La Nobel de Física Donna Strickland es una de los tres premios Nobel de Física de este año, por su método para generar con láser impulsos ópticos ultracortos y de alta intensidad, que entre otras muchas aplicaciones se usan en operaciones de miopía.
Es difícil para una mujer lograr un Nobel en categorías científicas, así Strickland es la tercera física que se hace con él -Marie Curie (1903) y Maria Goeppert (1963)- y también este año Frances Arnold será la quinta en Química.
Nacida en Canadá en 1959, donde reside y es profesora de Física y Astronomía de la Universidad de Waterloo, asegura que "personalmente nunca" ha tenido problemas por ser mujer, aunque reconoce que "hay muchas mujeres" que sí los han tenido.
En cualquier caso, cuando la Academia Sueca de Ciencia anunció el pasado octubre el nombre de los tres ganadores de Física, muchos descubrieron que Strickland ni siquiera tenía una entrada en Wikipedia, a pesar de estar en la élite científica.
Siempre ha seguido adelante y ha sabido ignorar los comentarios que le han parecido tontos, pues como mujer ayuda "ignorar el ruido que hay fuera" y "conocerte a ti misma".
Strickland siempre supo que era "muy buena en matemáticas y en física" y que le gustaba jugar con láseres, por eso ella seguía adelante y "no escuchaba nada más".
La nueva Nobel es una mujer llena de energía, de risa fácil y que reconoce que siempre ha "disfrutado con ser especial", de ahí que le gustara ser una de las pocas mujeres en su campo.
Y su campo es el estudio de los láseres, al que llegó después de grandes dudas entre si dedicarse a la ingeniería, que "igual" le llevaba "a tener un trabajo mejor", o a la física, que creía que "sería más divertida".
Finalmente, encontró un máster sobre láser y electro-óptica y pensó: "Es tan genial, es esto lo que quiero estudiar", recuerda Strickland de su decisión en 1976, menos de una década después de la invención del láser y cuando aún no había salido de los laboratorios.
El más anciano
El Nobel de Física fue este año en una mitad al estadounidense Arthur Ashkin, el premiado más anciano de la historia, con 96 años, por la creación de las pinzas ópticas que permiten manipular bacterias y virus sin dañarlos, y que por edad no ha viajado a Estocolmo para recoger el premio, el próximo lunes.
La otra mitad del premio, que en total es de nueve millones de coronas suecas (1,02 millones de dólares), la compartirán Strickland y quien fuera su profesor de posdoctorado, el francés Gerard Mourou, con quien publicó su primer artículo científico en 1985 y que finalmente les ha dado el Nobel.
La física aún recuerda aquella etapa como "muy dura", porque trabajando con pulsos tenían que ser "muy buenos con las manos para lograr que los láseres funcionaran".
En aquella época en Estados Unidos había dinero, en especial para láseres, porque el entonces Presidente Ronald Reagan "realmente quería sacar adelante la guerra de las galaxias" -el programa de 1983 que proponía crear en el espacio un escudo defensivo sobre el país-.
Sin embargo, recuerda que también faltaba para otras cosas y, de hecho, el primer láser con el que trabajaron era uno que Mourou tomó prestado de su antiguo laboratorio en Francia.
A Strickland le es difícil imaginar qué nos puede deparar la tecnología láser en el futuro, de la misma manera que le era imposible imaginar en el pasado hasta dónde se ha llegado.
Así, recuerda divertida que en los años 90 estuvo en una conferencia donde el que hablaba recomendaba que "para conseguir un láser barato había que comprarse un lector de CD, romperlo, sacar el láser y tirar al resto".
Sin embargo, ahora hay láseres en todas partes, "se pueden comprar punteros láser que son muy baratos, hay láseres para escanear los precios, en la cirugía óptica, en las llamadas telefónicas (...). ¿Quién iba a pensar eso hace 30 años?".