El triunfo conseguido por Manuel Pellegrini el domingo en la final de la Capital One ante el Liverpool fue revitalizador. No sólo por el significado estadístico de la victoria por penales —séptimo título en su carrera internacional y tercero a cargo del Manchester City—, también por el significado anímico que tendrá esta copa en el extraño final de temporada que está viviendo el ingeniero.
Desde que el pasado primero de febrero el club confirmó la salida del chileno ante el arribo de Josep Guardiola, el medio futbolístico inglés no paró de especular sobre la incapacidad que tendría el DT para mantener la competitividad de su plantel. La teoría apuntaba a la pérdida de liderazgo que sufriría frente a un grupo de jugadores que, muy probablemente, empezaría a pensar más en el futuro con un nuevo jefe antes de responder a los requerimientos de una autoridad pronta a partir.
Sin embargo, visto el título en la Capital One y la virtual clasificación a cuartos de final de la Champions luego del sólido triunfo en Kiev por tres a uno ante el Dínamo, pareciera que el técnico ha logrado mantener el nervio competitivo de su plantel, al menos en la Copa que obtuvieron y en el torneo continental.
En la Liga Premiere, en cambio, el presente es mucho más desalentador tras tres derrotas consecutivas, las que hipotecaron, no matemáticamente pero casi con seguridad en lo futbolístico, las opciones de volver a conseguir un título de liga. Por lo que se ha visto en la cancha, todo indica que el City ya tiró la toalla en el plano local.
Por eso lo conseguido en la Capital One es tan importante, ya que permite maquillar una temporada irregular en la Premiere, le otorga otro galón al entrenador en su paso por Manchester y asegura que, independiente del final de temporada, el chileno se marchará obteniendo al menos una copa en su despedida del club.
Hoy todas las fichas de Pellegrini están puestas en la Champions League, la gran obsesión de la hinchada y la dirigencia de una institución que, en toda su historia, apenas en tres oportunidades ha superado la fase de grupos del torneo. Ese hito, precisamente, se ha producido con el ingeniero en la banca, el problema es que en las dos versiones anteriores el sorteo de los octavos de final lo puso frente al mejor equipo del mundo: el Barcelona. Ahora la cosa es muy distinta, porque tras ganar su grupo, los celestes se cruzaron con el Dínamo, un cuadro claramente abordable y ante el que está a un paso de instalarse entre los ocho mejores equipos de Europa.
¿Qué pasará con Pellegrini cuando termine la temporada? ¿Dónde estará su futuro? ¿A qué club llegará?
Depende mucho de lo que ocurra en la Champions, porque más allá de la probada trayectoria del chileno y de su capacidad para manejar planteles, en la máxima élite del fútbol internacional lo que pasó ayer no importa nada, sólo vale el momento presente. El mismísimo José Mourinho lo vivió en carne propia hace unos meses: mala campaña con el Chelsea y despedido a pesar de su innegable capacidad y glorioso currículum.
Si el City confirma su clasificación a cuartos de final en Europa, Pellegrini habrá cuajado una campaña positiva a nivel internacional. Pero si después mantiene el tranco y logra meterse en semifinales, no sólo puede pasar cualquier cosa, sino que además, de seguro, se le abrirán aún más las puertas de algún equipo importante de Europa al final de la temporada.
Queda mucho todavía. Veremos si el equipo del chileno estará a la altura.