Han pasado dos años desde que Paracaidistas grabó y subió a la red su primer EP homónimo, producido por Mauricio Toval (Carnet de Baile) y Tomás Preuss (Prehistöricos), el que más tarde fue editado en Perú, México y España, dándoles la pesada carga de "promesa". Ahora vuelven con Bruxar, nombre del pegajoso single y del larga duración editado por Sudamerican Records, gracias al que se los podría considerar la contraparte sudamericana del revival que está ocurriendo en el hemisferio norte con sellos como Slumberland Records en Estados Unidos (The Pains of Being Pure at Heart, por ejemplo) o las de Fortuna Pop! en el Reino Unido (Milky Wimpshake, Comet Gain). Sus canciones son ruidosas, pero con melodías pegajosas, y sus letras son inocentonas. Paracaidistas se pasea por todo el espectro de preocupaciones adolescentes, desde la frivolidad absoluta al malestar social, desde "Bruxar", donde retratan la ansiedad que produce el reencuentro con alguien que fue importante ("Cuándo será, si es que nos volvemos a ver / anticipados para ver qué pasa: bruxando otra vez, borracho puede ser") hasta "Posmodernismo", en el que el problema parece ser que con el tiempo todo pierde significado ("Me derrito por dentro con un chiste-artefacto de Parra / Un romance en los lares un domingo en un libro de Zambra / Miguel Enríquez no está muerto, le escribo en una red social").

Tal como los prepúberes que juegan a los naipes en la carátula del disco, Paracaidistas se presentan aquí como niños practicando un juego de adultos, uno cuyas reglas se transmiten de generación en generación: en este disco hay ecos del lado más punk del noise pop anglosajón de los años 90 y del C86 en las letras, las guitarras y las estructuras; guiños al tontipop español de la década pasada (a Vacaciones en lo ruidosos, a Juniper Moon por la voz de la chica, y también a Los Fresones Rebeldes, a quienes homenajean en sus tocatas versionando "Al amanecer") y, en fin, un parecido con todas las bandas que juegan con la suavidad que entregan las voces chico/chica. Recomendable para todos los que gustamos de dosis de ruido e inocencia en partes iguales: algunas de las canciones de este disco entran perfectamente en esa playlist que estamos actualizando desde los noventa y que tiene gringos, argentinos, escoceses y españoles.