Katherine Knight
El brutal caso de la mujer que descuartizó a su amante y cocinó sus partes. Foto: Katherine Knight.

El brutal caso de la mujer que descuartizó a su amante y cocinó sus partes

Katherine Knight fue condenada a cadena perpetua tras atentar contra John Price. Su macabro plan incluía servir la infame preparación.


Esta nota incluye partes de violencia explícita.

El atentado de Katherine Knight es uno de los más brutales que han ocurrido en Australia y en la historia del crimen.

La mujer de hoy 67 años, quien en algún momento trabajó en un matadero, mantiene una pena de cadena perpetua por un brutal asesinato que cometió en febrero del 2000.

Debido a su experiencia laboral, Knight manejaba a la perfección los cuchillos y las técnicas de corte, las mismas con las que mató a su amante, John Price, después de apuñalarlo al menos unas 37 veces en su casa, después de tener relaciones sexuales.

Lo decapitó, desolló y luego se dirigió a la cocina. Ahí, metió la cabeza del fallecido en una olla con múltiples verduras. Y más tarde, colocó distintos platos sobre la mesa, junto a notas con los nombres de sus hijos.

Su macabro plan incluía servir la infame preparación. Sin embargo, ellos no se encontraban en la residencia en ese instante.

Cuando las autoridades fueron hacia allá tras recibir numerosas denuncias por sospechas de parte de sus amigos, se encontraron con una gran cantidad de sangre y un penetrante olor que se esparcía desde la olla aún caliente.

También escucharon unos fuertes ronquidos que venían del dormitorio principal.

Fue ahí cuando los policías encontraron a Knight, en medio de un escenario que se tornaba cada vez más retorcido.

John Price / Katherine Knight
El brutal caso de la mujer que descuartizó a su amante y cocinó sus partes. Foto: Katherine Knight.

El caso de Katherine Knight, la mujer que descuartizó a su amante y cocinó sus partes

Durante su infancia temprana, Knight figuró como una niña más bien solitaria. Si bien tenía un par de amistades, la mayor parte de su tiempo lo dedicaba a jugar sola con sus muñecas.

También le encantaban los animales, según informaciones reunidas por Daily Mail. Y cada vez que veía uno herido, lo llevaba a su casa para cuidarlo hasta que se recuperara.

No obstante, su padre no dejaba que tuviese mascotas, debido a que él ya tenía unos perros galgos.

Su pelo rojo y sus pecas influenciaron a que fuese apodada como “la gallina moteada”.

Y a pesar de que hacia afuera parecía una niña con una vida normal, presenció y vivió numerosos episodios de violencia dentro de su hogar, en el pueblo australiano de Tenterfield.

Según datos rescatados por Infobae, su padre, Ken Knight, era alcohólico y abusaba constantemente de su madre, Barbara Roughan, después de beber.

Knight afirmó años después de ser arrestada que varios miembros de su familia la agredieron sexualmente hasta los 11 años.

En el colegio, ella le hacía bullying a otros niños más pequeños, hasta que finalmente dejó la escuela a sus 15 años para trabajar como cortadora en una fábrica de ropa.

Por ese periodo, según Daily Mail, también empezó a enfrentar descontrolados ataques de ira cuando no ocurría lo que ella deseaba.

Un año después abandonó ese primer empleo y encontró otro en un matadero.

A diferencia de en la fábrica de ropa, ahí sí disfrutaba de las jornadas.

Primero le tocó desempeñarse en la sección donde se cortaban las vísceras de los animales, pero como mostró un buen rendimiento, no pasó mucho tiempo para que la ascendieran al área del deshuesadero.

Hasta le regalaron su propio juego de cuchillos de carnicería y ella los colgaba orgullosa sobre su cama, para que así “siempre estuvieran a mano cuando los necesitara”.

Mientras trabajaba en el matadero, Knight conoció a un hombre llamado David Kellett, quien enfrentaba problemas de alcoholismo y tenía un carácter especialmente violento cuando bebía, lo cual lo potenciaba a pelear en bares.

Ambos empezaron una relación y en 1974, cuando ella tenía 18 años, lo convenció de que se casaran después de insistirle en reiteradas ocasiones.

La noche en que contrajeron matrimonio se prepararon para tener relaciones sexuales. No obstante, llegó un punto en el que Kellett se quedó dormido.

Enfurecida porque el hombre estaba exhausto y no lograba complacerla sexualmente, Knight se abalanzó sobre él para estrangularlo mientras dormía.

Ante la agresión, él despertó y forcejeó para evitar ser asesinado.

Kellett salió con vida de esa terrible situación. Y pese al ataque, permaneció con ella por 10 años más.

Katherine Knight
El brutal caso de la mujer que descuartizó a su amante y cocinó sus partes. Foto: Katherine Knight.

El matrimonio discutía seguido y Knight trató de volver a asfixiarlo en varias oportunidades mientras dormía. Dos años más tarde tuvieron una hija y poco después, Kellet se fue a Queensland con otra mujer.

Frente a este escenario, Knight dejó a su bebé en medio de unas vías ferroviarias, pero un jubilado que vivía cerca escuchó los llantos de la pequeña y fue al rescate.

Tras ese episodio, le diagnosticaron depresión postparto. Y aunque le dieron el alta en ese instante, posteriormente fue internada en un hospital psiquiátrico.

Después de que recibiera un tratamiento, se reconcilió con Kellet y se trasladaron a Woodridge, en Queensland, donde tuvieron a una segunda bebé.

Así estuvieron por cuatro años, hasta que volvieron a separarse. El hombre se fue a Alice Springs y ella a la casa de sus padres en Aberdeen, para luego irse a una vivienda que arrendó en Muswellbrook.

En 1986, Knight inició otra relación con un sujeto llamado David Saunders, quien trabajaba en el ámbito de la minería y se mudó con ella y sus dos hijas.

Como él seguía manteniendo su departamento de soltero, ella comenzó a sospechar que le era infiel con otras mujeres, por lo que rápidamente empezó a amenazarlo. Hizo actos tan siniestros como asesinar a su perro frente a él.

Aún así, permaneció con ella, tuvieron una hija y compraron una casa que Knight decoró con pieles y cráneos de ganado, además de animales disecados.

Pero no bastó mucho tiempo para que Saunders también decidiera dejarla, luego de que ella lo golpeara en la cabeza con una plancha y lo atacara con unas tijeras.

Ya en 1990, Knight estableció otra relación con un individuo llamado John Chillingworth, quien había sido su antiguo compañero de trabajo en el matadero.

Los amigos de “Chillo”, como lo apodaban sus cercanos, le habían advertido que la mujer tenía un carácter extremadamente agresivo, pero su visión de ella en aquel entonces difería de esos comentarios.

Pese a esto último, fue corroborando que los rumores eran ciertos.

En 1991, en medio de una relación tormentosa, tuvieron un hijo y Knight empezó a ser infiel con otro hombre de Aberdeen, llamado John “Pricey” Price.

Aquello derivó en que el vínculo con “Chillo” terminara después de tres años y en que este último individuo se acercara a quien más adelante sería la responsable de su muerte.

John Price / Katherine Knight
El brutal caso de la mujer que descuartizó a su amante y cocinó sus partes. Foto: John Price / Katherine Knight.

Cómo fue el atentado contra John Price

Price era padre de tres hijos y recientemente se había separado de su esposa cuando inició su vínculo con Knight, quien parecía haber cambiado su actitud de un momento a otro.

Trabajaba en las minas de Howick, en Aberdeen, y vivía en una casa de ladrillos ubicada en un barrio acomodado.

Knight se mudó con él en 1995 y en un inicio mantuvieron una buena relación. No obstante, ella volvió a mostrar un comportamiento violento y obsesivo, el mismo sobre el que le habían advertido antes de que se enredara en su romance con ella.

La imagen ideal que Price tenía de la mujer se fue transformando en lo opuesto.

Tuvieron reiteradas discusiones y peleas. De hecho, en febrero del 2000 trató de apuñalarlo, por lo que él la denunció y consiguió que las autoridades dictaminaran una orden de restricción.

De esa manera, pensó que podría alejarla y mantener a salvo tanto a sus hijos como a sí mismo.

Todavía preocupado por las actitudes de Knight, le dijo a sus cercanos que si desaparecía, era porque ella lo había asesinado.

La tarde del 29 de febrero de ese año bisiesto, Price llegó a su casa, vio un programa de televisión, se dio una ducha y se fue a acostar. Sus hijos no estaban, debido a que se estaban quedando en la casa de unos amigos.

Pasadas las 23:00, Knight entró a la residencia, se dirigió a su habitación y lo despertó.

Como es de esperar, él se sorprendió de verla ahí, pero aquello no detuvo que tuvieran relaciones sexuales.

Tras tales actos, Price se quedó dormido.

Katherine Knight había traído consigo uno de sus cuchillos de carnicería y lo había dejado al alcance de su mano, por lo que le dio una primera puñalada en su torso desnudo, seguida de varias.

Price despertó en un estado de shock, pero pudo salir de la cama y correr hacia el pasillo mientras ella lo perseguía, sin dejar de atacarlo.

El dolor y las heridas mortales que le hizo impedían que pudiese gritar.

Si bien, Price pudo tambalearse hasta la puerta principal —en donde dejó una huella de sangre con su mano— , ella lo arrastró nuevamente hacia el interior de la casa, hasta que finalmente se desplomó.

A las 6:00 de la mañana siguiente, un vecino vio que el Ford Mondeo blanco de “Pricey” seguía estacionado en la entrada, lo que le llamó la atención, debido a que acostumbraba a salir temprano del hogar.

No llegó a su trabajo, lo cual tampoco era habitual, ya que era muy comprometido con sus responsabilidades.

Frente a este escenario, su jefe envió a un compañero a buscarlo a su casa, para que así verificara si estaba bien.

Una vez ahí, el colega de Price se encontró con el vecino y ambos empezaron a inspeccionar la zona. Vieron que sus botas todavía estaban colgadas en la entrada, por lo que pensaron que se podía haber quedado dormido.

Tocaron la ventana de su habitación para tratar de despertarlo, pero no hubo respuesta.

Tras ese intento de comunicarse con él, notaron la mancha de sangre que había quedado en la puerta principal.

Katherine Knight
El brutal caso de la mujer que descuartizó a su amante y cocinó sus partes. Foto: Katherine Knight.

Preocupados, llamaron a la policía. Los agentes llegaron 25 minutos más tarde, a las 8:10, y utilizaron una palanca para abrir la puerta de la lavandería y entrar a la residencia con sus armas en mano.

Al interior, se encontraron con las paredes y los pisos teñidos de rojo, además de una supuesta manta colgando de un gancho que, en realidad, no era lo que pensaban. Una persona había sido desollada.

En el living vieron los restos del cadáver decapitado. Efectivamente, era el de John Price. Y cerca hallaron el primero de tres cuchillos de carnicería.

Mientras recorrían la casa, los agentes sintieron un particular olor que venía desde la cocina, por lo que fueron hacia allá para descubrir el origen.

Se trataba de la olla, todavía caliente, que estaba tapada.

Cuando levantaron la tapa para ver qué había dentro, se encontraron con una situación que nunca habían visto a lo largo de sus carreras: la cabeza del fallecido, cocinada junto a múltiples verduras. En la mesa figuraban los platos.

Y cuando escucharon los ronquidos que venían del dormitorio principal, vieron que Katherine Knight estaba durmiendo sobre la cama, por lo que prosiguieron a despertarla y esposarla.

El toxicólogo y perito forense que participó en el caso, William J. Allender, reveló más adelante en el tribunal que la asesina había consumido grandes cantidades de unos medicamentos específicos, lo que podría haber desencadenado que sintiera mareos y terminara desmayándose.

En su análisis, el especialista aseguró que ninguno de los dos fármacos que tomó era tóxico, por lo que durante el juicio declaró que —aparentemente— , Knight no había intentado atentar contra su vida.

Junto con ello, la revisión psiquiátrica que le hicieron determinó que era consciente de sus actos, por lo que se le declaró culpable del crimen contra John Price y se le dictaminó una condena de cadena perpetua.

“La prisionera, Katherine Mary Knight, no tiene derecho a clemencia”, enfatizó el juez Barry O’Keefe, del Tribunal Supremo de Nueva Gales del Sur, “no tuvo piedad de él y no ha expresado ningún arrepentimiento o remordimiento”.

Bajo esta línea, subrayó que “representa una seria amenaza para la seguridad de la sociedad”.

En el libro The Expert Witness: A Second Dose (New Holland Publishers, 2021) escrito por Allender, el toxicólogo relata su experiencia como perito forense tanto en este como en otros casos.

Por su parte, Knight, ya con 67 años, sigue tras las rejas.

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