Es una de las obras de arte más destacadas de Leonardo da Vinci. Y también, una de las piezas que más ha llamado la atención a lo largo de la historia.
La Gioconda o Mona Lisa suele llamar la atención por el gesto que se aprecia en el retrato, el cual puede ser —o no— una sonrisa dependiendo de desde dónde se le mire.
Si bien, numerosos especialistas han esbozado teorías en torno a esta mítica expresión, una nueva investigación científica liderada por químicos franceses concluyó que el misterio detrás de la obra va mucho más allá.
Qué concluyeron los científicos sobre la Mona Lisa
El trabajo, que fue publicado en el Journal of the American Chemical Society, asegura que el artista solía experimentar con los métodos que utilizaba para desarrollar sus obras.
Aquello tanto en técnicas como en materiales.
Es precisamente sobre este último punto que centraron su investigación. Desde su análisis, Leonardo da Vinci utilizó una particular mezcla de óleo al plomo para la capa preliminar, un factor que hasta ahora no había sido mayormente estudiado en el cuadro.
En este sentido, los autores encontraron plumbonacrita en un diminuto fragmento, según rescató El País.
Dicho punto es clave, debido a que ese mineral no era de uso común para pintar en la época en que hizo la obra, es decir, entre 1503 y 1519.
Uno de los responsables de la investigación, Víctor González, manifestó al citado medio que este trabajo “aporta nuevas informaciones sobre la paleta” del artista y que sus conclusiones pueden ser “útiles para la comprensión y la preservación de sus pinturas”.
Para poder concretar estos hallazgos, participaron representantes del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS, por sus siglas en francés), el Laboratorio Europeo de Radiación Sincrotrón (ESRF), el Museo del Louvre y el Ministerio de Cultura de Francia.
Asimismo, el pequeño fragmento que utilizaron fue encontrado en el lado superior derecho del cuadro y mide menos de 100 micras.
Para hacerse una idea, una micra equivale a una milésima parte de un milímetro.
Junto con ello, González precisó que Leonardo da Vinci no utilizaba plumbonacrita como pigmento ni parte de su paleta, sino que más bien, se presume que ese fue el resultado que se generó a partir de reacciones químicas en el cuadro mismo.
Bajo su revisión, es probable que haya usado un compuesto llamado óxido de plomo y lo haya mezclado con aceite, para así dar con una mixtura de consistencia espesa.
La coautora del estudio y miembro del ESRF, Marine Cotte, manifestó que anteriormente ya se había detectado plumbonacrita en los cuadros de Rembrandt en 2019, lo que favoreció a que algunas de sus obras tuvieran una sensación de claroscuro.
Esa fue una de las pistas que ayudó a la reciente investigación, aunque también hubo otras de relevancia, como unas muestras de plumbonacrita y partículas no disueltas de óxido de plomo que hallaron en La última cena.
De la misma manera, encontraron una página del Códice Arundel en donde hacía referencia al óxido de plomo. Sin embargo, no en el ámbito de la pintura, sino que en el de la farmacéutica.
“Pensamos que si lo usó para remedios, es probable que lo usara también para la pintura”, sentenció Cotte a El País.