Desapareció hace 20 años y fue encontrado en Argentina: estaba en condiciones de semiesclavitud
El chileno fue hallado con un grupo que era sometido a tratos vejatorios en un predio ganadero. Su familia pensaba que había muerto, pues habían perdido cualquier tipo de comunicación.
A la vista de los vecinos del predio de la empresa Criasur, situado en una ciudad al sur de Argentina, todo parecía normal. Simplemente era un criadero de cerdos como cualquier otro. Pero lo que pasaba en su interior era que un grupo de personas estaba viviendo en condiciones inhumanas, y entre ellos, estaba un chileno desaparecido desde hace 20 años.
El hombre, identificado como Juan Mansilla Alvarado, fue rescatado tras haber sido explotado laboralmente durante dos décadas en la que los medios trasandinos han llamado “la chanchería del horror”.
El criadero de cerdos se ubicaba en Río Gallegos, provincia de Santa Cruz, y era manejado por dos adultos mayores de 65 años, Daniel Sarutti y Yanina Sapino. Tanto en la granja como en una panadería en que la pareja era propietaria, mantenían a alrededor de 20 personas trabajando y viviendo en “condiciones de semiesclavitud”.
Según consigna el diario La Opinión Austral, Mansilla es oriundo de Castro, en la isla de Chiloé, y había llegado hace 20 años a Río Gallegos para establecerse en la zona. A partir de ese momento perdió cualquier tipo de comunicación con su familia y no supieron nada más de él. Durante todo este tiempo, ellos pensaban que había muerto.
Por lo que han podido identificar las autoridades, consigna el medio argentino, el chileno presenta problemas de retraso madurativo y síntomas muy parecidos al síndrome de Estocolmo, una respuesta psicológica en que la víctima desarrolla sentimientos positivos o de afecto hacia su captor en el contexto de cautiverio.
Cómo encontraron al chileno desaparecido en la granja de Argentina
El hecho comenzó a salir a la luz en noviembre de 2022, después de que una mujer de nacionalidad venezolana, que ejercía la labor de gerente en el predio ganadero y también vivía en el lugar, consiguiera escapar y alertar de lo que estaba sucediendo.
Fue ella quien denunció ante la policía local las condiciones con las que tenían que lidiar los trabajadores.
Lo que vino a continuación fue que el Juzgado Federal determinó que se allanara la chanchería, tras lo cual la división Trata de Personas de la Policía de Santa Cruz encontró a 20 empleados que ejercían diferentes roles en la empresa y procedieron a rescatarlos. En ese grupo estaba Mansilla Alvarado.
La policía identificó que los trabajadores tenían que dormir al lado de cerdos faenados, hacer sus deposiciones en un tacho de basura y eran sometidos a malos tratos.
Después del allanamiento la pareja de argentinos se presentó ante la policía y fijó un domicilio. La investigación siguió adelante, pero la granja continuó abierta, ya que el Juzgado Federal de Río Gallegos la dejó bajo supervisión de un administrador provisional. Así se mantuvo la situación por un par de meses, hasta hace pocos días.
El pasado 7 de junio, el fiscal federal fue alertado que los dueños de Criasur se estaban comunicando con Mansilla Alvarado para ordenarle nuevas funciones de trabajo. Ahí se procedió a la detención de Sarutti y Sapino, ya que fueron acusados de entorpecer la investigación.
El ciudadano chileno tenía el rol de encargado del criadero y era algo así como el “hombre de confianza” de la pareja. Les informaba de todos los hechos que pasaran en el criadero, por ejemplo, si otros trabajadores querían salir del recinto.
Tras el hecho, la Cancillería chilena comenzó las gestiones y se puso en contacto con los familiares de Mansilla Alvarado para que este pudiera volver a su hogar después de 20 años.
En diálogo con Emol, el cónsul chileno en Río Gallegos, Christian Blasco, contó que pudo conversar brevemente con Mansilla Alvarado cuando fue liberado: “En todo momento preguntaba por su celular, a él lo controlaban con la hora, eso le preocupaba. Aún se sentía que debía volver al lugar”.
Blasco también entregó más detalles de las situaciones que tuvo que vivir el chileno. “Él vivía como un perro, en una pocilga. Tenía un cuartucho con una cama impresentable, sin baño, sin comodidades. Pero para él, esa era su casa”, explicó. Además, exámenes médicos permitieron concluir que también había recibido dos impactos de bala de su cabeza en algún momento de su vida.
El viaje de regreso del chileno se concretó hace unos días, cuando un cercano lo fue a buscar a Río Gallegos para acompañarlo en el camino. Juntos se subieron a un bus y recorrieron los dos mil kilómetros que hay entre la ciudad de origen del chileno y la ciudad en que fue sometido a tratos vejatorios durante dos décadas.
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