Cuando, a mediados de 2016, Roger Federer anunció que no iba a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, perdiendo así la que se creía su última oportunidad de colgarse la medalla de oro en singles que le falta a su glorioso palmarés, y también agregaba que se restaría por todo lo que quedaba de temporada, fueron pocos los que anticiparon lo que vendría.
En ese momento, a punto de cumplir 35 años, el suizo se convertía en un dinosaurio. No era un meteorito el que diagnosticaba su salida, sino una rebelde lesión en la rodilla, que se sumaba a otras molestias que en las últimas campañas lo tenían lejos del protagonismo digno del mejor de todos los tiempos.
Quizás sea hora de ver a la nueva generación en acción buscando superar a las leyendas de más de 30 años.
Pero volvió en grande, y en 2017 ganó dos Grand Slam, otros cinco títulos, y fue el más votado en los premios de la ATP, entre ellos el premio al mejor regreso. Se quedó corto para alcanzar el número uno otra vez. La posición fue para Rafael Nadal, otro que tuvo un año de ensueño, después de que también debiera cortar abruptamente su temporada anterior.
Al helvético y al español les ayudó que sus otros dos grandes rivales, Novak Djokovic y Andy Murray, sufrieran con sus propios demonios y dijeran "no más" después de sus participaciones en Wimbledon. El serbio, aquejado de una molestia en el codo; el escocés, a causa de una molestia en la cadera.
Se pensaba que después de la larga recuperación, los dos regresarían con un apetito voraz y con la única intención de reconquistar lo que Federer y Nadal les quitaron en su ausencia.
A poco del primer grande de la temporada, el Abierto de Australia, que arranca este domingo en la noche (hora de Chile), la escena inicial de la gran batalla tiene sólo un personaje en condiciones de presentarse en el set: Roger Federer.
Sobre los demás, arrecian las dudas. A principios de mes, Nadal les dijo a sus fanáticos que se borraba de Brisbane, pero que estaría en Melbourne. Unas semanas antes había hecho lo mismo con la exhibición en Abu Dabi. Recién volvió por estos días en el Kooyong Classic, un certamen amistoso en el que también reapareció Djokovic.
Nole, el número uno hasta que se iniciara su debacle física y hoy ubicado en la duodécima casilla del ranking, ha tenido un comportamiento similar al del hispano. Anunció retorno para Abu Dabi y reestreno oficial en Doha, pero nada de eso sucedió. Hasta el cierre de esta edición, su participación en Australia no estaba 100% resuelta. Pese al "I'm ready" en sus redes sociales, tenía programado probarse en dos certámenes sin puntos (el Kooyong Classic y el Tie Break Tens) antes de dar una respuesta definitiva.
El caso más complicado, y hasta dramático, es el de Andy Murray, 16º en la clasificación planetaria. El escocés se bajó de Australia porque las molestias en la cadera no lo dejaba tranquilo y decidió que lo mejor era operarse, determinación que lo tendrá hasta junio fuera del circuito. Su futuro en la primera línea se ha vuelto una gran interrogante.
"Federer y Nadal demostraron que parar un tiempo largo para recuperarse es bueno. Es lo mejor. Esperemos que Andy pueda seguir siendo protagonista como en la última década", analiza Fernando González, ex número cinco del mundo, aunque también hace referencia a la situación de Djoker.
El mejor de salud
En medio de una serie de dudas entre las principales raquetas del mundo, el único sano es Federer, que viene de ganar la Copa Hopman, un torneo mixto de naciones, donde el suizo ganó en compañía de Belinda Bencic el título que 17 años atrás obtuvo con Martina Hingis. El jugador se impuso en cada uno de los ocho partidos que disputó y disfrutó a concho.
"Él juega menos torneos que el resto (en 2017 estuvo solo en 12), considerando también que tiene varios años más. Pero su forma de prepararse y de jugar es menos desgastante. Además de tener calidad, es superimportante estar sano en la alta competencia. Cuando uno está lesionado, das mucha ventaja", analiza Gonzo, que en el final de su carrera sufrió con las molestias físicas.
La nueva generación
Quizás sea hora de ver —por fin— a la nueva generación en acción ante la mayúscula prueba de superar a estas leyendas de 30 años (el suizo tiene 36).
"Espero que haya un recambio. Me encanta ver jugar y ganar a los cuatro grandes,
pero también me gusta la competencia", dice González.
Numéricamente, Grigor Dimitrov (26) tiene mejores expectativas. No sólo porque es el tres del mundo, sino también porque en 2017 tuvo los mejores resultados de su carrera. Se adjudicó cuatro torneos, entre ellos el Masters de Londres, que justificaron su ascenso en la clasificación.
"Federer y Nadal demostraron que parar un tiempo para recuperarse es bueno. Es lo mejor", dice Fernando González.
El búlgaro, además, arrancó este año robándose el corazón de los aficionados con un gesto de fair play con el británico Kyle Edmund que todos le aplaudieron. Le falta dar el salto en los Grand Slam, donde hasta ahora sólo cuenta con dos semifinales, la última de ellas justamente en Australia.
Pero sobre quien hay más expectativas en el grupo de retadores es en el alemán Alexander Zverev (20), el más joven entre los 50 mejores del mundo.
"Es joven, pero ya tiene mucha trayectoria", sentencia González.
El germano viene con hitos sólidos en su arremetida: cinco coronas en 2017, entre ellas dos Masters 1000, Roma y Montreal, en los que se impuso ante Djokovic y Federer. Al igual que Dimitrov, Sascha debe demostrar sus cualidades en el gran escenario, los Grand Slam, donde hasta aquí luce estadísticas muy por debajo de su ranking (una cuarta ronda en Wimbledon es su peak).
El listado de prospectos incluye al austríaco Dominic Thiem (24), al belga David Goffin (27), al estadounidense Jack Sock (25). A ellos se podría sumar el australiano Nick Kyrgios (22), reciente ganador en Brisbane, si deja de lado su papel de enfant terrible y se toma en serio el tenis.
Fernando González le pone fichas a Thiem. "Igual que Zverev, puede ganar un grande este año", asegura. Sin embargo, tiene un candidato sentimental al que no le cabe el rótulo de nueva generación: Juan Martín del Potro (29). "Sus lesiones lo han obligado a modificar su forma de jugar y le ha ido bien con eso, lo que demuestra el gran jugador que es", sentencia.
Son apuestas, claro.