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Cómo fue que una colilla de cigarro ayudó a resolver un asesinato cometido hace 30 años
El crimen ocurrió en Escocia. Se desarrollaron distintas investigaciones hasta que, finalmente, el asesino fue declarado culpable, más de tres décadas después.
Fue la madrugada del 27 de septiembre de 1984 cuando ocurrió el asesinato de Mary McLaughlin, madre de 11 hijos, residente en Escocia.
En el momento de su muerte, la mujer tenía 58 años.
McLaughlin fue atacada en su departamento, ubicado en el oeste de Glasgow.
Pasaron varios días hasta que uno de sus hijos, Martin Cullen —de entonces 24 años—, encontró su cadáver, el 2 de octubre de 1984.
Y transcurrieron más de 30 años hasta que finalmente se identificó al autor del crimen.
La mujer había sido estrangulada con el cordón de una bata.
Sin embargo, en el momento de la agresión, no alcanzó a alertar lo que estaba ocurriendo.
Aunque todavía hay aspectos del caso que no se han podido resolver, un hombre llamado Graham McGill fue declarado culpable en abril de 2021.
La condena que recibió fue de mínimo 14 años de prisión.
En el momento en el que se informó la pena, McGill tenía 59 años. No obstante, cuando efectuó el crimen, tenía 22.
Una colilla de cigarro fue la pieza crucial que contribuyó a identificar al asesino, más de tres décadas después.
McGill ya tenía un historial como agresor sexual en serie.
De hecho, cumplía condena en Edimburgo por el periodo en el que efectuó el asesinato.
La investigación encontró que había utilizado su libertad condicional para salir a realizar el crimen.
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Cómo fue el crimen contra Mary McLaughlin
Un documental de la BBC titulado Murder Case: The Hunt for Mary McLaughlin’s Killer relata la sucesión de los hechos y cómo se dio la investigación policial.
La científica forense que participó en los peritajes, Joanne Cochrane, declaró: “Hay algunos asesinatos que se te quedan grabados”.
“El asesinato de Mary es uno de los casos sin resolver más inquietantes de los que me he encargado”.
En su última noche, McLaughlin fue a un pub.
Tras jugar dominó y beber unos tragos, salió sola del recinto entre las 22:15 y las 22:30.
Luego, caminó para llegar a su departamento, ubicado a una distancia de menos de 2 kilómetros.
En el camino, paró en una tienda a comprar frituras y un paquete de cigarros.
Según rescata el citado medio, posteriormente un taxista contó que vio a un hombre que la seguía mientras ella caminaba descalza por la calle, con los zapatos en la mano.
No se tiene claridad sobre cómo el sujeto entró a su departamento, pero no se encontraron señales de que la puerta haya sido forzada.
Cuando el individuo pudo entrar, atacó a la mujer.
Aquello ocurrió la madrugada del 27 de septiembre de 1984.
El 2 de octubre, Martin Cullen, quien visitaba a McLaughlin una vez a la semana, notó que su madre no respondía cuando tocaba su puerta.
Junto con ello, el joven de entonces 24 años sintió “un olor horrible” que venía desde adentro del departamento.
El cadáver de la mujer fue encontrado en el interior.
Su cuerpo estaba tendido de espaldas sobre un colchón sin sábanas, mientras que su dentadura postiza estaba en el piso.
Tenía puesto al revés el vestido verde que llevaba cuando fue al pub.
En declaraciones reunidas por la BBC, el exinvestigador Iain Wishart describió la escena como “particularmente cruel”.
“Ella habría estado mirándolo a los ojos cuando él cometió el asesinato”.
Se determinó, a partir de la autopsia, que McLaughlin había sido estrangulada.
La situación llevó a que durante los meses siguientes se reunieran más de 1.000 declaraciones, aunque sin obtener resultados para identificar a un sospechoso.
Un año después del crimen, se le comunicó a la familia que la investigación se había cerrado.
Sin embargo, más adelante volvió a abrirse.
Una hija de McLaughlin, Mary Gina McGavin, relató en el documental que su madre tuvo 11 hijos con dos hombres y era muy conocida en el barrio en el que vivía.
Dijo que, en un principio, pensó que el asesino podría haber sido alguien de la misma familia, ya que habían ocurrido tensiones cuando se fue con su segunda pareja.
McGavin, quien escribió un libro sobre el caso titulado My Mother’s Murder: A Daughter’s 35-Year Search For Truth (Mirror Books, 2025), agregó: “Mis hermanos pensaban lo mismo que yo en 1984”.
Ya en 2008, ninguna de las cuatro investigaciones que se abrieron había podido establecer un perfil del sospechoso.
En 2014, se empezó una nueva.
Ahí, un nuevo centro de análisis de ADN en el Scottish Crime Campus (SCC) de Gartcosh permitió analizar las muestras que se tenían con mayor profundidad, a pesar de su tamaño o calidad.
El director forense de la Autoridad Policial de Escocia, Tom Nelson, declaró en 2015 que contaban con una tecnología que permitía “retroceder en el tiempo, con el potencial de hacer justicia para quienes casi habían perdido la esperanza”.
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Cómo una colilla de cigarro ayudó a resolver el asesinato de Mary McLaughlin
Los sistemas del nuevo centro fueron utilizados para analizar mechones de pelo de la víctima, raspaduras de uñas y colillas de cigarros.
Tales muestras habían sido recogidas en 1984 y conservadas en bolsas de papel durante décadas.
Cochrane, quien se desempeña como científica forense del SCC, explicó que “en esa época no se conocían los perfiles de ADN”.
Por lo tanto, precisó, los peritos que guardaron esas pruebas “no sabían el potencial de estos objetos”.
“Era imposible saber el valor que podían tener”, enfatizó Cochrane, para luego añadir que tuvieron una “previsión asombrosa” al preservar las muestras.
La principal prueba que contribuyó a identificar al sospechoso fue una colilla de cigarro de la marca Embassy, que había quedado en un cenicero, en una mesa del departamento.
Las características de ese cigarro llamaron la atención de los investigadores, ya que McLaughlin fumaba otros, de la marca Woodbine.
“Entonces llegamos a ese momento ‘Eureka’ en el que la colilla, que antes no nos daba un perfil de ADN, ahora nos ofrecía uno masculino completo”.
“Era la primera pieza de ciencia forense de importancia probatoria significativa en el caso”, agregó Cochrane.
Al comparar las muestras obtenidas con la base de datos, encontraron una “coincidencia directa”.
En ese momento, dijo Cochrane, se le puso “la piel de gallina”.
“El formulario identificaba a una persona llamada Graham McGill, que tenía condenas graves por delitos sexuales”.
“Después de más de 30 años, teníamos un individuo que coincidía con ese perfil de ADN“.
Sin embargo, todavía quedaban aristas por resolver.
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Cómo se resolvió el caso de Mary McLaughlin
Por el periodo en el que ocurrió el asesinato, McGill cumplía condena en una prisión de Edimburgo.
Había sido condenado por cargos de violación e intento de violación.
Según los registros que revisaron los investigadores, fue puesto en libertad el 5 de octubre de 1984, es decir, nueve días después de la fecha del crimen.
El encargado de resolver ese misterio fue el exsargento Kenny McCubbin, quien descubrió que el ADN de McGill había quedado en el cordón de la bata.
Se trató de “la prueba clave”, dijo.
“Él había atado esa ligadura alrededor del cuello de Mary y había hecho esos nudos para estrangularla“, explicó McCubbin.
De la misma manera, encontraron restos de semen en el vestido verde.
Pese a los nuevos descubrimientos, todavía se preguntaban: “¿Cómo pudo cometer el asesinato si estaba en la cárcel?".
Como la prisión de Edimburgo estaba siendo reconstruida en el momento del asesinato, muchos registros se habían perdido.
Sin embargo, McCubbin fue al Archivo Nacional de Escocia y encontró los diarios del alcaide.
Al revisarlos, se dio cuenta de que junto al número que le habían asignado, estaba escrito: “G McGill” y “TFF”.
“Eso era Training For Freedom (es decir, entrenamiento para la libertad), lo que significaba un permiso de fin de semana en casa”.
A partir de esas anotaciones, descubrieron que McGill había tenido dos días de permiso de fin de semana.
A esos se les añadieron tres días de permiso previo a la libertad condicional.
Había regresado a la prisión el 27 de septiembre de 1984, por lo que sí había estado fuera de la cárcel cuando ocurrió el asesinato de McLaughlin.
Los nuevos hallazgos llevaron a que McGill fuese arrestado el 4 de diciembre de 2019.
Para ese entonces, todavía estaba siendo controlado como delincuente sexual.
Según rescata la BBC, trabajaba como fabricante para una empresa.
Un juicio de cuatro días realizado en abril de 2021 finalmente lo declaró culpable.
McGill fue condenado a un mínimo de 14 años tras las rejas.
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