En marzo de 2014, poco antes que el gobierno le pidiera la renuncia como directora del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), Francisca Florenzano —socióloga de la UC con dos magísteres y un doctorado en Salud Pública—sorprendió con una decisión: envió al presidente Piñera un informe técnico, que él no firmó, en el que argumentaba las razones para que la marihuana dejara de estar en la "Lista 1" de la Ley 20.000 y quedara fuera de las drogas más peligrosas.

Desde esa decisión, los avances en torno al tema han sido sustanciales: en La Florida existe una plantación con fines medicinales autorizada, mientras que en el Congreso se tramita un proyecto de ley que despenaliza el uso medicinal y recreativo de la cannabis.

Hoy la socióloga ve desde otra vereda el debate, luego que en julio de 2014 comenzara a trabajar por primera vez en el sector privado: hoy es gerenta de Asuntos Corporativos de Pfizer Chile, uno de los laboratorios internacionales más grandes con presencia en el país. Y desde allí también tiene una mirada crítica sobre la polémica que provocó la instalación de la farmacia popular de Recoleta y que reveló las amplias diferencias de precios en los medicamentos.

—Hoy trabaja para un laboratorio, en un área que está en el ojo del huracán, cuestionada por los precios. ¿Cómo es estar del otro lado?

—Hay una distinción relevante entre las industrias farmacéuticas que invierten en investigación y desarrollo de medicamentos de alto valor, las que sólo producen medicamentos que son copias de los que desarrollan las primeras (no innovadoras), y las cadenas de farmacias que se encargan de la comercialización, porque son empresas distintas. La realidad que yo conozco es del primer tipo: la que invierte en investigación y desarrollo. Y claramente estoy en desacuerdo con la caricatura de adjudicar todos los males a los laboratorios. Este discurso simplifica mucho la realidad y les es muy cómodo alas autoridades de gobierno y a otros actores vinculados con el tema.

—¿Por qué?

—Porque lo que se está tratando de instaurar en el eslogan del abuso por parte de la industria farmacéutica. La pregunta que yo les haría a las autoridades es ¿cuál es la política de medicamentos del país?, ¿qué están haciendo ellos para avanzar en asegurar de mejor manera el acceso a estos por parte de quienes los necesiten? Históricamente hemos tenido autoridades que simplifican el tema, y como es bastante popular y mediáticamente muy vendible, todo se reduce a echarles la culpa a los laboratorios.

Es una visión sesgada y una herramienta política de fácil uso. El verdadero tema es que en Chile el 80% del gasto en medicamentos sale del bolsillo de las personas, mientras en otros países pagan, a lo máximo, sólo el 40% del precio total. La cobertura del gasto de los medicamentos es un tema crítico cuando hablamos de asegurar el acceso, y es tan relevante como el pago de las consultas médicas, los exámenes médicos, las hospitalizaciones, etc. Además, es relevante la inversión que hace el Estado en investigación y desarrollo de nuevos medicamentos, o en la producción o habilitación de bioequivalentes y/o genéricos, y en Chile la respuesta a estas preguntas es cercana a cero.

—¿Cómo se ha desarrollado esto en otros países?

—Es una alianza que ciertamente puede ser virtuosa entre el sector público y privado, en la que se han desarrollado varios esquemas de fijación referencial de precios, costo y riesgo compartido. Hay muchas herramientas técnicas y regulatorias que han sido exitosas. Pero en Chile hoy tenemos muy pocas de estas. Reconociendo que el precio de los medicamentos es un tema sensible para todos, por ser un bien necesario e imprescindible para vivir y/o seguir gozando de una buena salud, la manera responsable de abordar el tema es desarrollando una política integral de medicamentos que enfrente todos los aspectos de la ecuación, partiendo por la racionalización del consumo de los medicamentos; asegurando la cobertura del costo por parte de los aseguradores y por las personas de su bolsillo, revisando los precios, asegurando existencia de lugares de venta en todo el territorio, entre otros.

—La aparición de la farmacia popular de Recoleta dejó en evidencia la gran diferencia de precios en los medicamentos, ¿cómo se explica esta distorsión?

—Este no es mi ámbito y pido disculpas si no soy precisa, pero cuando hay un comprador de gran magnitud, como el sector público, las condiciones son distintas que cuando es una cadena de farmacias. Y las grandes diferencias tienen que ver con eso. Hay que sentarse a dialogar, porque hoy no hay conversaciones entre los diferentes actores y siento que en los últimos días todos han salido a defenderse.

"Me impresionó lo retrógrado del contenido del spot de Senda en donde relacionaba el rock con las drogas y la muerte. Que sea el discurso actual, deja mucho que desear y es una falta de respeto para muchos<em> rock lovers</em>"

—Las cadenas de farmacias dicen que los laboratorios venden caro.

—Pero más que seguir echándose la culpa y haciendo descalificaciones, hay que sentarse a conversar. Porque hoy es una realidad que el rol del Estado en la investigación y desarrollo de medicamentos en Chile no existe. Las personas que tienen que tomar las decisiones, tienen que moverse más allá de salir en el diario o en la televisión, de una manera, a mi parecer, bastante populista, echándole la culpa al empedrado.

—¿A los laboratorios?

—O las cadenas de farmacias. No quiero tomar postura, pero conociendo a la industria desde adentro, sobre todo en una como en la que yo trabajo, que tiene una inversión que es 10 veces más de la que tiene Chile en inversión y desarrollo, que se traduce, por ejemplo, en medicina de precisión y medicamentos que hoy explican el 70% de las mejoras en la salud de la población, son datos que no quiero poner para justificar, pero que nunca se ponen sobre la mesa. Entonces, ¿seguimos peleando o vemos qué hacemos desde el punto de vista regulatorio, legal y operativo con el fin de que el precio del medicamento sea el menor posible para la gente que lo necesita?

—Pero la distorsión en los precios es clave.

—El precio es importante, pero no es lo único. Cuando estás hablando de acceso a medicamentos, los aspectos y estrategias son multifactoriales. Si hay 93 comunas en el país que no tienen una farmacia, es un tema. En otros países hay esquemas de costo compartido, en donde una parte la pone el Estado y otra los laboratorios. Lo mismo pasa con el riesgo compartido, en que tanto el precio como la modalidad de financiar un tratamiento, dependen del éxito terapéutico de los medicamentos. Pero en Chile no tenemos nada de eso. Y para lograrlo necesitamos un Ministerio de Salud que se abra a conversar y desarrolle los mecanismos para que estos esquemas puedan implementarse. Por eso digo que hay mucho qué hacer de parte de la industria y el Estado.

—Pero si no aparece la farmacia popular, habría seguido todo igual.

—Valoro iniciativas y medidas que sean sustentables en el tiempo y faciliten el acceso a los medicamentos y mejor salud. Está bien que haya farmacias populares, pero no son una política de medicamentos.

—La idea salió desde un municipio.

—Y uno se pregunta ¿qué está haciendo el gobierno para una política de medicamentos? Por eso digo que hay que sentarse a conversar, porque alternativas hay miles. No puede ser que la opción sea sentarse atrás del alcalde de Recoleta y que esa sea la respuesta del Ministerio de Salud.

—El gobierno anunció una propuesta para crear una cadena de farmacias públicas en todo el país.

—No basta con reaccionar, un poco improvisadamente, cuando el tema se aparece en la agenda. Es imposible abordar de buena manera este desafío si no se logra un diálogo de todos los actores, que no sólo nos permita responder a las necesidades de los enfermos, sino también que genere una solución viable y sostenible en el tiempo. Se provocaría un gran daño con una fórmula cortoplacista que genere grandes expectativas, para después no ser capaces de responder a estas, como ya ha sucedido con otros compromisos en el ámbito de la salud. Eso no es justo para nadie. Por ejemplo, tenemos una ley de fármacos aprobada hace casi dos años y que no se ha podido aplicar a cabalidad por la falta de reglamentos, que no han sido dictados. Esto es una negligencia grave del Ministerio de Salud. Si realmente están preocupados y ocupados en dar una solución a la necesidad de las personas en esta materia de acceso a medicamentos, deben hacer su trabajo y hacerlo bien.

LA MARIHUANA DOS AÑOS DESPUÉS

08_MG_7372.tif—¿Qué le parece el proyecto de ley de despenalización de la marihuana que hay en el Congreso?

—Personalmente, considero que el actual gobierno no tiene una postura clara frente a la temática de las drogas, lo que ha hecho que su actuar navegue en la lógica de la indefinición e improvisación. Desde afuera, la percepción que hay es que Senda y el Ministerio de Salud han sido forzados a entrar en una discusión en la que se sienten incómodos y han respondido con acciones aisladas y erráticas. La postura del gobierno y del proyecto de ley del Congreso son dos miradas que no han logrado un diálogo técnicamente responsable. Siempre he sido más partidaria de los puntos medios, y de saber argumentar posturas en base a la evidencia y no a slóganes. De esto último, carece hoy el gobierno con su posición de "no pueden ser diez gramos, pueden ser dos; y no pueden ser 10 plantas, pueden ser dos".

Lo que están haciendo es "yo te dejo, pero te dejo un poquitito", sin tener una postura clara y sin reflexionar sobre el impacto que esta pueda tener en la persecución de los consumidores, en el consumo de la población en general y consumo medicinal. Y viene de nuevo la misma pregunta: ¿qué pasa con la persona que tiene 2,5 gramos? ¿Se transforma en un narcotraficante? De ser así, vuelves a la misma condición que tienes ahora y que es la que se busca cambiar.

—Con tres gramos alguien podría ser detenido.

—Claro. Y nos vamos a someter a la lógica que se ha dado en otros países que es muy compleja y que tiene que ver con que los gramos de porte son los que definen al consumidor. ¿Serán pesados con frasco o sin frasco?, ¿qué pasa si un médico ha recetado una mayor dosis para el uso medicinal? Lo que yo digo es que cuando tú dices "sí, un poquitito" sin justificar la lógica detrás de eso, puedes crear más problemas que dar soluciones.

"Históricamente hemos tenido autoridades que simplifican el tema, y como es bastante popular y  vendible, todo se reduce a echarles la culpa a los laboratorios. Es una visión sesgada y una herramienta política de fácil uso"

—¿Y cuál es su postura en eso?

—La lógica que tiene que imperar es la farmacológica vinculada al uso terapéutico de la cannabis. Yo no te puedo decir 2, 3 o 6 gramos, porque si hay una persona que, por ejemplo, tiene cáncer o VIH/Sida, sufre dolores, náuseas, inapetencia, ha probado con otros medicamentos, y finalmente su médico le receta que consuma cannabis para paliar estas dolencias, entonces tiene que pasar lo mismo que con las indicaciones de los medicamentos tradicionales: definir caso a caso ¿con qué frecuencia? ¿qué dosis? Porque esto no es distinto a otro medicamento, y tiene que seguir la lógica científica actual del uso de fármacos. Y si para que esa persona logre tener su tratamiento en base a cannabis, y por lo mismo es necesario que tenga dos o tres plantas, entonces ese permiso lo tiene que tener.

—¿Qué le parece el último spot de Senda sobre prevención de consumo de drogas?

—Me impresionó mucho lo poco pertinente y lo retrógrado del contenido del spot de Senda en donde relacionaba el rock con las drogas y la muerte. Quizás si se hubiese lanzado hace 20 o 30 años atrás no hubiese producido tanta polémica. Pero que sea el discurso actual deja mucho que desear y es una falta de respeto para muchos "rock lovers". Es indispensable que se modernice la mirada que se tiene sobre la temática de las drogas. Pensé que parte de mi legado como directora del Senda había sido avanzar en introducir una mirada más sensata y menos ortodoxa, y con este spot me cuestiono si lo logré.

—Una madre en Talcahuano reconoció haber consumido marihuana antes del parto para, dijo, aminorar dolores y la separaron unos días de su hija ¿cómo vio el caso?

—Lo seguí de cerca y me produjo dolor. Sin contar con todos los antecedentes, me atrevo a afirmar que el manejo del caso no ha sido el adecuado. La evidencia que existe sobre el impacto en el bebé del consumo de cannabis durante el embarazo y el traspaso de la misma mediante la lactancia no es concluyente. Ante la duda, y en pos de proteger al bebé, puede suspenderse la lactancia materna. Pero separar a este bebé de su madre atentó contra los derechos de esta familia y al apego temprano que es tan relevante.