Escohota Nocturno

Antonio Escohotado: "La prohibición de las drogas tendrá que retirarse entre susurros"

El filósofo español, autor superventas y activo promotor del fin de la penalización del consumo de drogas, una especie de Keith Richards suelto en los pasillos del CEP, define cómo ser un buen liberal en los tiempos que corren y crítica la vía uruguaya para legalizar la marihuana: "Es una medida tomada por subnormales jurídico-farmacológicos".


"Verdad que pedimos una cerveza… Demoran mucho. ¿Qué clase de lugar es este que no tiene cerveza?".

El que hace esta pregunta es Antonio Escohotado -filósofo, ensayista y profesor universitario español de 77 años- y la clase de lugar en que se encuentra es el CEP, el Centro de Estudios Públicos, el tradicional think tank liberal ubicado en calle Monseñor Sótero Sanz, Providencia. Un sitio al que fue invitado a dar una charla sobre liberalismo y que, por lo menos la tarde de octubre en que transcurre esta entrevista, es la clase de lugar donde no hay cervezas.

La conversación ya lleva unos 15 minutos y Escohotado, famoso por sus ensayos superventas y por recorrer el mundo en conversatorios sobre cómo ser un buen liberal, se acordó de su cerveza. En su país es también un personaje pop, un polemista, un ex preso, ex hippie, ex voluntario del Viet Cong, ex traductor de libros, ex habitante de Ibiza y uno de los principales promotores del fin de la penalización al consumo de drogas.

Súbitamente, a la sala del CEP entra Jorge, uno de los seis hijos de Escohotado, y que oficia como una suerte de mánager. Trae un pack de cuatro cervezas que debe haber comprado en un almacén del sector. Su padre se pone contento, y va abriendo cervezas para acompañar los cigarros que prende uno tras otro.

Escohotado -quien cuenta que en estos momentos se debate entre la alergia y el dolor de cadera- se reincorpora a la entrevista y se despacha una frase que dice mucho de él: "Hay una tendencia a llamar liberales a los conservadores y a que los conservadores se autodenominen liberales y eso digamos que huele a mentira".

-¿Qué diferencia a un liberal de un conservador?

-Que el liberal está abierto al cambio, siempre que este tenga justificación, y el conservador le teme y siempre piensa que todo tiempo pasado fue mejor. Es un pesimista, y ésa es la forma sensible e inmediata de presentar al conformista. Si el liberal fuese conformista no sería liberal: su apuesta por la libertad es por la apertura, por el cambio. Eso entre nosotros, no entre los ricachones que antes se llamaban de derecha y hoy se llaman liberales; ahí no lo sé porque no soy ricachón ni me interesan.

-Hay personas que son extremadamente liberales en lo económico, pero en lo valórico son muy conservadores. ¿Puede coexistir en un liberal esa dualidad?

-Ellos verán. Yo no lo soy, pero cada cual decidirá si es coherente o no ser, como dicen los argentinos, "en esto franco y sincero y en aquello careta y recareta". Es una decisión individual.

-¿O sea que los puede haber?

-Si les parece coherente. A mí no me cuesta ser liberal en todo, desde que tengo uso de razón.

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En su paso por el CEP, Escohotado -terno gris que le queda algo grande, camisa blanca, corbata negra- planteó lo que viene planteando desde los 80, cuando publicó su libro más famoso Historia general de las drogas (1989): que no basta con legalizarlas; hay que ir más allá y derogar su prohibición. Del tema sabe: ha reconocido haber experimentado con prácticamente todas las drogas y fue amigo de Albert Hofmann, el mítico químico suizo que sintetizó el LSD.

-Usted habla de derogar la penalización de las drogas, ni siquiera de legalizarlas.

-El experimento ha sido prohibir y por tanto lo que habría que derogar es el experimento. Unos dirán que eso tenía buena fe y otros, como yo, que nunca la tuvo. Pero da igual; si el experimento lo que quería era reducir la oferta de drogas ilícitas y la cantidad de personas que las toman, evidentemente ha fracasado y, de paso, ha creado las mayores estructuras criminales en la historia humana.

-¿Cómo se concreta lo que usted plantea?

-No legalizando. ¿Ahora también vamos a legalizar ir de paseo, fornicar, amar o estudiar? Qué locura. Hubo un experimento y no resultó, pues igual como se derogó la ley seca se derogará ésta. Lo que pasa es que como duró más tiempo, comprometió a más gente y ha sido lo único que ha aglutinado a comunistas, no comunistas e indecisos, lo que antes se llamaba primero, segundo y tercer mundo.

-¿Pero esta guerra fracasó?

-Sí, y ahora tendrá que irse entre susurros. Igual que la cruzada contra la brujería y la persecución a la disidencia sexual.

-¿Usted propone derogar la prohibición del consumo sin distinción de drogas? ¿Lo mismo para la marihuana y, por ejemplo, la heroína?

-Sin distinción de ninguna especie.

-Hay experiencias de legalización de drogas en el mundo, como Canadá o Uruguay. ¿Cómo las evalúa?

-Canadá está bien, pero Uruguay es una cagada ridícula, es otra forma del experimento porque quien toma la medida no sabe de la materia. Es una ridiculez, te dicen cuál es la proporción de THC (el compuesto psicoactivo del cannabis) que tienen que tener las plantas y donde se deben vender. Es decir, mantienen perfectamente la estructura de mercado negro, es sólo una forma de potenciar el mercado negro, una medida tomada por subnormales jurídico-farmacológicos.

-¿Dónde usted vendería cada droga?

-Seguiría respetando las reglas del pasado y se verá que unas se van al herbolario, otras a la farmacia, otras a los departamentos de química de las universidades y otras se quedarán en el campo donde existen como plantas. Durante tres mil años la humanidad se ha autorregulado con esas sustancias y ahora ha venido este experimento de decir "vamos a protegerte de ellas", y ahí están los efectos.

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Historia general de las drogas fue escrito por Escohotado durante su estancia en la cárcel de Cuenca, en España. Cayó ahí en diciembre de 1988, después de que lo arrestaran por tráfico de cocaína, acusado de comandar "la mafia hippy", que supuestamente dirigía desde la mítica discoteque Amnesia, que él fundó en Ibiza en 1976.

A la isla había llegado en esa década para vivir sin luz ni agua potable, experimentando con drogas como la mezcalina y el LSD y viviendo el sueño del amor libre, financiándose con las traducciones de libros de Hobbes, Jefferson y Newton. Antes, claro, de que a la isla llegaran las fiestas electrónicas y se transformara en una gran rave flotando en el Mediterráneo.

"Redacté las 1.600 páginas de Historia general de las drogas estando preso por, textual, 'tentativa imposible de tráfico de drogas'", cuenta Escohotado, y se larga: "¿Por qué imposible? Porque quienes compraban y vendían eran policías, sólo que disfrazados de gánsteres y yo fui lo bastante bobo como para colaborar. A los otros implicados les metieron ocho años, y a mí y al tonto de mi amigo, que nos dejamos engañar, dos. En ese bendito año, que me confirieron por buena conducta, me incomunicaron y me metían la comida por debajo de la puerta, por eso pude estar sin hablar con nadie. Así conseguí una concentración altísima. Si repasas el libro, que por cierto me sacó de pobre, te darás cuenta de que es bastante difícil de redactar durante un año".

Ya fuera de la cárcel, Escohotado se transformó en uno de los principales críticos de la guerra contra las drogas en su país y en el extranjero. Ese tema lo llevó a participar en 1996 en un debate de la televisión argentina que terminó en una orden de detención en su contra por supuesta apología al consumo de drogas, y el mismísimo Diego Armando Maradona, quien había reconocido su adicción a la cocaína y por esos días era rostro de una campaña antidrogas patrocinada por el gobierno, lo acusó de ir a vender droga en los colegios. "Hay chicos que están en la duda de entrar o no (a las drogas) y ahora esto los libera totalmente de hacer cualquier gilada", decía el futbolista.

"Fue genial, lo pasé fantástico -recuerda Escohotado, riendo, mientras prende otro cigarro-. Yo ya había vuelto a España cuando se emitió el programa, y a las 24 horas me planté en el aeropuerto de Ezeiza y les dije: 'Señores tanguistas, ¿de qué me atacan, de qué me acusan?'. En 24 horas estaba sobreseído".

-En esa época, Maradona era aún más importante de lo que es hoy para los argentinos.

-Eso es lo que me dijeron los magistrados de la Corte Suprema: "Escohotado, no se gaste un céntimo en litigar contra Maradona. Él es dios, todo lo que gaste en esa querella criminal lo va a perder".

-Con ejemplos del efecto de las drogas como el mismo Maradona, los carteles mexicanos o las guerrillas en Colombia, ¿es muy difícil defender su postura?

-He hablado con capos importantes en cárceles que dicen: "Por fortuna no te van a hacer caso, son demasiado hipócritas para hacerlo. Y si te hacen caso, se nos acaba el negocio y tú eres el primero en morir".

-¿Cómo educó a sus hijos en el tema de las drogas?

-Diciéndoles la verdad simple, pero sin ostentación. Sin jactarme, presumir o decir esto es bueno o malo. Les dije: "Esperad a los 18, si los descubro antes les doy un tortazo a cada uno y les meto un castigo que os vais a enterar".

-¿Usted sigue consumiendo drogas?

-Constantemente, cada vez más.

-¿Cuáles son sus favoritas?

-Esto ya es un poco indiscreto, digamos que todas en general.

-¿Hay alguna de la que haya pasado?

-Sí, cuando estuve haciendo experimentos con cloroformo, éter, con piel de sapo, con extractos de salvia divinorum. Son experiencias que no repetiría.

-¿Las distintas drogas entregan distintas experiencias o son un cóctel, un conjunto?

-Piensa la pregunta y verás que no tiene sentido.

-¿Cree que va a alcanzar a ver la derogación de la prohibición de las drogas?

-Soy relativamente bueno como analista, pero pésimo como profeta. Aunque creo que sí, que he ganado el pulso: empecé en España el 83 en el primer debate sobre esto con todos horrorizados viéndome decir que las drogas son neutras, que los que no somos neutros somos los seres humanos. Las drogas son tan neutras como la dinamita; hay gente que ve que les sirve para hacer túneles y salvar vidas o también para destruirlas. Si eso no lo quieren ver con las drogas, allá ellos.

La caída de la corrección política

Esta fue la primera visita a Chile de Antonio Escohotado. Aunque dice que es un país del que siempre sabe: cuenta que su mujer de hace 30 años, la española Beatriz Falabella, es descendiente de quienes fundaron este gigante del retail. El español vino a nuestro país para presentarse el 29 de octubre en el Centro de Estudios Públicos (CEP). Ese día compartió mesa con el director del think tank, Leonidas Montes, y el fundador de The Clinic, Patricio Fernández, en la charla "Hablemos de liberalismo". Allí, abarcó algunos de los temas que toca en su último libro, Los enemigos del comercio, donde analiza el comunismo y lo emparenta moral e intelectualmente con el cristianismo.

-¿Qué opina de la llegada de líderes autoritarios al poder como Jair Bolsonaro o Donald Trump?

-No sé, imagino que Bolsonaro se desvelará autoritario, pero por ahora son sólo palabras. Lo que veo es que, al igual que en el caso de Trump y de Macron (Presidente de Francia), todos los partidos recogidos al paraguas de lo políticamente correcto se van al garete.

-¿La gente busca una respuesta contra lo políticamente correcto?

-Se ha corrompido o se ha podrido el árbol llamado corrección política, se le ha visto el plumero a la corrección política. Entonces, no son ellos (los políticos) el personaje. Es el pueblo de cada uno de sus países, que ha dicho "estoy harto. Las próximas elecciones voy a votar cualquier cosa que no forme parte de ese grupo. Da igual de que sea la derecha o la izquierda".

-¿Qué rol juegan hoy los liberales frente a la aparición de este tipo de líderes autoritarios?

-No creo que sean autoritarios. Veremos cuando lleguen. Por ejemplo, Trump no se puede decir que es autoritario. Seis meses antes de ser elegido se decía que tenía mil causas pendientes por fraude, estupro, violación y nada se ha concretado. Lo único que quedó clarísimo es que había una conspiración de la más prestigiosa prensa americana contra él. El pueblo americano no lo ha dudado y, bueno, ha ganado. A mí me parece un botarate; porque lo odioso es la corrección política o el Papa dándose abrazos con Maduro o Fidel Castro. Eso es odioso.

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