60 horas en el fondo del mar: la milagrosa historia del hombre que sobrevivió en un barco hundido
Tras un accidente, Harrison Okene permaneció en la oscuridad de un pequeño espacio en el que pudo respirar, entre los restos del barco para el que trabajaba.
Cuando el nigeriano Harrison Okene abandonó su puesto como jefe de cocina en un hotel para trabajar en barcos dedicados a la extracción de crudo, pensó que sería una gran idea para potenciar sus ingresos económicos.
Así, no solo recibiría un mejor sueldo para mantener a su esposa y a sus hijos, sino que también tendría menos gastos, debido a que no habría dónde utilizar su dinero en medio del mar.
Si bien, la primera vez que ejerció como cocinero en esas condiciones fue en 2010 y no enfrentó ningún tipo de complicación —más allá de unos mareos durante los primeros días— , tres años más tarde se enfrentó al episodio más traumático de su vida.
Dicho incidente lo llevó a pasar 60 horas en un barco hundido en el fondo del océano, a unos 30 metros bajo la superficie marítima.
Y a pesar de que todos sus compañeros fallecieron y él pensó que su destino sería el mismo, finalmente pudo sobrevivir.
La milagrosa historia del hombre que sobrevivió en un barco hundido
En aquel entonces tenía 29 años y se encontraba a bordo de un remolcador, un tipo de barco que tiene el objetivo de ayudar a otras embarcaciones.
La tripulación estaba compuesta por 13 tripulantes —contándolo a él— y se encontraban a unos 32 kilómetros de la costa de Nigeria.
Su trabajo consistía en cocinar y alimentar a sus 12 compañeros, a quienes ya había conocido previamente y con quienes tenía una estrecha relación de amistad.
El nombre del barco era Jascon 4 y su primera vez como empleado de él fue en mayo de 2013.
A poco tiempo de haber empezado en el remolcador, sufrieron un accidente el 26 de mayo de ese año.
“Acababa de ir al baño. Cerré la puerta y estaba sentado sobre el inodoro cuando el barco se dio vuelta hacia el lado izquierdo”, recordó Okene en entrevista con el programa Outlook de la BBC, “lo siguiente que vi fue que el inodoro sobre el que estaba sentado de golpe estaba sobre mi cabeza”.
Según relató, el movimiento fue tan rápido que ninguno de sus compañeros logró subir a la cubierta antes de que se llenara de agua.
“La luz se apagó y los oí a todos gritando (...) Logré abrir la puerta y salir, pero no pude encontrar a nadie allí. La fuerza del agua me empujó hacia una de las cabinas y quedé atrapado”.
Fue precisamente así cómo quedó posicionado en una pequeña burbuja de aire, en la que podía seguir respirando oxígeno a pesar de que el Jascon 4 se estaba hundiendo.
“Caía rapidísimo. Yo estaba en pánico. Oía a la gente gritar, llorar. Eran las cinco menos diez de la mañana, así que algunos de mis compañeros todavía estaban durmiendo. Gritaban pidiendo ayuda. Escuchabas el agua burbujear a medida que iba entrando a los distintos espacios y luego, silencio”.
Una vez que el barco tocó fondo, Okene supuso que era el único que seguía con vida, acorralado en ese pequeño espacio de la cabina en el que podía respirar.
El agua le llegaba hasta la cintura, solo vestía unos calzoncillos, tenía frío y apenas podía ver en medio de la oscuridad.
Estuvo en esas condiciones por dos días, bajo la esperanza de que vendrían a rescatarlo, pero ante la ausencia de señales, decidió probar por su propia cuenta.
Tomó una linterna que encontró amarrada a un chaleco salvavidas y nadó hasta la siguiente cabina buscando una salida, pero no había caso. Estaba atrapado.
Y para empeorar el escenario, la linterna dejó de funcionar.
Desesperado en medio de la oscuridad, sabía que las posibilidades de sobrevivir eran mínimas, pero no perdió la esperanza.
Sin embargo, la situación era tan compleja que incluso aseguró al citado medio que recuerda cómo algunos peces comían de las heridas que le dejó el trágico episodio.
Por su parte, él no tenía ni agua potable ni comida a su disposición.
“Pensé en mi esposa, en mi madre. Pasé el tiempo cantando alabanzas”.
Cómo fue el rescate tras 60 horas en el fondo del mar
Mientras Okene concentraba todas sus fuerzas para sobrevivir, en tierra firme se le informó a las familias de los tripulantes que todos habían fallecido en el Jascon 4.
No obstante, la empresa propietaria del remolcador, West African Ventures, contrató a especialistas para que recuperaran los cadáveres, quienes eran de la empresa de buceo neerlandesa DCN Global.
Enviaron a tres buceadores al barco y posicionaron a un supervisor que los seguía por cámara en la cubierta de una embarcación, para así revisar la seguridad del operativo.
El equipo bajó en una cámara presurizada a las profundidades del océano y sus miembros identificaron rápidamente al Jascon 4.
Cuando empezaron a romper las puertas para entrar, Okene supo que era la oportunidad que estaba buscando, así que golpeó insistentemente las paredes de la cabina para llamar su atención.
“Ya casi no había oxígeno en la burbuja de aire, me estaba costando respirar”, contó a la BBC.
Así que, cuando vio el reflejo de una linterna, se sumergió para tratar de ubicar la fuente de esa luz. Así, cuando vio que el agua burbujeaba, dedujo que era un buceador.
Su nombre era Nicolas van Heerden y según relató al citado medio, sentir cómo alguien lo tocaba en medio de ese escenario fue “el momento más aterrador de toda mi carrera”.
“Aunque obviamente el terror fue rápidamente reemplazado por adrenalina y emoción por haber hallado a alguien con vida”, precisó.
Okene enfatizó que solo lo tocó para después alejarse, porque era consciente de que se podía asustar. De hecho, dijo que no solo sentía miedo, sino que en un momento “no estaba seguro de que fuera un humano”.
Para su suerte, efectivamente lo era.
De esta manera, tras encontrarlo, los rescatistas le llevaron un equipo de buceo y lo condujeron para que saliera de ahí sin hacerse daño. El camino bajo el mar estaba lleno de barro, así que fueron lentamente.
Ya a salvo en la cámara presurizada, le confirmaron que él había sido el único sobreviviente, por lo que no pudo evitar llorar.
Sus compañeros de barco, sus amigos, los mismos con quienes compartía a bordo y quienes le contaban sus vivencias personales, habían perdido sus vidas en el Jascon 4.
“Sobreviví, pero es una experiencia que no le deseo a nadie”, manifestó Harrison Okene.
Tras el traumático episodio, el nigeriano debió pasar tres días en una cámara de descompresión dentro del barco rescatista, para así normalizar sus niveles de nitrógeno y evitar que sufriera un infarto u otra complicación médica.
Y cuando le dijeron a su familia que había sido encontrado vivo, su esposa se desmayó y debieron llevarla al hospital. Aunque según Okene, no pasó a mayores y se alegró por milagrosa noticia.
Después de ese periodo en la cámara, fue llevado en helicóptero a un recinto médico para que le hicieran una revisión. Y una vez que fue dado de alta, pudo volver a su casa con su familia, amigos y otras personas que estaban sorprendidas con su historia.
En ese momento, se prometió a sí mismo que nunca más se acercaría al agua, pero al poco tiempo se enfrentó a otro accidente: su auto se salió de un puente y él y otra persona que iba en el interior cayeron a un lago.
Ahí no solo salvó su vida, sino que también la de su acompañante. Fue tras ese episodio que decidió convertirse en buzo profesional.
“Había dicho que nunca volvería al océano, pero sigo ahí porque sé que es donde debo estar, es mi ambiente y siempre estaré cerca de él (... ) Es mi destino, es como Dios quería que fuera”, sentenció Okene a la BBC.
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