Carlos Furche: “Hay que tener presente que existe una parte del trabajo en la agricultura que no podrá ser sustituida”
En un nuevo programa de Hub Sustentabilidad en radio Duna, la periodista Bárbara Pezoa, conversó con el Director Nacional del Instituto de Investigaciones Agropecuarias y exministro de Agricultura, Carlos Furche, sobre los nuevos desafíos y escenarios futuros para el sector agrónomo tras el auge de la tecnología e innovación.
En un nuevo capítulo de Hub Sustentabilidad en Radio Duna, Carlos Furche, director nacional del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) y exministro de Agricultura, abordó los desafíos que enfrenta la agricultura chilena en el contexto del cambio climático, el auge de la innovación tecnológica y las máquinas productivas y la conservación de recursos genéticos en miras hacia el futuro.
El auge de las nuevas tecnologías
Furche destacó que el cambio climático ha provocado una disminución sostenida de las precipitaciones en Chile durante las últimas décadas, afectando directamente al sector agrícola. “Lo primero que hay que marcar es que el cambio climático es estructural”, afirmó. Esta nueva realidad exige producir más alimentos con menos recursos, lo que implica una mayor incorporación de tecnología en los procesos agrícolas.
Sin embargo, la mecanización y automatización también han impactado el empleo en el sector, así como los intereses de las nuevas generaciones. “Gradualmente ha ido disminuyendo el número y la proporción de empleados en la agricultura”, señaló Furche. Actualmente, el sector emplea cerca de 550 mil personas al año, representando aproximadamente el 8% de la fuerza laboral total del país. En regiones como O’Higgins, Maule, Ñuble y La Araucanía, esta cifra asciende al 20%.
A pesar de la reducción en el empleo agrícola, Furche enfatizó que aún existen sectores que no pueden ser reemplazadas por máquinas, como la cosecha manual de cerezas o el trabajo en los packings de frutas, un rubro que ha sido cubierto principalmente por mujeres. Además, la tecnología requiere de mano de obra especializada para su operación y mantenimiento.
“Si bien seguirá disminuyendo el número de empleados global en la agricultura, hay que tener presente que hay una parte que no podrá ser sustituida”, expuso.
Semillas para el futuro
Durante la entrevista, destacó también el trabajo que ha hecho el INIA en el desarrollo de la variedad de arroz “Jaspe”, que consume la mitad de agua que los métodos tradicionales y emite menos gases de efecto invernadero. “Esta nueva variedad ya no necesita más la inundación”, explicó Furche, lo que permite su cultivo en zonas con suelos distintos a los tradicionales, ampliando las posibilidades de producción en el país.
El INIA también ha trabajado en la creación de variedades de trigo, avena y forrajeras más resistentes a la sequía y al frío, adaptándose a las nuevas condiciones climáticas. “Ese es el corazón del trabajo del INIA”, afirmó Furche, refiriéndose a los programas de mejoramiento genético y adaptación de cultivos.
En cuanto a la conservación de semillas, Chile ha participado en la entrega de semillas al Banco Mundial de Semillas de Svalbard, conocido como la “Bóveda del Fin del Mundo”, en Noruega. Para Furche, este trabajo representa una visión a largo plazo para la seguridad alimentaria. “La bóveda está construida para resistir terremotos, incendios, ataque nuclear, caída de meteoritos, etc. Es como una especie de arca de Noé moderna. Si ocurriera lo impensable... Desde ahí podemos volver a nacer”.
Además, el INIA cuenta con cinco bancos de semillas en distintos lugares de Chile, incluyendo uno en Vicuña, Región de Coquimbo, donde se resguardan adecuadamente prácticamente todas las semillas importantes del país, tanto ancestrales como actuales.
“¿Por qué es importante esto? Porque, por un lado, es una manera concreta de preservar la biodiversidad. Y, por otro lado, es importante preservarlas porque parte de ese material genético puede ser útil, a lo mejor dentro de 50 años. Pero para eso hay que tenerla en condiciones adecuadas. Entonces, ese trabajo que hace el INIA no lo hace nadie más", explicó.
Agricultura sustentable
El INIA ha desarrollado una línea de trabajo enfocada en la producción de bioinsumos, que son insumos agrícolas que desplazan el uso de agroquímicos, contribuyendo a una agricultura más sustentable. “Hay ejemplos notables de producción de bioinsumos que permiten atacar distintas enfermedades de las plantas”, mencionó Furche.
Asimismo, el instituto ha impulsado iniciativas de agricultura digital, como el sistema de producción Smartfield, que busca incrementar la producción, reducir costos y aumentar los ingresos mediante el uso de tecnologías inteligentes.
Furche también destacó la importancia de la transferencia tecnológica y la colaboración con organismos internacionales como la FAO y la CEPAL para generar mecanismos de digitalización de la transferencia tecnológica. “El proceso de generación de tecnología y de innovación solo se completa cuando los productores lo incorporan a su proceso productivo”, concluyó.
Escucha el capítulo completo aquí:
Lo último
Lo más leído
1.
3.
6.