El duelo escrito (y cantado) de Arelis Uribe
Sin anestesia, Arelis Uribe recuerda: "Fue una muerte inesperada, un accidente cerebrovascular. Para mí fue como un hachazo, como un rayo. Sentía que lo que estaba pasando era tan grande, que el dolor no me cabía en el cuerpo. Me rajé, fue como el Gran Cañón en mi corazón. Como si me hubiera explotado una bomba atómica por dentro… Cada vez me duele menos, pero la pena y la nostalgia no se van".
Alberto, el padre de la autora de Quiltras, murió el 17 de febrero del año pasado. Tenía 56 años. La hija, consciente de que la muerte del padre es un evento único, decidió enfrentarlo con los ojos abiertos. Sin evadir. Y mientras el corazón se le partía, empezó a escribir sobre esa pérdida única. Estuvo seis meses publicando columnas sobre el tema en The Clinic. Ahora está preparando un libro que planea publicar el próximo año bajo el nombre tentativo de "Las heridas" (Planeta) y donde habrá una crónica sobre la muerte del padre. "Ahí estará la herida que se come a todas las otras, la herida final. Porque eso es la muerte".
-Después de su muerte encontraste una caja con cosas suyas. Al verlas, ¿empezaste a rearmar la figura de tu padre?
-Sí. La caja tenía textos escritos por él, como cuando se estaba separando de mi mamá. Cartas de amor, cartas a su madre, cartas cuando estaba en la universidad. Cosas que existían antes de mí. Sus sufrimientos íntimos, que nunca compartió conmigo.
-¿Eso humanizó a tu padre?
-Sí. En el libro nuevo cuento que cuando se murió mi papá descubrimos cosas de él que lo humanizan en sus oscuridades, en sus secretos. Cuando eres niña piensas que los papás no fallan, pero sí fallan: se mueren, son falibles, son humanos.
-¿Y cuál era ese lado oscuro de tu padre?
-Es un secreto que sólo lo voy a contar en el libro; y no volveré a comentarlo.
-¿Existe un límite cuando publicas una historia así de íntima?
-En el libro no cuento la historia de mi padre, sino la historia de su muerte. Hay un momento en que me pregunto a mí misma: "¿Puedo contar la historia de tu muerte sin contar esta parte?". En mi narrativa, que es muy autobiográfica, escribo primero para sanar yo, entender yo. Las columnas también fueron eso: no podía escribir de nada más. Son textos primero para mí; después los comparto y veo que a otros les sirven.
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La última foto de Arelis con su padre fue una selfie mientras comían completos en el centro. Él moriría una semana después. Foto: Archivo Arelis Uribe[/caption]
-Tu nuevo libro abordará varios temas: desde el amor hasta la educación. ¿Cómo entra el texto de tu padre allí?
-El libro tiene dos almas. Una es una parte autobiográfica, y otra es una exploración ensayística a la que aún no he terminado de darle forma. El texto sobre la muerte de mi padre es fundamental. Es una crónica donde cuento cómo pasaron los días en que murió. Me hago allí un harakiri… Hace tiempo que no lo leo. Hoy es la música donde estoy remojando en escabeche mi corazón.
Alberto le había regalado una guitarra a Arelis cuando tenía 16 años. Ella nunca la tocó. Él sí lo hacía cuando había fiestas familiares y se ponía a cantar. "Mi papá era contador auditor, pero siempre tuvo afición por la música y las letras, hacía covers y componía canciones. Cuando murió, tomé la guitarra y la música fue mucho consuelo", cuenta Arelis. Tomó clases de canto y composición; y se puso a tocar la guitarra de manera autodidacta. Tal como lo hacía su padre. "Ahora estoy haciendo canciones que tienen que ver con su muerte".
-Para su último cumpleaños, el primero sin él, tocaste dos canciones sobre su tumba…
-Sí, y me puse a llorar. Debo haber cantado horrible, qué vergüenza. Pero lo necesitaba: aunque esté muerto, yo necesito el vínculo con él. Fueron canciones que él tocaba mucho: "La ausencia de ti", de Silvio Rodríguez; y "El jardinero", de María Elena Walsh.
-Escribiste en una de tus columnas: "Quiero ocupar el espacio que dejó su voz"…
-Sí, qué lindo. Mi papá era quien tocaba la guitarra; y siento que yo podría ser ahora esa persona. Para que la familia no pierda el ímpetu de hacer canciones.
Entonces, nostálgica, Arelis Uribe abre su Instagram y muestra una foto. De ella y Alberto Uribe. Juntos en el Dominó del Paseo Ahumada. Él la había invitado a comer completos y decidieron tomarse esta selfie. Ninguno podía imaginar entonces que la muerte se iba a presentar entre ellos apenas una semana después. Como esa herida final que le partiría el corazón a Arelis.
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