Portugal es el mayor paraíso surfer de Europa. En su costa atlántica hay una decena de playas para los amantes de las tablas. Existen de todo tipo, desde las aptas para todo público, como Praia do Amado hasta Nazaré, ese lugar donde el estadounidense Garrett McNamara ha corrido las olas más grandes de la historia.
De esa tierra proviene Frederico Morais, quien acaba de participar en el Billabong Pipe Masters 2017 en Hawái. Él es una especie extraña en el mundo del surf, porque pese a ese ambiente natural en que se desenvolvió desde niño, no es muy común ver a muchos especialistas europeos en este deporte, dominado por los estadounidenses y los australianos, a los que en el último tiempo se han ido sumando los brasileños.
Además de Morais y Jérémy Florès, los franceses Joan Duru y Marc Lacomare, el italiano Leonardo Fioravanti, el portugués Vasco Ribeiro y el español Aritz Aranburu participaron de manera activa durante esta temporada del Mundial.
En esta temporada 2017, su primera en la World Surf League, el campeonato más importante del mundo, apenas un puñado de los 60 participantes provenían del Viejo Continente. El oriundo de Cascais fue el mejor de ellos, ubicándose en el puesto n° 14 en la clasificación final, uno por encima del francés Jérémy Florès.
Su segundo lugar en Jeffreys Bay, Sudáfrica, y los quintos puestos que consiguió en Lower Trestles (Estados Unidos) y Bells Beach (Australia) fueron una carta de presentación más que interesante.
El ritmo al que se ha movido la elite hasta ahora es natural, cree Morais. Alguna vez se lo explicó así al diario El Confidencial: "Un australiano puede tener padres, abuelos, incluso bisabuelos que hayan practicado el surf; es un deporte con mucha historia. Aquí la cosa está empezando, pero lo estamos haciendo bien, se ve el progreso y cada vez veremos más profesionales europeos".
Habla desde la experiencia. Su linaje deportivo viene de otro lado; del rugby, en concreto. Su padre, Nuno, fue seleccionado nacional portugués, lo mismo que su tío Tomaz, quien incluso fue el seleccionador nacional luso.
"Mi familia no tenía relación alguna con el surf. Mi tío y mi papá jugaban rugby profesional. Yo recién a los 16 o 17 años empecé a trabajar para convertirme en profesional; mi padre fue mi primer entrenador. Estuvo conmigo hasta que comencé con Richard", le cuenta a Qué Pasa este surfer de 25 años, en alusión a Richard "Dog" Marsh, uno de los entrenadores que han labrado a las promesas más interesantes de Europa en la última década. "Cuando lo conocí vi que tenía una intensidad que debía aprovechar", ha dicho el entrenador sobre su pupilo.
Morais o Kikas, como se le conoce en el circuito, asume los éxitos que ha logrado, pero no se adueña de todos los honores que le atribuyen dentro del surf de su país y el europeo.
Se saca el sombrero ante Tiago Pires, quien en los 90 se transformó en el primer portugués en competir en la elite mundial. "Fue él quien abrió algunas puertas para el resto de nosotros. Nos demostró que era posible competir contra los mejores del Tour", asegura.
Figura nacional
El ingreso de Morais a la World Surf League lo ha convertido en una figura nacional. Portugal, una nación de apenas 10 millones de personas, no tiene un historial tan amplio de grandes deportistas y, como en otros países europeos, el fútbol es el que domina los lugares más relevantes, con jugadores como Cristiano Ronaldo y Eusébio.
Incluso, el propio surfista reconoce que sigue con atención los goles y triunfos de CR7 en el Real Madrid, su equipo por adopción, junto a su selección nacional, actual monarca de Europa.
Los pasos de Kikas en el principal certamen planetario de su especialidad se siguen con dedicada atención.
"Este es mi primer año en el Tour y siento el apoyo de la gente en Portugal, con todo el país apoyándome. Siempre están ahí conmigo. Así es más fácil luchar por tus sueños", dice.
Morais cree en el futuro del surf en su país. "Está creciendo mucho", enfatiza. Asume que el fútbol se mantiene firme como el deporte más popular, pero que el suyo "se está haciendo un nombre y un espacio".
Las mejores olas
La primera vez que Morais hizo surf tenía cinco o seis años, no lo recuerda con precisión. Fue durante unas vacaciones familiares y con amigos en Algarve, al sur de Portugal, donde se enamoró de la tabla. La primera, eso sí, no fue de una de surf, sino una de bodyboard que le prestó otro niño que estaba en el viaje.
En ese sector las olas no son muy grandes, así es que tuvo la oportunidad de practicar y practicar hasta que terminó dominándola, parándose sin problemas. Recién entonces, cuando el período festivo se acababa, se atrevió a pedirle a su padre que le comprara una tabla de surf.
Fue la primera de muchas.
Entonces, se tomó la playa que le quedaba más cerca, Guincho, para empezar a hacerse un nombre. "Esa es mi playa favorita, aunque no tiene la mejor ola, pero soy de ahí. En Jeffreys Bay están las que creo son las mejores olas del mundo. Aunque es en Indonesia donde puedes encontrar la mayor cantidad de olas perfectas en un corto tiempo", afirma.
El futuro de europa
Además de Morais y Florès, los franceses Joan Duru y Marc Lacomare, el italiano Leonardo Fioravanti, el portugués Vasco Ribeiro y el español Aritz Aranburu tuvieron participación activa durante este temporada del Mundial, demostrando el desarrollo de los europeos en el planeta surf.
"El escenario para nosotros es muy bueno. Europa tiene varios representantes de calidad y con apoyo podríamos tener pronto más tipos en el Tour. Creo que es algo que pasará luego. Quizás lo que les falta es un poco más de suerte a final de año. El potencial está ahí, sólo se debe seguir golpeando", subraya Kikas.
El luso tiene clarísimo que esa es la única forma. "Tuve que trabajar mucho para llegar hasta acá (…) Ser profesional es difícil, siempre hay gente esperando mucho de uno. A veces las cosas no suceden como uno quiere, se producen altos y bajos. Pero en eso está lo divertido: en caer y levantarse más fuerte. Acá hay mucha presión, algo que me encanta; la competencia y desafiarme a mí mismo", destaca.
Volver a chile
Frederico Morais estuvo en Chile a mitad de año. Aprovechó de conocer un poco y surfear. Quedó fascinado con lo que vio, aunque los detalles se le escabullen.
"Cristián (Merello, surfista chileno) nos mostró algunos lugares. Él es un maníaco, un loco de este deporte. Un lindo país,
con bellos lugares, buenas olas y comida. No tengo nada malo que decir. Quiero volver", finaliza.