Cómo es el castillo de Wewelsburg, que los nazis quisieron convertir en el centro del mundo
La historia del palacio alemán fue alborotada desde sus inicios: fue destruida por el ejército sueco en la Guerra de los Treinta Años, operó como prisión y una de sus torres fue alcanzada por un rayo.
Los castillos han sido un componente fundamental en la historia de Europa. Lo que en algún momento fue residencia de la realeza y escenario de guerras, ahora es visitado por millones de turistas.
Solo en Alemania existen más de 25.000 monumentos de ese tipo. De ellos, resalta uno que no solo se caracteriza por ser el único que tiene forma de triángulo, sino que también porque durante la Segunda Guerra Mundial fue arrendado por un importante líder nazi para convertirlo en un sitio de formación y de culto de las Schutzstaffel (SS), la organización paramilitar del Partido Nazi de Adolf Hitler.
Se trata del castillo de Wewelsburg, situado al norte del estado federado Renania del Norte-Westfalia.
Cuál es el origen del castillo de Wewelsburg
El castillo de Wewelsburg fue levantado a partir de cimientos de construcciones anteriores entre 1604 y 1609 para que fuera residencia del príncipe-obispo de Paderborn Dietrich von Fürstenberg.
Su historia fue alborotada desde un principio: durante la Guerra de los Treinta Años, el ejército sueco decidió destruir el monumento. El proceso de reconstrucción partió en 1650 a cargo del príncipe Theodor Adolf von der Reck y más tarde su sucesor Ferdinand von Fürstenberg terminó la reparación, tras lo cual el palacio quedó con cúpulas en sus tres torres.
Se cree que el monumento fue usado para encerrar a mujeres acusadas de brujería, así como también a prisioneros durante la Guerra de los Siete Años, desde 1756 a 1763, donde el príncipe-obispo de Paderborn se alió con los prusianos.
Los fenómenos de la naturaleza también contribuyeron en su deterioro. En 1815 un rayo cayó sobre la torre norte, tras lo cual las vigas del techo se quemaron y el interior de esa torre se desmoronó.
En 1928, tras intensas negociaciones, el distrito de Büren se convirtió en el propietario del castillo. La idea era darle una nueva vida y así se hizo: en su interior se inauguró el museo de historia local, un albergue juvenil, un restaurante y un salón de caballeros, donde se podían realizar conferencias y actos culturales.
Sin embargo, a finales de esa década el distrito de Büren fue gravemente afectado por un acontecimiento mundial: la crisis económica. Eso gatilló que los trabajos de mantenimiento en el castillo fueron vistos como un gasto innecesario.
La situación se volvió aún más compleja en 1933, con la llegada de los nacionalsocialistas al poder en Alemania.
Cómo llegaron los nazis al castillo de Wewelsburg
Una vez que el nazismo llegó al poder, Heinrich Himmler, el Reichsführer de las SS, la máxima autoridad de la organización, comenzó a buscar un castillo para transformarlo en una escuela de líderes de las SS.
Un barón del distrito de Büren se enteró de la búsqueda de Himmler y lo animó a que visitara el castillo de Wewelsburg. Apenas lo vio, el líder nazi quedó cautivado.
En 1934, un año después de la primera visita, Himmler y el distrito de Büren firmaron un contrato de arrendamiento que duraría 100 años, por el simbólico precio de 1 Reichsmark por año.
Según explica la BBC, desde un principio el propósito era que el castillo de Wewelsburg se convirtiera en un centro de formación para las SS, donde se pudiera fortalecer su “estatus de élite” en Alemania.
Esa formación, precisamente, incluiría diversas disciplinas que le interesaban a Himmler: genealogía, arqueología, prehistoria e historia antigua. Todo eso ayudaría a instruir a quienes pasaran por el centro.
Sin embargo, eso no fue lo único. Y es que Himmler, un aficionado al ocultismo, imaginaba con crear una nueva religión alemana y pseudopagana que permitiera destruir al cristianismo. Las SS, por su parte, cumplirían un rol crucial para adoctrinar a la sociedad alemana en esa religión.
De acuerdo al medio británico, el castillo de Wewelsburg también tendrían un papel significativo en ese proceso al ser escenario de festivales, rituales y ceremonias donde se casaban líderes de las SS.
Por otra parte, se cree que hubo un factor determinante para que Himmler eligiera el castillo de Wewelsburg. Y es que este monumento renacentista está ubicado en las cercanías del bosque de Teutoburgo, que es donde las fuerzas germánicas lograron derrocar al ejército romano en el año 9 d.C.
Himmler, que no solo era fanático del ocultismo sino que también de lo relacionado a la época medieval, creía que era importante tener ese tipo de vínculos con el pasado, comentó a la BBC Kristen John-Stuke, directora Kreismuseum Wewelsburg. Y para que Wewelsburg tuviera un aspecto mucho más medieval, exigió realizar modificaciones que incluyeran sacar el yeso de los muros y la presencia de un foso alrededor del palacio. Luego, lo llamó “centro del mundo”.
El destino del castillo de Wewelsburg
Los planes de Himmler de modificar el palacio alemán llegaron a tal punto que, en 1940, se creó un campo de concentración privado llamado Niederhagen.
En ese campo se llegó a albergar a casi 4.000 prisioneros, quienes eran obligados a trabajar como mano de obra. La mitad de ellos falleció producto de la violencia y los abusos a los que eran sometidos a diario.
Pero tres años después de que se inaugurara el campo, las obras de construcción quedaron en pausa, y con ello, el proyecto de Himmler.
En 1945, las tropas de las SS intentaron volar Wewelsburg por orden de Himmler. Si bien el fuego alcanzó una parte del edificio, otras lograron mantenerse en pie, como la torre norte. Al mismo tiempo, las tropas estadounidenses lograron rescatar a 42 prisioneros del campo de concentración.
John-Stuke explicó que la torre norte del palacio continúa “siendo original, como fue en la década de 1940″.
En su interior hay dos habitaciones de importancia, de las cuales una corresponde a una cripta. Esta cuenta con 12 pedestales que están distribuidos cerca de las paredes. Se estima que la iluminación, la acústica y otros detalles de la sala fueron especialmente pensados para que existiera una atmósfera enigmática y majestuosa.
Mientras tanto, en lo que funcionó como capilla del castillo se ubica el Salón de los Líderes Supremos de las SS que tiene 12 columnas, ventanas al estilo de una iglesia y bóvedas. En el suelo se encuentra el Sol Negro, símbolo que mezcla a la rueda solar, la esvástica y la runa de la victoria en un mismo lugar.
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