En el salón Darwin de la Universidad de Brunel, en las afueras de Londres, el café está servido. Cerca de treinta personas se acomodan en sus asientos y esperan, lápiz y cuaderno en mano, que comience la presentación. Una mujer se para junto al proyector, ajusta el micrófono y se dirige a la audiencia: "¿Qué podemos aprender de la vulva de Kim Kardashian?".
La pregunta es seria —muy seria— al menos para su autora, la doctora en estudios culturales Meredith Jones. Organizadora del evento, confiesa que nunca pensó que la universidad le daría los recursos para ejecutarlo. Es que el clan no es precisamente del gusto tradicional intelectual. La historia parte hace ocho años, cuando el canal E! ofrece un reality show a la familia de una joven modelo estadounidense que hacía noticia por la filtración de un video sexual. Once temporadas y 147 episodios más tarde, la familia Kardashian es un imperio que revienta las redes sociales a punta de selfies.
Si bien todo partió con Kim, la dinastía incluye también a Kylie, Kendall, Khloé, Kourtney, Kris, Kanye y Caitlyn. Todos polémicos, todos seguidos por millones en redes sociales, todos promocionando una amplia gama de productos, todos oro televisivo.
Para la doctora Jones, mirar a las Kardashian es también mirar a las sociedades contemporáneas: "Ellas son el pináculo de ciertos cambios sociales, influencian la cultura y nos dan información sobre nuestras sociedades (…) representan lo que podríamos llamar la cultura selfie, donde el cómo apareces online y cómo te representas a ti en los medios digitales es igual o más importante que cómo apareces en la vida real".
Los académicos creen que el fenómeno, incluso, ha instalado un ideal alternativo del cuerpo femenino. Elizabeth Wissinger, profesora de la City University of New York, afirma que mientras la moda de diseñador está dominada por cuerpos altos y delgados, las Kardashian popularizaron un cuerpo extremadamente voluptuoso y curvilíneo, alejado de la belleza clásica europea: "Lo podemos interpretar como un nuevo tipo de inclusividad, porque el ideal de la moda era aspiracional de un modo que muy pocas mujeres podían lograr. Aparentemente es inclusivo de diferencias de raza, clase y hasta edad, en algún sentido. Al mismo tiempo, siendo más críticos, no necesariamente indica que las sociedades estén mejorando, pues lo que hacen es simplemente incorporar más tipos de cuerpos para expandir el mercado de la moda".
Los investigadores vinculan las ideas de grandes teóricos con la familia Kardashian. Una de las exposiciones cita a Max Weber, explicando que el ideal físico representado por Kim —voluptuoso, pero nunca excesivamente gordo— se puede relacionar con la ética protestante. En otra, se hace una lectura heideggeriana del episodio catorce de la séptima temporada, en el que una de las hermanas decide comprarle un pez a su sobrino.
Cuando la prensa británica informó sobre el "Kimposio", internet se llenó de comentarios cuestionando por qué una universidad pública podía destinar recursos a analizar esta familia. Siguiendo el "kardashianístico" adagio de que no hay mala publicidad, en el "Kimposio" nadie parece perturbado por la polémica. Al contrario. Cuando Meredith Jones termina su presentación sobre los genitales de Kim y la sociedad contemporánea, recibe un twit. En él, cuestionan su calidad académica y la invitan a bañarse en excremento de cerdo y pollo, combinado. Meredith sonríe, abre los brazos en señal de victoria y exclama: "Mi trabajo aquí está hecho".