Catalina Saavedra es el diablo. Su padre, el narrador y dramaturgo Omar Saavedra Santis, lo ha dispuesto así en Fausto sudaca, una relectura chilena de la obra de Goethe dirigida por Alejandro Quintana (El príncipe desolado). Es primera vez que padre e hija trabajan juntos; es primera vez también que una obra de Saavedra Santis es montada en Chile. La elección del director no resulta casual: ambos salieron al exilio tras el golpe de Estado y desarrollaron sus oficios en Alemania. Pero no sólo comparten la experiencia del destierro, sino también una mirada sobre el arte, que es perfectamente apreciable en este Fausto carnavalesco y popular que hoy presentan en Matucana 100.

Mefistófeles vendrá a ajustar el lado oscuro de los humanos en la Tierra y será quien lleve la batuta de esta historia, ceñida, en general, al clásico alemán. Las licencias de Saavedra Santis tendrán que ver, más bien, con la ambientación en un contexto local. Fiestas patrias en un septiembre marcado por el jolgorio y la rosca, militares que anteponen sus uniformes a cualquier razonamiento, borrachos de chingana, viudas o jovencitas que se enfrentan a los códigos sexistas, y extensos debates sobre el sentido de la libertad serán los materiales de fondo para representar los cruces entre el bien y el mal.

Fausto sudaca mezcla el show musical (con tangos, cuecas y cumbias en vivo), el discurso político y el carnaval colectivo e invita a romper la cuarta pared en un permanente juego dramático donde los actores obedecen las órdenes de un director en escena. El resultado es un espectáculo entretenido, pero sobrecargado si consideramos su extensión de más de tres horas, con intermedio. La obra tiende a resultar excesiva y agotadora en sus múltiples recursos, pese a que hay momentos escénicos brillantes.

"Fausto sudaca". En Matucana 100. Hasta el 20 de diciembre.