Fue público y notorio que la relación entre Michelle Bachelet y su ministro del Interior, Jorge Burgos, pasó momentos de distancia y tensión durante gran parte del verano. El viaje a La Araucanía de la presidenta, del que fue marginado el jefe de gabinete; y la salida de Cristián Riquelme, empujada por Burgos y resistida por Bachelet, marcaban el pulso de una convivencia al límite que tuvo su guinda de la torta en el exabrupto del titular de Interior reconociendo que no compartía del todo el proyecto de despenalización del aborto.

Pero el paso de las semanas, las conversaciones y encuentros sociales de por medio, han permitido que las asperezas se vayan limando. La pieza clave, dicen en La Moneda, es el ex presidente del CDE, Carlos Mackenney, quien se ha convertido en un nexo para concretar un acercamiento entre ambos. El abogado que ahora dirigirá la defensa de la reforma laboral del gobierno ante el TC es amigo de ambos. Afinidad que ha permitido inéditos encuentros como la presencia de ambos en el matrimonio de uno de los hijos de Mackenney el sábado pasado, o en el cumpleaños de Bachelet, al que Burgos asistió por primera vez.