Este mes, las radios Duna y Zero (ambas pertenecientes al Grupo Dial, cuyo propietario es el mismo de Qué Pasa) cumplieron veinte años. Para celebrarlo, convocaron al encuentro "Conversación de 20 años", donde líderes de opinión y conductores de ambas emisoras debatieron ideas en torno al país. La experiencia refrendó la primacía del medio radial como espacio de reflexión y discusión de los asuntos públicos.
Organizado en tres paneles, el encuentro fue abierto por el rector de la UDP, Carlos Peña, y el director del CEP, Harald Beyer. Ambos abordaron el pretendido malestar social en Chile. "La gente se tomó en serio los ideales normativos subyacentes a toda modernización capitalista", sostuvo Peña. Beyer desdramatizó lo que se ha caracterizado como una crisis de confianza en las instituciones y las élites. "Hay una crítica al funcionamiento de la democracia, pero al mismo tiempo una alta valoración de ella", planteó.
Felipe Berríos y el rector de la U. Adolfo Ibáñez, Andrés Benítez, confrontaron posiciones en torno al clasismo.
Protagonistas de la ebullición social surgida a favor y en contra de las reformas del actual gobierno, el diputado Giorgio Jackson y el presidente de la Asociación de Emprendedores de Chile, Juan Pablo Swett, conversaron sobre demandas y movilizaciones.
Los intercambios de opiniones fueron muy amplios y ricos en matices. El punto acá es destacar cómo el medio radial abre espacios donde tales conversaciones son posibles.
Alguna vez considerada el medio más propicio para la urgencia informativa, la radio también es hoy un medio sin rival para el intercambio de opiniones e ideas en torno a los asuntos de nuestra vida en común. En una atmósfera de desconfianza institucional, resalta como mayoritariamente confiable en diversas mediciones. El escenario de segmentación de audiencias en que se inserta crea una comunicación directa con sus públicos. Pese a que es un medio competitivo, su programación no se somete a las presiones muchas veces desquiciantes de las mediciones on line. Libre de las limitaciones que impone el lenguaje audiovisual, el protagonismo de la palabra pone de relieve ideas en estado puro, construyéndose y contrastándose en tiempo real ante los auditores.
La radio es el sitio de comparecencia de la esfera pública. Permea también las redes digitales, pero, a diferencia de ellas, su recepción libre, sin suscripciones de ningún tipo y la identidad siempre conocida de quienes protagonizan sus conversaciones, la convierten en un medio más volcado a lo público que las nuevas tecnologías, donde campean el anonimato y el trolleo.
Más que una tecnología específica, más que las distintas plataformas que pueden captar su señal, la radio, como quedó demostrado en este nuevo aniversario de Duna y Zero, es una forma de conversación esencial de la democracia.