Una figura “parecida a un diablo” ha sido redescubierta durante la restauración reciente de una pintura de más de 230 años de antigüedad.
Dentro del fresco de un drama de Shakespeare del artista del siglo XVIII Joshua Reynolds, quien murió en 1792, hay una criatura pálida, de ojos muy abiertos y perturbadores colmillos que acecha sobre el lecho de muerte de un hombre.
La pintura se titula “La muerte del cardenal Beaufort” y recientemente ha sido objeto de un trabajo de restauración.
Un demonio en la pintura del siglo XVIII
La figura, o como la llama el National Trust, el demonio, era un concepto controvertido para el momento en que fue pintada.
Si bien en los textos se escribía sobre estos demonios o espíritus malignos, una representación visual se consideraba “demasiado” para la época.
Esto llevó a que otros artistas ocultaran estas figuras con capas o pintura y barniz tras la muerte de Reynolds, por lo que el diablo de “La muerte del cardenal Beaufort” permaneció oculto durante más de dos siglos.
“No encajaba con algunas de las reglas artísticas de la época tener una figura retórica poética representada tan literalmente en esta figura monstruosa”, comentó John Chu, curador nacional de fotografía y escultura del Trust.
“Si bien en la literatura se consideraba aceptable introducir la idea de un demonio como algo en la mente de una persona, incluirlo visualmente en una pintura le daba una forma demasiado física”.
“Hubo incluso personas que argumentaron que debería haber sido pintada, aunque los registros de conversaciones con el artista muestran que se resistió a tales intentos de alterar la obra”, aseguró el experto.
Muchos de los trabajos de Reynolds eran por encargo y “La muerte del cardenal Beaufort” no fue la excepción. La Galería Shakespeare de Londres pagó por la pintura para incluir en su acervo un cuadro que retratara una escena de la segunda parte de Enrique VI, una obra de teatro del seminal escritor británico.
En la escena, el rey Enrique VI presencia los últimos momentos del cardenal Beaufort, su tío abuelo. Mientras agoniza, el rey le implora a Dios que le conceda a Beaufort una muerte tranquila diciendo: “¡Oh! Derrota al demonio entrometido y ocupado”.
Además de pagar por la pintura, la Galería Shakespeare reprodujo el cuadro en grabados. Allí, el demonio detrás del cardenal apareció solo en la primera tirada, puesto que después también fue censurado.
Según Chu, “la grabadora Caroline Watson produjo las planchas para las impresiones de la pintura de Reynolds; las primeras copias mostraban al demonio, aunque una segunda tirada en 1792, después de la muerte del artista, mostró un intento de eliminarlo de la plancha de impresión”.
Después de ser examinado por expertos en pintura del National Trust, quedó claro que varias personas habían pintado sobre el demonio de la obra de arte hasta seis capas de barniz.
“Tal vez no sea una sorpresa que haya quedado tan oculto en las sombras de la imagen. Parece que los primeros conservadores lo malinterpretaron”.