El ejemplo de los otros
No existe un solo modelo o fórmula ideal para cambiar una Constitución, aunque la opción de la comisión de expertos ha sido la más usada, seguida por la de la Asamblea Constituyente. Así lo muestra un reciente informe del programa de las naciones unidas para el desarrollo.
En los últimos años, han aumentado en nuestro país los cuestionamientos a la Constitución Política. Hoy en día, el debate público no se centra sólo o exclusivamente en si es apropiado reformar o no la Constitución, sino en el tipo de cambios que se requieren y en el mecanismo para realizar estos cambios. Para aportar a este debate, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo elaboró el informe "Mecanismos de cambio constitucional en el mundo. Análisis desde la experiencia comparada", que analiza los alcances y dinámicas de funcionamiento de los diferentes mecanismos de elaboración de un nuevo texto constitucional a partir de la revisión en profundidad de 95 procesos constituyentes a nivel mundial desde 1947 a 2015.
La evidencia recogida en el informe permite señalar que no existe un solo modelo o fórmula ideal para llevar a cabo un cambio constitucional, sino múltiples estrategias, dependiendo de las circunstancias políticas, de las tradiciones político- institucionales y de los mecanismos que las constituciones vigentes contemplen, o no, para su reemplazo. Distintos países han optado por redactar nuevos textos constitucionales mediante órganos colegiados electos exclusivamente para ese propósito por un tiempo determinado (asambleas constituyentes), entregar la tarea al parlamento habitual que debe cumplir un doble rol legislativo y constituyente, definir una elección legislativa específicamente para elegir un congreso/parlamento que redacte el texto constitucional, designar comisiones o comités de expertos; o diseñar una combinación de estos mecanismos.
De los 95 procesos constituyentes analizados, un 36% fue realizado a través de comisiones de expertos, un 26% por asambleas constituyentes, un 21% por congresos, y un 10% por congresos constituyentes electos especialmente para ello.
El informe muestra que los mecanismos para un cambio constitucional están relacionados con los momentos históricos en que se producen, y con el contexto político y social de cada país. Con respecto a lo primero, se observa que se ha modificado la prevalencia de los distintos mecanismos de acuerdo a los periodos. Mientras entre 1947 y 1965 el mecanismo más empleado fue la asamblea constituyente, entre 1966 a 1989 y entre 1990 a 1999 las comisiones de expertos fueron utilizadas con mayor frecuencia. En la presente década, las asambleas constituyentes se han transformado nuevamente en el mecanismo predominante para impulsar cambios constitucionales.
En relación al contexto político y social, la evidencia presentada en el informe muestra que entre las décadas de los 60 y 90 se produjeron la mayor cantidad de cambios constitucionales (65 de los 95 analizados), muchos de ellos teniendo lugar en contextos de regímenes autoritarios o transiciones a la democracia. Más aun, los datos indican que las comisiones de expertos han sido el mecanismo más utilizado por dictaduras y regímenes autoritarios (45% del total), mientras que en las democracias completas los mecanismos más frecuentes son la asamblea constituyente y el Congreso (31% cada uno).
En América Latina, casi la mitad de los 28 cambios constitucionales analizados a partir de 1947 han sido a través de una asamblea constituyente (46%). En esta región, la comisión de expertos se ha utilizado muy poco (11%). A la vez, la comisión de expertos predomina, principalmente, en los 22 procesos constituyentes analizados de África y en los 29 de Asia-Pacífico, 50% y 48%, respectivamente.
De esta forma, contextualizar histórica y políticamente los mecanismos utilizados para cambiar las constituciones resulta sumamente relevante. Los aprendizajes desde la experiencia internacional que muestran este informe pueden contribuir a orientar las decisiones y rumbo del proceso constituyente que se ha iniciado en Chile. Muestran que es posible un rango de innovación en materia de mecanismos mucho más amplio de lo que el debate público ha reconocido hasta ahora.
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