Una despedida tras otra. Así han sido los últimos meses para Andrés Rodríguez, que a fines de diciembre y después de más tres décadas, deja su cargo como director general del Teatro Municipal. A fines de noviembre, en un almuerzo en el Club de la Unión, cerca de 200 personas se reunieron a despedirlo. Entre la larga lista de convocantes estaban Agustín Edwards Eastman, dueño de El Mercurio; la soprano Verónica Villarroel; María Luisa Vial, viuda de Ricardo Claro; antiguos miembros del directorio del Municipal, como Matías Pérez Cruz y Mikel Uriarte; el ex ministro de Cultura Luciano Cruz-Coke, y el ex alcalde de la Municipalidad de Santiago Jaime Ravinet. Este último dio un encendido discurso durante el almuerzo, criticando su salida, que fue aplaudido con entusiasmo por los asistentes.
Todavía hay algunos que no se resignan a la partida de Andrés Rodríguez, personaje conocido por sus vínculos con el mundo empresarial y la derecha, como lo prueba el que, en otra de sus despedidas en octubre pasado, en la casa de María Eliana Simián, presidenta de la Corporación de Amigos del Teatro Municipal, estuvieran presentes nombres como Wolf von Appen, Jean-Paul Luksic y el senador UDI Hernán Larraín.
Es más, en los últimos días, nuevamente han aparecido cartas en El Mercurio lamentando su salida. El domingo pasado, el concejal por Santiago Felipe Alessandri (RN), acusaba que su partida se debía a razones ideológicas.
Así, públicamente, la salida de Rodríguez sigue provocando polémica y llenando las páginas sociales. Pero al interior del Municipal, en forma mucho más silenciosa y desconocida, Rodríguez ha debido afrontar una serie de cambios, desde que en enero de 2013 la alcaldesa de Santiago, Carolina Tohá, diera un golpe de timón al cambiar el directorio de la Corporación Cultural de Santiago.
Lo que ocurrió entonces fue un terremoto. Tohá sacó a dos nombres cercanos a Rodríguez, como Matías Pérez Cruz y Mikel Uriarte, y de los antiguos sólo mantuvo como director al abogado Enrique Barros, que fue profesor suyo en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile. Entre los nuevos integrantes, se sumaron Luisa Durán de Lagos; Matías Rivas, de Ediciones UDP, y el empresario Juan Manuel Santa Cruz, presidente del directorio de Lipigas.
Barros es cercano a Rodríguez, y llegó al directorio del Municipal justamente a sugerencia del director general, cuando aún estaba Joaquín Lavín en la alcaldía. El abogado, que hace poco fue nombrado presidente del CEP, ha asumido un rol clave en esta etapa de transición, desde su cargo de vicepresidente de la Corporación Cultural de Santiago.
"Nunca había trabajado tanto por el Municipal como en este directorio", reconoce Barros. Aunque fue una decisión difícil, aceptó quedarse para que hubiera una continuidad con la labor de Rodríguez que, asegura, ha llevado al teatro a un "grado de excelencia que no existe en ningún otro teatro de América Latina".
Y si bien prefería que Rodríguez se hubiera mantenido en el cargo hasta su jubilación, se ha alineado completamente con los aires de renovación del Municipal. "Lo peor que puede pasar es politizar el tema. No estoy de acuerdo con el concejal Alesandri. Las organizaciones se tienen que renovar , la persona que llega, nadie puede decir que es un ideólogo", dice.
Fiel a su estilo, reservado y de bajo perfil, Rodríguez nunca ha tenido un enfrentamiento con algún miembro del directorio, y con Carolina Tohá mantiene una relación muy cordial. Se ha mostrado pragmático y respetuoso frente a los cambios, y jamás ha criticado en público a la alcaldesa.
Barros se refiere al francés Frédéric Chambert, director del Teatro Capitolio de Toulouse, que desde enero asumirá la dirección del teatro. En el proceso de búsqueda del sucesor de Rodríguez, además de la ayuda de una empresa de headhunters, Barros, el más melómano de los miembros del directorio, asumió un activo rol en el proceso de selección.
A mediados de año, durante un viaje a Europa, se reunió con Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real de Madrid, para tener referencias del perfil que debía tener el nuevo director, y además se juntó con cuatro de los candidatos finalistas al puesto, lo que incluyó un encuentro con Chambert en París.
La diversidad es uno de los aspectos que más han llamado la atención en este directorio, que desde agosto de este año sumó dos nuevos nombres: la gestora cultural María Inés Silva y el actor Benjamín Vicuña, quienes antes se desempañaban como consejeros. En esta última función se mantienen Paola Luksic, de la Fundación Luksic; Cecilia Domínguez, y el periodista René Naranjo.
Casi tres años después, y como resume Matías Rivas, "ésta ha sido una transición no demasiado dolorosa, entendiendo que toda transición es compleja". Porque, contrario a lo que se podría haber pensado, Andrés Rodríguez ha participado activamente en un proceso que culmina con su salida.
"En todo este período de transición Andrés ha estado a cargo, como de costumbre, de las actividades del teatro, con toda su dedicación y compromiso. Además de ser un caballero, se nota que lleva el teatro en la sangre", dice Juan Manuel Santa Cruz. "Andrés Rodríguez ha actuado con espíritu de colaboración. Eso habla de la grandeza de Andrés", complementa Barros.
Fiel a su estilo, reservado y de bajo perfil, Rodríguez nunca ha tenido un enfrentamiento con algún miembro del directorio, y quienes han seguido de cerca el proceso sostienen que con Carolina Tohá mantiene una relación muy cordial. Se ha mostrado pragmático y respetuoso frente a los cambios y jamás ha criticado en público a la alcaldesa. Sólo a unos pocos confidenció su molestia frente a lo extenso que fue el proceso de búsqueda de su sucesor, que duró más de un año desde que se oficializó su partida, en junio del año pasado.
Debido a esta demora, Rodríguez dejó avances en la programación 2017 del Municipal y también apoyó a Chambert en la definición del nuevo director técnico, José Luis Ferruccio, que fue anunciado esta semana. Y eso no es todo. A inicios de diciembre, participó junto a Chambert en Buenos Aires en un nuevo encuentro de OLA, que agrupa a las organizaciones ligadas a la ópera de Latinoamérica. Así, la presentación de Chambert a sus pares de la región, fue realizada por Rodríguez, lo que sorprendió gratamente a los miembros de OLA.
Pese a que la alcaldesa Tohá no fue invitada al almuerzo en el Club de la Unión, sí ha participado en otras despedidas. El viernes pasado le organizó a Rodríguez un almuerzo en el restaurante Squadritto con los miembros de los directorios en que participa (GAM, FOJI, Centro Cultural Estación Mapocho), y este martes participó en una comida en la casa de Enrique Barros, a la que asistió todo el directorio del teatro. Y hay más: a fines de diciembre, en una ceremonia en el teatro, la alcadesa le entregará la Medalla de Santiago.
EL LADO OSCURO
A estas alturas, pocos cuestionan la labor artística de Rodríguez, su importante red de contactos a nivel internacional y su pasión por la ópera, que lo llevó a ampliar el repertorio, lo que permitió, por ejemplo, el estreno en Chile del ciclo completo de El anillo de los Nibelungos, de Wagner, y de obras de autores más contemporáneos, como Leoš Janáček y Alban Berg.
Pero hay un aspecto que ensombrece el legado de Rodríguez, que tuvo al teatro al borde de la quiebra y que fue un dolor de cabeza para los alcaldes Joaquín Lavín y Raúl Alcaíno: la gestión financiera.
En la época de Alcaíno se tomaron drásticas medidas, como el despido de decenas de miembros de los cuerpos estables, que afectó especialmente a los músicos de la Orquesta Filarmónica, que prácticamente fue desmantelada. Así, las huelgas en el teatro fueron otro conflicto permanente para los alcaldes de turno.
A Rodríguez siempre se le criticó su descuido y mal manejo en el tema de las finanzas, y el nuevo directorio ha puesto especial énfasis en la revisión del nivel de gastos del teatro. A diciembre de 2012 el teatro presentaba un patrimonio negativo de 800 millones de pesos. Al respecto, un informe de Pricewaterhouse de julio de 2013 indicaba que "la Corporación presenta patrimonio y capital de trabajo negativo. La continuidad futura de las operaciones de la Corporación depende fundamentalmente de la sustentabilidad de los resultados positivos".
Un nombre clave para revertir esta situación ha sido Francisco Javier Alvarado, director de Administración, Finanzas y Gestión Comercial, que llegó a trabajar al teatro en marzo de 2013, y que a los pocos meses fue promovido, en reemplazo de Francisco Torres, el anterior director de Gestión. Con experiencia en multinacionales como BBDO, poco a poco Alvarado ha ido adquiriendo más responsabilidades. Incluso hoy en día también está a cargo del área de recursos humanos, por lo que en la práctica opera como una suerte de gerente general del teatro.
Francisco Javier Alvarado, a cargo de las finanzas del teatro, reconoce una práctica irregular que se realizaba en el Municipal: el retraso en el pago de las cotizaciones previsionales de los trabajadores, lo que permitía sumar un fondo de más de 400 millones de pesos para cubrir las deudas.
Lejos del estilo hermético de Rodríguez, ha establecido una política de puertas abiertas con los trabajadores. Cuando fue ascendido, se mantuvo en el cuarto piso del edificio de calle Agustinas y no se cambió al segundo piso, donde tenía su oficina Torres, al lado de la de Rodríguez. Este año tuvo a su cargo la negociación colectiva con cinco sindicatos del teatro, incluyendo el de la Filarmónica, que se rearmó después del desmantelamiento del año 2006. Loreto Mardones, ex dirigente del sindicato del coro, dice que "es una persona dialogante, puedes conversar. Es un estilo muy distinto al de Andrés Rodríguez, de administración vertical, que a partir de la llegada de la alcaldesa empezó a ir en retirada".
Las negociaciones resultaron exitosas, y este año no hubo ninguna huelga en el teatro. "Tenemos muy buenos dirigentes sindicales, con una relación de colaboración, que ha sido beneficiosa para el teatro", dice Alvarado. Además, asegura que hoy en día el teatro "está económicamente balanceado".
Desde su llegada, y por mandato del directorio, el Municipal ha hecho públicos los estados financieros del teatro —disponibles en la página web—; se cambió a la empresa auditora, que históricamene había sido Pricewaterhouse por KPMG, y se encargó de modernizar el sistema de contabilidad.
Barros reconoce que Rodríguez no es un experto en administración y finanzas, pero también asegura que "costó muchísimo contar con un director de administración y finanzas como el que tenemos hoy día". Y aunque Alvarado cuenta con plena confianza del directorio y de la alcaldesa, además de las habituales reuniones de directorio, se constituyó un comité de administración para monitorear estos temas, en los que, además del directorio, participa Morgana Rodríguez, directora de Cultura de la Municipalidad de Santiago y la principal asesora de Carolina Tohá para llevar adelante estos cambios en el Municipal.
Alvarado también reconoce una práctica irregular de la anterior gestión de administración, que implicaba el retraso de al menos tres meses en el pago de las cotizaciones previsionales de los trabajadores, lo que permitía sumar un fondo de más de 400 millones de pesos para cubrir momentáneamente las deudas del teatro. Hoy en día, asegura Alvarado, eso está regularizado y se aplica un riguroso control de los gastos, por lo que cualquier cambio de presupuesto que Rodríguez aplique, debe contar con su autorización.
Con un sueldo bruto de 11 millones de pesos —cerca 9 millones de pesos líquidos—, Andrés Rodríguez recibirá una indemnización que asciende a los 400 millones de pesos, ya que su contrato, de 1981, es de la época en que la ley no establecía topes para este pago. Luego, durante la alcaldía de Jaime Ravinet, nuevamente se dejó estipulado que el contrato de Rodríguez seguiría ajustado a esta disposición legal.
La abultada cifra no deja de provocar ruido entre algunos miembros del directorio, especialmente porque, como indica uno de ellos, "Rodríguez no aprovisionó fondos para su millonaria indemnización". De hecho, todavía continúan las negociaciones para determinar cómo se le pagará dicho monto.
Hace pocos días, Rodríguez se graduó del PADE, Senior Management Program del ESE, la Escuela de Negocios de la Universidad de los Andes, un programa de perfeccionamiento dirigido a directores y gerentes generales de empresa, en el que fue becado. "Yo creo que Andrés podría ser un excelente director de empresas, puede cambiar su orientación", dice Barros.
A dos semanas del fin de la era Rodríguez en el Municipal, la alcaldesa Carolina Tohá califica esta etapa como "un proceso ejemplar. En la transición, Andrés Rodríguez ha sido un gran apoyo y ha trabajado lealmente por la proyección y el futuro del teatro". Matías Rivas asegura que "ahora tenemos un teatro pacificado, sin huelgas, cambiamos un director que llevaba 30 años, se cumplió con un largo cronograma, se aguantaron las críticas. Para mí ha sido interesante ver cómo gente de otros mundos puede trabajar de manera muy comprometida. Es muy interesante cómo la gente se apasiona por el teatro, por cuidarlo. Es un compromiso real".