les hizo bien. Un matrimonio que ya no daba para más y que se demoró en darse cuenta de que el idilio había acabado. Porque el último semestre de ambas partes fue deplorable; por la desidia con la que el tocopillano enfrentaba los partidos, llegando a no entregarle el balón a determinados compañeros, como Aaron Ramsey, y también por la mala gestión del club y, en particular, de Arsène Wenger, quienes dejaron escapar la opción de realizar un traspaso más grande a mitad de año, precisamente al gran rival del United: el City de Guardiola. Ese día los hinchas ganaron y celebraron. Pero no olvidarán fácilmente a Alexis Sánchez. De hecho, en el entretiempo comenzó a circular un meme con una de las clásicas fotos del chileno con sus perros, Atom y Humber, pero que en vez de tener la cara del campeón de América tenía photoshopeada la del defensa español Nacho Monreal, un eficiente pero rústico jugador que ese día marcó dos goles. Por lo menos se lo toman con humor.
Ese día no hubo despedidas ni grandes lienzos alusivos. Sólo uno que siempre cuelga de las gradas del estadio: una bandera chilena que dice Niño Maravilla. En la tienda del equipo ya no se vendía la camiseta de Sánchez, pero sí protagonizaba todas las publicidades pegadas en las paredes.
Y aquí vuelvo: mientras eso sucedía, Alexis viajaba los 262 kilómetros que separan Londres, su ciudad durante los últimos tres años y medio, Mánchester, para convertirse en la gran figura que el equipo de José Mourinho necesita con urgencia. El portugués, viejo zorro, vio la oportunidad y disfrutó al quitarle a Pep Guardiola un refuerzo que en Inglaterra se daba como seguro desde mediados del año pasado.
La transferencia llega cuando ya no había otra opción. El Arsenal ha sido incapaz de volver a la senda de los triunfos, ese camino que, casi a propósito, dejó de lado. El mismo Cesc Fàbregas, ex jugador de los gunners, lo contó en una entrevista con la revista española Panenka: "La transición que hicimos de Highbury a Emirates no dejaba que el club invirtiera en grandes jugadores. El club hizo una inversión muy grande, que se tenía que recuperar. Wenger siempre lo dejó muy claro, no como excusa, siempre salíamos a ganar". El cambio de estadio no trajo nuevas alegrías. A pesar de que llegaron figuras como el mismo Alexis o el alemán Mesut Özil, el club demostró que su problema es más futbolístico que monetario. Y, cuando llegue el día en que Wenger decida irse por la suya, la crisis empeorará. Alexis, ganador innato, necesitaba volver a ganar y, sobre todo, a brillar.
Mucho se ha dicho respecto a la decisión final de Sánchez. Le dijeron mercenario —a quienes respondió en su presentación— y no son pocos los que han insistido en que era mejor opción irse al Manchester City. Y, es cierto, el City tiene a Pep Guardiola, el mejor entrenador del mundo, quien comanda con mucha distancia la Premier League y puede hacer un buen papel en la Champions. Todo eso es cierto. Pero comparar al Manchester United con su vecino ciudadano es una osadía. Sobre todo cuando se está hablando del único equipo, quizás se puede agregar al Bayern Múnich, capaz de ponerse a la altura del Real Madrid y del Barcelona. El que no lo crea puede ir a los números: el United ha conseguido 20 Premier Leagues y tres Champions League. ¿El City? Cuatro Premiers y ninguna Champions.
También se ha cuestionado el aporte que pueda hacer Mourinho al juego de Sánchez. Si se revisan sus últimas grandes campañas en equipos ingleses, siempre ha contado con un jugador explosivo, capaz de dar vuelta los partidos, de ser el game changer. Lo supo ser Arjen Robben en las dos ligas consecutivas que obtuvo entre 2004 y 2006, y lo tuvo en Cristiano Ronaldo en 2011, en la liga récord que obtuvo con el Real Madrid. Al contrario de lo que se piensa, Mou permite a estos jugadores florecer bajo su mando, y todo indica que con Sánchez podría buscar un rol similar.
Por ahora disfrutemos. Dejemos que se nos pongan los pelos de punta al escucharlo tocando en piano —aunque acá duden, nosotros sabemos que él es realmente el que toca, porque tuvo de profesor al talentoso Mathias Vidangossy, hoy en Melipilla, cuando compartieron en la sub-20— el "Glory Glory Man United". Observemos con atención cuando este jugador chileno ocupe la camiseta del club inglés más importante de la historia en el mítico Teatro de los Sueños. No es poco.