Sustentabilidad

Trump impulsa la minería en aguas profundas, desafiando normas internacionales y tensando la geopolítica

Según medios internacionales, el gobierno de Trump está impulsando la minería en aguas profundas para asegurar minerales estratégicos, desafiando a la vez normas de la ONU y tensando el panorama geopolítico. La movida de Estados Unidos busca reducir la dependencia de China, pero enfrenta críticas por violar el derecho internacional y altos riesgos tecnológicos.

Minería submarina

En un movimiento que reconfigura la minería internacional, el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que impulsa la minería en aguas profundas, buscando asegurar minerales estratégicos para Estados Unidos y eludir los protocolos multilaterales que regulan la explotación de los fondos oceánicos.

La decisión, según medios internacionales como The Wall Street Journal y Nodal, marca la primera vez que Washington respalda abiertamente la extracción de minerales como cobalto, níquel y manganeso en aguas internacionales y en zonas de jurisdicción estadounidense. Estos recursos son considerados esenciales para la defensa, la infraestructura energética avanzada y la fabricación de tecnologías de punta, incluidas aquellas necesarias para la transición hacia energías renovables.

“La seguridad de la nación exige que desarrollemos rápidamente nuestras capacidades de minería y procesamiento en los fondos marinos”, declaró Trump, quien advirtió que, de no actuar, China consolidaría su control sobre la cadena de suministro global de minerales críticos.

Un desafío a la autoridad internacional

La maniobra de la Casa Blanca pasa por alto a la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA, por sus siglas en inglés), el organismo de Naciones Unidas con sede en Kingston, Jamaica, encargado de regular las actividades mineras en aguas internacionales. Desde hace más de una década, la ISA trabaja en un complejo y demorado código de minería, sin haber aprobado aún licencias de explotación.

Frustradas por falta de avances, empresas como la canadiense The Metals Co. (TMC) han decidido actuar. Tras meses de conversaciones con funcionarios estadounidenses, TMC anunció que, a través de su filial en Estados Unidos, comenzará la explotación minera bajo la Ley de Recursos Minerales Duros de los Fondos Marinos Profundos, aprobada en 1980. Esta legislación permite actividades mineras fuera de la jurisdicción nacional estadounidense sin necesidad de adherirse a los tratados de la ONU.

Según el medio estadounidense The Wall Street Journal (WSJ), la secretaria general de la ISA, Leticia Carvalho, advirtió que esta acción “socava la legitimidad del sistema multilateral” y constituye una violación del derecho internacional. Greenpeace, por su parte, calificó el movimiento como “una bofetada a la cooperación internacional”.

Urgencia estratégica e incertidumbre tecnológica

Según Allison Federika, directora de análisis de Geopolitical Futures para el medio Nodal, la minería en aguas profundas representa un paso estratégico en el esfuerzo de Washington por reducir su dependencia de China en la obtención de minerales críticos. Para 2022, Estados Unidos había identificado 50 minerales esenciales para su seguridad económica y nacional, y busca diversificar sus fuentes mediante la explotación del lecho marino.

Sin embargo, la iniciativa enfrenta desafíos técnicos y financieros, explica Federika. La tecnología para realizar minería a 3.000 o 6.000 metros de profundidad aún es incipiente y los costos de perforación y extracción son prohibitivos para muchas empresas. Junto con esto, la reciente bancarrota de Loke Marine Minerals, una empresa noruega que intentaba desarrollar proyectos similares, es un recordatorio de las enormes barreras de entrada.

Además, la falta de un marco regulatorio internacional claro aumenta el riesgo para inversionistas y operadores. “La minería en aguas profundas todavía no es legalmente viable a nivel internacional”, señaló Walter Sognnes, director de la quebrada Loke, para WSJ.

El impacto en la geopolítica global

Más allá del impulso económico, según Federika, la decisión de Trump podría alterar dinámicas geopolíticas en crisis. Estados Unidos estaría analizando consolidar alianzas estratégicas con países insulares del Pacífico, como Nauru o Kiribati, que poseen importantes depósitos de nódulos polimetálicos en sus zonas económicas exclusivas. Esto le permitiría actuar dentro del marco de la ISA utilizando filiales patrocinadas por estos Estados, evitando un conflicto directo con el derecho internacional.

No obstante, si Estados Unidos avanza unilateralmente en aguas internacionales, podría tensar sus relaciones multilaterales y abrir un frente de conflicto con naciones que defienden el principio de los océanos como patrimonio común de la humanidad.

La urgencia con la que Washington avanza en esta agenda refleja un cambio de paradigma: en la competencia estratégica del siglo XXI, el acceso a minerales críticos será tan vital como el control de rutas comerciales o bases militares.

En palabras de Gerard Barron, CEO de TMC: “Estamos a las puertas de una nueva era industrial. El país que domine los minerales de aguas profundas dominará el futuro tecnológico”.

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