Chile cuenta con una sólida tradición en ciencia, nutrida de la historia de personas e instituciones que han dedicado sus esfuerzos a la actividad científica y generado aportes en los más diversos ámbitos, desde la producción de escritos de gran valor intelectual hasta la resolución de problemas técnicos de alta complejidad. No obstante, hoy se reconoce que el desarrollo científico y tecnológico de Chile es insuficiente, y que resulta imperativo instalar una institucionalidad que permita implementar un plan de largo plazo para incrementar significativamente el número de científicos y los fondos existentes para la investigación, junto con mejorar la gestión y asignación de estos recursos. Estas demandas, que quedaron plasmadas en el informe de la comisión convocada por la presidenta Bachelet el pasado enero, lamentablemente no, se reflejaron en medidas concretas, tales como un aumento significativo del presupuesto destinado a la ciencia y la creación de un ministerio que ordene la enmarañada institucionalidad científica del país y genere políticas futuras.
Sin embargo, durante las últimas semanas los problemas que enfrenta la ciencia chilena han surgido con fuerza en el escenario político, en los medios de comunicación e incluso en las calles. Esto es una buena noticia para la comunidad científica, ya que ha logrado hacer visibles algunas de sus demandas históricas, e instalar con fuerza la idea que da origen a esta comisión presidencial: "Ciencia para el desarrollo de Chile". Esta frase ha concitado el apoyo transversal del mundo político y social. No obstante, para que no se transforme en un simple eslogan, es necesario analizar y contar con definiciones explícitas de lo que entendemos por "ciencia" y por "desarrollo".
En primer lugar, es fundamental romper con la visión neoliberal imperante durante la última década en las políticas científicas de Chile, que equipara el desarrollo con el crecimiento económico, dejando fuera otros aspectos fundamentales del bienestar ciudadano. Este modelo ha impulsado de manera predominante la denominada "ciencia por propósito" (o ciencia aplicada) en desmedro de la "ciencia motivada por curiosidad" o ciencia básica y al hacerlo, omite los potentes efectos benéficos que Esta última trae a la sociedad en términos de educación, cultura e innovación. Además de reduccionista, esta estrategia economicista ha mostrado ser ineficaz en su objetivo de aumentar la competitividad del país, tal como lo demuestran los indicadores internacionales en esta materia (GII, WEF). Es hora de erradicar esta visión, de lo contrario seguiremos entrampados en un modelo de país con desigualdades abismantes entre sus habitantes, en términos de salud, educación de calidad y falta de oportunidades.
Frente a este desafío, el papel de la ciencia no puede limitarse a perfeccionar el actual modelo de desarrollo, que sólo busca fortalecer la tecnología o la innovación para mejorar la productividad de los sectores exportadores de recursos naturales u otras áreas estratégicas de la economía. Por el contrario, la ciencia debe contribuir a transformar nuestro modelo de desarrollo, para que seamos capaces de producir conocimiento y soluciones para los desafíos de hoy y del futuro. Para ello, es indispensable entender que la ciencia, en tanto conocimiento, incluye las distintas ramas del saber humano, y que además de impulsar las ciencias exactas y naturales, debemos potenciar áreas tradicionalmente rezagadas, como las Ciencias Sociales y las Humanidades. Un país que quiere seguir dependiendo de recursos naturales limitados y repartidos entre unos pocos entiende a la ciencia como una herramienta para hacer más eficiente los procesos productivos. Al contrario, un país que aspira a un desarrollo integral entiende que además del crecimiento económico debe considerar el conjunto de aspectos que aseguren el fortalecimiento de su cultura y el bienestar de sus habitantes. Para que la ciencia contribuya efectivamente a que Chile llegue a ser un país desarrollado se requiere, por lo tanto, impulsar un amplio concepto de desarrollo científico que fomente tanto la investigación motivada por propósito como por curiosidad, en todas las áreas del conocimiento y con recursos y visión a largo plazo.