Bruno Chacón (20) es un hombre de convicciones. Por ejemplo, siempre estuvo convencido de estudiar Derecho. Y en la Universidad de Chile. De que la piscina es el lugar donde más cómodo se siente. De que Romeo Santos es mejor que Prince Royce y que Colo Colo es el equipo más grande de Chile. Y también está seguro de que "las cosas pasan por algo", como dice esta mañana, a minutos de convertirse en el primer matriculado de Chile que va a estudiar gratis en la universidad después de 35 años.
Bruno es ciego de nacimiento. Producto de una hipoplasia del nervio óptico, ha tenido que enfrentar su vida desde la oscuridad. Ha vivido siempre en Pudahuel, junto a su mamá y a su hermana de tres años, y se graduó en 2013 del Liceo Lastarria.
"No quise postular a la universidad apenas salí del colegio por dos motivos. Primero, porque quería esperar, a ver si sacaban una PSU especial, que pudiera contestar en braille. No pasó nada. Y segundo, porque me faltaba preparación en aspectos de movilidad y orientación, ya que para ir a la universidad tenía que aprender a andar solo".
Aquel fue uno de los pocos momentos en los que Bruno dudó."Que no exista una prueba adaptada hace que la competencia entre los estudiantes sea desigual. La mayoría de las becas piden puntaje PSU, por lo que dejan a todos los que no pueden darla afuera. De una. Lo mismo con varias carreras que no tienen admisión especial", explica.
Decidió dedicar el 2014 a aprender a moverse solo por la ciudad con profesores de la Fundación Ágora, que capacita y forma a personas con discapacidad visual y, a fin de año, postular a Derecho en la Universidad de Chile en admisión especial.
Pero no lo consiguió. La universidad estatal entrega, en total, siete cupos para estudiantes ciegos, de los cuales sólo dos son para Derecho. Para postular, los jóvenes deben presentar un certificado del Senadis que demuestre su discapacidad y la concentración de notas de enseñanza media. Luego, el postulante debe dar entrevistas personales y rendir una prueba de 60 preguntas tipo PSU que se contesta en voz alta.
"No quedé porque me faltó puntaje en la prueba oral. Como estuve con el curso de movilidad no tuve mucho tiempo para preparar la prueba, meterme a un preu". Pero el rechazo no consiguió que bajara los brazos. Ese año se matriculó en un preuniversitario en su comuna y volvió a dar la prueba.
Esta vez lo logró, y hoy se convirtió, sin saberlo, en el primer estudiante chileno que accede a la universidad desde que se implementó el beneficio de la gratuidad. Según él, sin ella no podría haber estudiado. "Es que mi mamá trabaja a honorarios, como digitadora, entonces no sabemos cuánta plata tendremos cada mes. Por eso digo que por algo pasan las cosas".
Para Leonor Armanet, directora de pregrado de la Universidad de Chile, este es un hito importante que da cuenta del esfuerzo de la institución por hacerse cargo de la diversidad de la población chilena. "Queremos darles las mismas oportunidades a todos. En ese sentido, esta institución tiene muchas vías especiales que llegan alrededor de un 16% del total de ingresos y con estas vías nosotros estamos haciendo efectiva la política el discurso que está instalado en la política de equidad e inclusión", explica.
Lo que Bruno sí sabe, porque lo ha averiguado, es que la mayoría de los códigos chilenos no están traducidos al braille. Pero confía en que otros amigos suyos que estudian derecho, y que viven con la misma condición, lo van a ayudar. Por ahora, dice, que cuando egrese quiere dedicarse al derecho laboral, sobre todo para mejorar las condiciones de trabajo de aquellos que, cómo él, no nacieron con la suerte de poder ver.