"No tengo nada que decir a ese respecto". La frase la escuchó cientos de veces en su carrera. Pero especialmente mientras tomaba declaraciones a los imputados de los casos Penta, SQM y Corpesca. Se trata de una expresión que le escuchó decir a Jovino Novoa la primera vez que lo tuvo al frente. Y también la segunda vez que lo citó a la Fiscalía para preguntarle por su participación en los hechos por los que este miércoles fue condenado.
"No tengo nada que decir a ese respecto", le contestaron también, entre otros, el ex gerente general de SQM, Patricio Contesse, o el ex presidente de Enersis, Jorge Rosenblut, quienes optaron por acogerse al derecho a guardar silencio.
El fiscal Carlos Gajardo tiene tan internalizada la frase, que de tanto redactarla y plasmarla en los documentos oficiales, en las miles de fojas que ha firmado, se la aprendió de memoria. Y la utiliza recurrentemente en esta entrevista, a días de conseguir el mayor triunfo de su carrera: la condena al fundador de la UDI, al ex senador y líder emblemático de la derecha, Jovino Novoa.
—¿Los dueños de la empresa Penta correrán la misma suerte de Jovino Novoa?
— No tengo nada que decir a ese respecto.
Carlos Gajardo se cuida. Mide sus palabras. Aprovecha también los silencios. Habla pausado, hilando correctamente las frases. Está más tranquilo, sin la tensión de un año que lo catapultó literalmente a la fama al ser el fiscal que abrió el camino para investigar al corazón del poder político. Pero, no se relaja. La condena a Jovino Novoa por delitos tributarios es el cierre ideal, pero no suficiente. Pese a ello, se da tiempo para reflexionar sobre este triunfo, sin esconder las heridas que mantuvo en silencio.
Estoy convencido de que el resultado que se ha obtenido hasta acá tiene bastante de histórico: es la primera condena que se da en el marco de una investigación por financiamiento ilegal de campañas políticas y eso no es algo que sea baladí, eso forma parte de la sentencia
—Usted está desde el origen del caso Penta, ¿cómo evalúa la primera condena (Jovino Novoa)?
—Esta causa se inició formalmente el 30 de junio de 2014, así que ya llevamos casi un año y medio de investigación. Cuando partió era una causa tributaria relevante en que además podía haber cohecho a funcionarios públicos y eso motivó que se estableciera un secreto de investigación por seis meses. En septiembre del año pasado surgieron los primeros antecedentes a partir de unos correos electrónicos que descubrimos junto con los fiscales Pablo Norambuena y José Antonio Villalobos, de la existencia de financiamiento ilegal de actividades políticas respaldadas con boletas falsas. Evidentemente la causa tomó otra connotación y desembocó en que a partir del mes de febrero de este año fuera asumida por el fiscal nacional. Por la relevancia de las personas que están involucradas, han existido una serie de dificultades adicionales para avanzar en la investigación. Por lo tanto, obtener una primera sentencia condenatoria para nosotros es algo muy relevante: que los hechos que estamos investigando efectivamente son constitutivos de delito.
Piense usted que hubo un periodo en que eso se discutió mucho, en términos académicos incluso, y bueno, la sentencia también plantea una serie de desafíos para el futuro, pues, como ha señalado el fiscal nacional Jorge Abbott, esta sentencia marca un precedente respecto al estándar que la Fiscalía tendrá en el futuro con casos semejantes.
—¿A qué dificultades se refiere?
—Cuando una causa está en el ojo del huracán, se dificulta el avance pues los testigos e imputados empiezan a tener mayores reticencias para declarar. Me parece evidente que el mayor avance, y que explica la gran diferencia que hay entre el caso Penta y SQM, fue que se produjo mientras la causa estuvo en completa reserva hasta el mes de diciembre, donde efectivamente sólo existía la causa Penta. A partir del conocimiento público y del nacimiento de la causa SQM, ha habido mayores reticencias de las personas involucradas en declarar, muchos imputados han guardado silencio.
—La diferencia está dada porque en SQM no hay un Hugo Bravo (ex gerente de Penta) que confiese y colabore con la investigación, como en el caso Penta. ¿Quiere decir esa circunstancia que SQM es menos sólida como investigación?
—El caso Penta ha tenido un avance sustantivo porque la forma en que pudimos investigar permitió que se fueran abriendo distintos cerrojos de manera progresiva. Puede haberse hecho una caricatura con el hecho de que Hugo Bravo hubiese sido el gran revelador al interior del grupo Penta.
Pero lo cierto es que su confesión, no es sino consecuencia de diversas declaraciones previas de otros imputados que dejaron al señor Bravo en una posición bastante incómoda en términos penales. Él, en una decisión bastante conveniente a sus propios intereses procesales, pudo y decidió efectuar una colaboración sustancial con el esclarecimiento de los hechos que motivó el descubrimiento de nuevos y graves hechos. Esa misma circunstancia ha ocurrido en mucho menor escala en el caso SQM, donde ha habido menos revelaciones por parte de imputados.
Fue fundamental que el equipo que yo encabezo en la Fiscalía de Alta Complejidad, y con ello me refiero básicamente a los fiscales Villalobos y Norambuena, teníamos un background de experiencia que probablemente ningún otro equipo de fiscales en el país lo tenía. Nosotros a partir de 2010 hemos llevado diversas investigaciones que son idénticas a esta causa y le menciono el caso Fragatas, el caso de la Comisión Nacional de Acreditación, el caso de la Junaeb, el caso FUT, el caso del colegio La Girouette.
En esos cinco casos descubrimos que permanentemente había utilización de boletas falsas para evadir impuestos, y en muchos de esos casos, específicamente en Fragatas, CNA y Junaeb, relacionados con encubrimiento a pagos a funcionarios públicos. Por lo tanto, desarrollamos la expertise necesaria para darnos cuenta, para reconocer el fenómeno delictivo de falsificación de boletas y facturas y para darnos cuenta que era algo bastante más extendido de lo que nosotros pensábamos.
Por lo tanto, cuando descubrimos las primeras pistas en el caso Penta, replicamos lo que estábamos haciendo los cinco años anteriores en cuanto al conocimiento de la manera en que se hacía el delito y en cuanto al conocimiento de cómo investigarlo, de la relevancia que tenía el análisis de la contabilidad de los contribuyentes, el análisis de sus cuentas corrientes, el análisis de los correos electrónicos. Me parece que ese nivel de experiencia en investigar delitos tributarios, unidos a corrupción no la tenía ningún otro equipo de investigadores en Chile.
—La reacción del mundo político fue acusar sesgo en la investigación, afán de protagonismo. ¿Hubo algo de eso?
—No me parece que eso sea algo especial en esta investigación. En todas las investigaciones, cuando uno se enfrenta con los imputados, los imputados creen que el fiscal los está persiguiendo, y tan equivocados no están, porque a lo que la ley nos obliga es a perseguir delitos. Nosotros somos persecutores, nuestra labor legal es perseguir, entonces es muy común que los imputados, sean de investigaciones económicas o de otro tipo, sientan que están siendo perseguidos y que reclamen por eso, no es algo que a nosotros nos sea novedoso, estamos acostumbrados. Por supuesto que en este caso esas críticas tienen mayor resonancia porque son personas que cuentan con acceso a medios de comunicación y pueden, por lo tanto, hacer más audibles sus reclamos, pero son los mismos reclamos que efectúa desde el traficante de La Legua hasta el estafador de La Dehesa.
—Carlos Peña planteó que este no era un logro, dado que la condena es por delitos tributarios y no por financiamiento irregular de la política, ¿qué opina de eso?
—Estoy convencido de que el resultado que se ha obtenido hasta acá tiene bastante de histórico, es la primera condena que se da en el marco de una investigación por financiamiento ilegal de campañas políticas y eso no es algo que sea baladí, eso forma parte de la sentencia: el fallo establece que estos hechos se dan en el marco de financiamiento ilegal a campañas políticas y, por lo tanto, es una verdad judicialmente establecida.
—Peña dice en El Mercurio que es una exageración de su parte…
—Me parece que hay cierta confusión en lo que es el contenido de una sentencia. El contenido de esta sentencia específica es la condena por delitos tributarios, pero en todo delito debe desarrollarse la dinámica de cómo y por qué ocurren los hechos. Esto es muy claro en el delito de homicidio, siempre debe explicarse cuál es el móvil que tuvo el asesino para matar, eso forma parte de la verdad que se establece en una sentencia. En este caso es igual. La condena es por delito tributario, pero se establece cuál es el origen y el motivo de esta situación delictiva que es esta evasión tributaria que se da a raíz del financiamiento a campañas políticas. Eso no es una pretensión de la Fiscalía: es un hecho judicialmente asentado en una sentencia judicial.
—¿Cómo se pasó de la negación total por parte de Jovino Novoa a la aceptación de los hechos acusados?
—Obviamente ignoro cuáles son las estrategias que van teniendo los imputados y cómo eso lo coordinan con sus defensas. Lo que a mí me parece acá es que la contundencia de los antecedentes que la Fiscalía logró reunir eran de tal entidad que no hacían posible la ocurrencia de un juicio sino con sentencia definitiva condenatoria. Eso iba a ocurrir en un juicio oral o en un juicio abreviado. Cuando una defensa se da cuenta de ese escenario, entonces decide cuál es la mejor opción en conversación con su cliente. En este caso, creo que la defensa tomó una decisión bastante razonable. Es una muestra de que las imputaciones que tenía la Fiscalía eran muy sólidas y eso hace que cambie de opinión la defensa.
La experiencia ha demostrado que los fiscales que han llevado investigaciones relevantes no han logrado posteriormente acceder a cargos más altos en la institución. El caso más relevante, creo yo, es el del fiscal Xavier Armendáriz, que ha sido uno de los profesionales que más me han marcado
—¿Participó Jovino Novoa de este proceso? Se decía que la situación lo había golpeado personalmente y estaba rendido.
—En general las conversaciones que uno tiene para arreglar este procedimiento se dan sólo entre los abogados, y en este caso no fue la excepción.
—¿Es homologable la situación de Novoa con la de los demás políticos? ¿Se puede producir un efecto dominó?
— Por supuesto que adhiero y comparto plenamente las palabras que ha tenido el fiscal nacional: la condena de Novoa es un precedente relevante para el comportamiento que va a tener la Fiscalía en los procesos que aún permanecen abiertos y evidentemente hay un desafío, yo creo que eso sería iluso negarlo. Hay un desafío de poder tener el mismo éxito investigativo y luego judicial en los tribunales, en la causa Penta con la causa SQM. Es un desafío muy importante para la Fiscalía, porque creo que, razonablemente, si la Fiscalía no tiene éxitos semejantes en Penta y SQM se pueden levantar sospechas acerca de un trato desigual a distintos sectores políticos, lo que no es ni de cerca algo que a nosotros nos interese como institución.
La Fiscalía está empeñada en perseguir delitos independientemente de quienes sean las personas que los cometen y por supuesto independientemente del color político, pero esa pretensión que tiene la Fiscalía tiene que ser demostrada en los hechos y por lo tanto tenemos que hacer nuestros mejores esfuerzos para que el resultado de las investigaciones en los casos Penta y SQM sean igualmente exitoso.
—¿Siente que se hizo justicia en el caso de Novoa? Los querellantes no quedaron satisfechos, dicen que ninguna persona en Chile habría llegado a un acuerdo como el que consiguió la defensa del ex senador…
—Ese alegato es bastante falaz. Ellos decían que ninguna persona en Chile podría haber llegado a un acuerdo como el que tuvo Jovino Novoa con la Fiscalía. Eso es falso. La pregunta es si existe alguna persona en Chile condenada a más de tres años de presidio por un fraude tributario de 15 millones de pesos, porque eso es por lo cual se está condenando al señor Novoa. Invito a que los querellantes nos muestren un fallo por 15 millones de pesos en que haya una condena superior a tres años. No lo hay. A mí me ha tocado llevar diversos fallos tributarios y por esos montos, que comparativamente son menores.
Al contrario, si usted analiza, y por eso es necesario hacer la diferencia entre los distintos imputados, la situación de los imputados Délano y Lavín, o del imputado Contesse, ahí lo que se está atribuyendo son fraudes tributarios por miles de millones de pesos, y por lo tanto no tiene ninguna relación con este fraude tributario al señor Novoa que, lo que se ha imputado y lo que se ha ganado, es por un fraude tributario de 15 millones de pesos.
—O sea, en el caso de los dueños de Penta se va a ir a juicio oral…
—No tengo nada nuevo que decir a ese respecto.
FAMA Y PODER
—¿Cómo es investigar al poder hoy después del caso Penta?
No creo ser la persona indicada para hacer esa diferencia. La mayor diferencia que veo en mí, desde hace diez años hasta ahora, es darme cuenta del mayor nivel de expertise que hemos adquirido para avanzar en estas investigaciones que son de suyo complejas. Si es más fácil o no, no lo tengo tan claro. Creo que el año 2003 la ministra Gloria Ana Chevesich pudo avanzar con bastante éxito en una investigación bastante compleja, y por lo tanto también en ese tiempo era difícil, no sé si ha cambiado.
—A usted lo marcó una reflexión de su padre, según se supo, de que 'no hay que temerles a los poderosos' ¿Cuánto de eso explica hoy el resultado de sus acciones?
—Todas las personas tienen su historia. En mi caso, el desarrollo de esta causa motivó que algunas personas se interesaran más por conocerme y en eso por supuesto no fue difícil darse cuenta de que en mi vida mi padre tuvo una gran relevancia. Cuando mi padre falleció en el año 2011, hice un discurso fúnebre en el que dije que el mayor legado que me había dejado mi padre era no tenerles miedo a los poderosos. En ese funeral había muchas personas de la Fiscalía, y por lo tanto fue evidente que cuando esta causa tomó esta connotación pública esas palabras fueron recordadas.
—Influyó también en que usted haya dicho que se declara una persona de centroizquierda.
—Nunca lo he dicho. He sido muy cuidadoso de nunca dar a conocer mi posición política. Lo que sí he dicho es que la política como actividad a mí no me interesa. Ha habido mucha especulación durante mucho tiempo, que yo estaba cimentando una carrera política. Para eso yo debía haber renunciado a mediados de noviembre. Como eso no ocurrió, ningún comentario hubo.
—¿Qué lecciones saca del caso Penta, lo cambió como persona y como fiscal?
—Honestamente, creo que no. Mi vida en lo sustancial sigue siendo la misma que hace dos años.
—Pero lo reconocen en el estadio, en los conciertos, le dedican cánticos...
—Ha habido momentos de mayor exposición pública. Las veo como consecuencia del trabajo que hemos hecho. Creo que esta causa ha significado mucho, para muchas personas. Entiendo, por lo tanto, que esas personas puedan tener simpatía especial por el trabajo que hemos hecho. Probablemente hay otras que tienen menos simpatía. Acostumbro a decir que nosotros somos simplemente funcionarios públicos haciendo nuestra pega.
—Está en su perfil de Twitter. ¿No le parece una modestia aparte?
Está en mi perfil efectivamente. Es algo que me lo creo. No siento que acá estemos haciendo otra cosa que hacer el trabajo por el cual el Estado nos paga.
—Pero en este caso pareciera ser que hay más que hacer la pega. Su investigación podría cambiar la forma de financiar la política.
No es una particularidad de este caso, ocurre en muchos casos que una situación delictiva u otra motiva modificaciones legales. Si usted analiza lo que ocurrió en el año 2003 con la investigación del caso MOP Gate, en que creo que muchas de las situaciones de alguna manera se han repetido, ese caso motivó una reforma legal relevante de la manera en que se financiaba la actividad política. Sería iluso pensar que un caso de este tipo no va a provocar también reformas legales relevantes. Lo que digo es que esas responsabilidades están en otra esfera.
EL ÁREA CHICA
—¿Por qué decidió postularse a la Fiscalía Regional Oriente en medio de este caso?
—Me pareció que era un desafío profesional importante y por lo tanto tomé la decisión.
—¿Siente que sus actuaciones le pasaron la cuenta? El hecho de que las cortes de apelaciones de Santiago y San Miguel no lo hayan escogido en la terna...
—Probablemente encontraron que había mejores candidatos, eso es evidente. En octubre de 2014 me preguntaron qué iba a significar este caso en mi carrera cuando estaba partiendo. Yo contesté que si uno tenía intenciones de ascender en la Fiscalía, probablemente no era bueno tener una investigación de este tipo. La experiencia ha demostrado que los fiscales que han llevado investigaciones relevantes no han logrado posteriormente acceder a cargos más altos en la institución. El caso más relevante, creo yo, es el del fiscal Xavier Armendáriz, que justamente ha sido uno de los profesionales que más han guiado en la manera en que he actuado.
—¿Tiene que ver con investigar a los poderosos?
No lo tengo muy claro por qué ocurre, pero constato como realidad que si uno quiere ascender y alcanzar puestos relevantes, probablemente no es buena idea meterse en este tipo de investigaciones. Pero no es algo de lo que me dé cuenta ahora, es algo de lo que estaba muy consciente y lo declaré hace un año atrás.
La pregunta es si existe alguna persona en Chile condenada a más de tres años de presidio por un fraude tributario de 15 millones de pesos, porque eso es por lo cual se está condenando al señor Novoa. Invito a que los querellantes nos muestren un fallo por 15 millones de pesos en que haya una condena superior a tres años. No lo hay
—Usted renunció al Ministerio Público en febrero de 2015, cuando intentaron sacarlo de los casos Penta y SQM. Fueron varias renuncias. ¿Siente que ha cambiado el escenario?
—Hubo una presentación de renuncia cuando se me excluye del caso Penta y del caso SQM específicamente, a partir de ahí la causa fue tomada por el fiscal nacional y a mí lo que me parece es que Sabas Chahuán llevó adelante esta investigación con bastante decisión. Por lo tanto, creo que en el balance lo que hizo fue muy meritorio. Como en todo grupo de trabajo, hay momentos en que puede haber diferencias de opiniones y en este equipo por supuesto las hubo.
—¿Cómo quedó su relación con Chahuán?
—No acostumbro a hacer amigos en mis lugares de trabajo. Mis amigos básicamente me los hice en el colegio a los 15 años. Con el fiscal Chahuán lo que tuvimos fue una relación profesional bastante cordial.
—¿Se siente respaldado por el nuevo fiscal nacional?
—No es que uno se sienta o no respaldado, lo que ocurre es que el fiscal nacional tiene una serie de mandatos de qué hacer como jefe de este servicio tan importante. Evidentemente le deseo el mayor de los éxitos en los siete años que se le avecinan. El éxito de él es muy relevante para el éxito del país, tiene una serie de desafíos en materia de persecución criminal de los delitos normales, tiene una serie de desafíos en cuanto al fortalecimiento de la institución y adicionalmente está la existencia de esta investigación de platas políticas, pero no es para nada lo más relevante que él tiene a su cargo.
—¿Ya no piensa en renunciar al Ministerio Público?
—Es una pregunta que no tiene sentido contestarla. La presenté una vez y creo que estuvo muy bien presentada. Le voy a hacer una infidencia: en su momento el propio fiscal nacional Jorge Abbott ha considerado que ese fue un acto relevante para el desarrollo de la institución. Fue un acto que estuvo bien hecho. Mi permanencia en la institución es como todo en la vida, uno está en los lugares mientras siente que es un aporte y mientras se siente cómodo. Hoy me siento cómodo y me siento un aporte y espero que eso siga siendo así por mucho tiempo.
—¿Será por eso que le asignaron el caso Jadue?
—Habría que preguntárselo al fiscal regional (Manuel Guerra).
—¿Lo siente como un premio?
—Es una causa compleja y, como tal, debía estar radicada en la Fiscalía de Alta Complejidad de la zona Oriente. Creo que es una decisión correcta.