Sebastián Mella (1983) empezó a hacer música en 1999, cuando aún estaba en el colegio, en la banda CCS. Dos años más tarde, comenzó a aprender de forma autodidacta a utilizar máquinas y softwares, y a componer canciones house orientadas al baile, con percusiones latinas, acordes melancólicos, líneas de bajo con influencias acid y samples inspirados en el soul. Entonces adoptó el nombre Fantasna. Siete años después, su trabajo ha sido editado por Discos Pegaos en Chile, Ojo de Apolo en Alemania, Apparel Music en Reino Unido y Secouer Records en Italia.
El año pasado lanzó su primer larga duración, Cuéntame, con el sello local Pirotecnia, que ya había publicado su anterior EP, Del Cuore. El primer sencillo es una canción homónima cuyo video, realizado por Paulina Giustinianovich y grabado en el desierto entre Chile y Perú, está inspirado en la obra Jukumari del artista visual Demian Schopf, una fotografía de un oso con cachos y ojos enormes. Este personaje, mitad fiera y mitad cristiano, es un engendro entre oso y doncella que forma parte de la diablada, una de las danzas religiosas de la Fiesta de La Tirana.
—¿Consideras tu trabajo neobarroco, como el de Demian Schopf?
—No creo, pero me gusta juntar elementos antagónicos. Tal vez fue neobarroco juntar la obra de Schopf y Cuéntame, porque el resultado final fue superrecargado. Al superponer todas las capas de información de ambos mundos, el basural, el desierto, Jukumari, un mensaje de audio de WhatsApp que me envió un amigo por error, voces lascivas, acordes soul y bajos ácidos, se logró un resultado nuevo y complejo.
—Sueles samplear chistes que sólo un chileno entiende, como la cita de Caluga o menta en tu canción "La democracia". ¿Buscas darle identidad nacional a tu trabajo?
—Lo hago porque me gusta la cultura local, pero la que se genera de forma espontánea. Me interesa lo que pasa en la calle y en las fiestas, las conversaciones en la micro, los comentarios en las redes sociales o los memes. No me interesa imprimir "identidad nacional" porque no me identifico con la cultura chilena establecida con esa denominación. Crecí en un ambiente alejado del arte, lo que me hizo buscar inspiración en las cosas comunes. Por otra parte, utilizar elementos de la cultura local es una forma de diferenciarse del estándar de la música electrónica en el mundo. La gran mayoría de los tracks son bastante parecidos. Creo que en Chile y Sudamérica se está desarrollando un sonido aislado del resto del mundo, por lo que es importante continuar desarrollándolo y experimentar libremente.
—Eres arquitecto, ¿existe una relación entre eso y tu música?
—Creo que sí. En ambas hay una idea del diseño del espacio. En la arquitectura, a través de regular el vacío o incorporar elementos construidos. En mi música, de forma abstracta, a través del ritmo, la repetición y la estética del sonido evocar un lugar o transmitir una sensación. Tengo algunas canciones inspiradas en lugares y que tratan de repetir lo que esos espacios me hacen sentir. Por ejemplo, creé "Las siete canchas" pensando en un lugar en Renca donde hay siete canchas de fútbol de tierra, una al lado de la otra. Con la canción intenté transmitir lo que ahí se siente: un espacio abierto, mucho viento, melancolía y soledad.