En el Cretácico Superior convivieron varios grupos de dinosaurios carnívoros, como los velociraptorinos o los tiranosáuridos, pero ¿todos eran igual de carnívoros? Un nuevo estudio, liderado por científicos españoles y que ha analizado restos de dientes de estos animales extintos, dice que no.

Los resultados se publican en la revista Current Biology, en un artículo en el que sus autores constatan que los dinosaurios no estaban necesariamente en competencia directa para conseguir alimento, si no que algunos se alimentaban de presas más grandes y luchadoras y otros se conformaban con comida más blanda o pequeña.

Para llegar a sus conclusiones, los investigadores, liderados por Angélica Torices de la Universidad española de La Rioja, hicieron un minucioso examen de los patrones de desgaste y el modelado de los dientes aserrados de cuatro tipos de dinosaurios terópodos: dromeosáuridos, velociraptorinos, troodóntidos y tiranosáuridos.

Los restos, estudiados con distintas técnicas de microscopía, 3D y simulaciones, fueron hallados tanto en la zona de Alberta (Canadá), como en áreas españolas del Pirineo sur y el Condado de Treviño, en Burgos (norte).

Estos tienen edades entre los 80 millones de años hasta los 67 millones de años, explica Torices, quien subraya que todos estos dinosaurios vivieron en la misma escala temporal geológica, el Cretácico Superior, y prácticamente en el mismo tipo de ecosistema.

Los investigadores, entre ellos también científicos de la Universidad de Zaragoza, la Universidad de Toronto y la de Alberta, ambas en Canadá, constataron que todos estos dinosaurios utilizaban la misma técnica, el mismo patrón a la hora de comer, es decir, mordían a través de un sistema de punción y luego tracción.

En todos los dientes examinados aparecieron unas estrías paralelas a los dentículos o sierras y otras oblicuas: las primeras son producto de cuando los dientes se introducen en la presa -mordida- y las segundas del desgarre, cuando los dinosaurios tiraban hacia atrás de la carne con las mandíbulas cerradas.

Esto implica que todos ellos, a pesar de sus diferencias morfológicas en las sierras, aplicaban un mismo modelo, el de incisión o agarre y después desgarre de la carne, resume Torices.

Sin embargo, los científicos encontraron diferencias en cómo estos dentículos estaban reaccionando a la mordida.

Para comprobarlo utilizaron una técnica de ingeniería que se llama análisis de elementos finitos y que se usa para calcular el estrés al que puede ser sometida una máquina, en este caso los dientes, y si este produce o no algún tipo de ruptura en ella.

Así, se elaboraron modelos tridimensionales de los tres tipos de dientes de los dinosaurios carnívoros -con dentículos redondeados, más apuntados o ganchudos- y en simulaciones aplicaron a estos modelos la fuerza de una mordida de dragón de Komodo, el lagarto más grande del mundo con unos dientes muy similares a estos dinosaurios.

Las simulaciones se hicieron con una variedad de ángulos de mordida para desgarrar la presa y ahí se vieron las diferencias.

Estas pruebas, donde se observa la magnitud del estrés en los dientes -a mayor estrés más posibilidades de ruptura-, indican que tanto los dromeosáuridos como los tiranosáuridos estaban bien 'equipados' para escoger presas con más dificultades, más duras o para procesar hueso en su dieta.

Sin embargo, los troodóntidos preferían presas más blandas como los invertebrados, más pequeñas, que podían ser tragadas enteras o inmóviles como la carroña; todas ellas requerían una mordedura menos poderosa; los velociraptorinos estarían entre uno y otro grupo.

El siguiente paso de los investigadores es desarrollar modelos más complejos para entender mejor el proceso de mordedura.