Extracto del curso Coaching y trabajo en equipo
Ante los grandes desafíos de transformación, las compañías han ido evolucionando vertiginosamente, dando paso a nuevas formas de trabajo que se ajustan para dar respuesta a las necesidades de los clientes en tiempo real. Así, los equipos deben aprender rápido, de manera permanente y con la mirada puesta en el futuro.
En este contexto, el trabajo en equipo se ha transformado en un “valor” fundamental, y el Coaching en la herramienta clave de un nuevo estilo de liderazgo, que viene a reemplazar el estilo autocrático y directivo de otras épocas.
Cuando hablamos de equipos nos referimos a un grupo de personas diversas, donde se mezclan distintas características, habilidades, conocimientos y experiencias, las que contribuyen de manera conjunta y coordinada al logro de un objetivo compartido. Este tipo de relación es producto de un propósito común que genera un sentido superior, el cual logra alinear los objetivos individuales, deja a un lado la competencia y da paso a un sentimiento de copropiedad.
Otra manera de entender a los equipos es verlos como una red de conversaciones al servicio de una red mayor -sus “stakeholders”-, los clientes, los accionistas, los empleados, la comunidad, entre otros. Así, el tipo y calidad de las conversaciones que se sostengan al interior de un equipo, la capacidad de hacerse preguntas poderosas que los vuelquen a la reflexión y la capacidad de aprender de las experiencias vividas, serán indicadores críticos del desempeño y del clima.
Lograr que un grupo se transforme en un equipo no es tarea sencilla, requiere de un estilo de liderazgo inspirador y consistente en el tiempo, que logre conectar la tarea del día a día con la capacidad que tiene ese equipo de agregar valor en su quehacer.
Coaching: el camino del cambio y el aprendizaje
Cuando hablamos de aprendizaje, el Coaching se transforma en el gran protagonista. En la actualidad, nos enfrentamos a una avalancha de información, donde el conocimiento está disponible a sólo un “clic”. Sin embargo, el aprendizaje en una persona sólo se constata cuando es capaz de hacer y obtener resultados distintos, por eso lo importante de la frase que señala que “saber y no hacer, es no saber”, donde una de las principales acciones de aprendizaje y, por ende, de cambio, consiste en desafiar paradigmas y modificar estilos de relacionamiento, lo que redunda en un cambio en la forma en que se ve a sí misma y a su mundo de relaciones.
El Coach, que se traduce muchas veces como entrenador, es quien se dedica a enseñar herramientas que favorecen el autoconocimiento, capacidad de analizar situaciones y habilidad para generar un comportamiento ad hoc de manera que se lleven a cabo los cambios requeridos con miras a obtener el logro esperado. El Coach se pone al servicio de la persona o equipo, favoreciendo experiencias que les permitan identificar las barreras y paradigmas que no le permiten su óptimo desempeño, mostrando aquello que no son capaces de ver por sí mismos, de manera que puedan desplegar nuevas acciones.
Las habilidades centrales del coaching son la escucha profunda, el respeto incondicional, la habilidad de hacer preguntas movilizadoras, que rompan el status quo y que obliguen a replantearse el cómo están abordando situaciones de alta frustración o bajo resultado, a fin de romper el círculo vicioso de hacer “más de lo mismo” y logren hacer algo distinto.
Una persona no se convierte en Coach de la noche a la mañana, pues necesita desarrollar estas habilidades para obtener lo mejor del otro, y principalmente haber incorporado una meta-competencia (“enseñar a aprender”), que será la base de su rol.
El trabajo en equipo y el Coaching son dos metodologías fundamentales para llevar a las organizaciones a un alto nivel de desempeño.
Pregunta a las profesoras: ¿Cómo saber si un equipo puede alcanzar el alto desempeño?
Un grupo que está alineado en torno a un propósito común y se coordina de manera efectiva, que establece normas de funcionamiento y los miembros están dispuestos a respetarlas, desarrollan la capacidad de aceptar y gestionar las diferencias como fuente de valor para el equipo. Cuando esto ocurre, se están dando las condiciones para ser un equipo de alto desempeño.
Existen ciertos elementos que nos pueden llevar a considerar que un equipo es de alto desempeño. Básicamente, son características que deben ser compartidas por cada uno de sus miembros, las que ayudarán a que se pueda alcanzar esta denominación
Pero, ¿cuáles son los indicadores básicos de éxito? Primero, es muy importante que dentro del equipo exista un sentimiento de logro y que los resultados satisfagan no sólo a los clientes, sino también a los objetivos propios del equipo. Es decir, es clave que se sientan orgullosos de su resultado.
En segundo lugar, es de suma importancia que las interacciones dentro del equipo sean positivas. Según estudios de Daniel Goleman, autor del libro “Inteligencia Emocional en la Empresa”, el clima organizacional impacta en un 30% en la gestión del negocio. Por tanto, es relevante que en el ambiente de trabajo exista confianza entre sus miembros, que sea grato y satisfactorio. Debe abundar la retroalimentación, idealmente con mayor énfasis en la dimensión de reconocimiento más que de crítica constructiva.
Un último punto es el aprendizaje. Es importante que las personas sientan que el trabajo en equipo les agrega valor; deben sentir que su gestión no sólo es más efectiva cuando trabajan con otros, sino que además crecen y se desarrollan constantemente. De esta manera, quienes consideren que están aprendiendo al trabajar en equipo, valorarán este trabajar en conjunto, posibilitando así alcanzar un alto desempeño.