El caso de Rocío Wanninkhof en el streaming: dos jóvenes asesinadas, una acusada que resultó ser inocente y un violento criminal
Una mujer pasó 17 meses recluida por un crimen que no cometió. Tras un segundo atentado que dio un giro al caso, se confirmó que el culpable era un británico.
La tarde del sábado 9 de octubre de 1999 parecía una normal en la Costa de Sol, en Mijas, Málaga, España.
En dicha localidad vivía una joven llamada Rocío Wanninkhof, de 19 años, junto a su madre —Alicia Hornos— y sus hermanos.
Ella era la menor del clan familiar. Su madre era proveniente de Andalucía, mientras que su padre era de origen holandés.
A eso de las 17:00, se despidió de su progenitora y le dijo que se juntaría con su novio y que pasaría la tarde con él.
Después, volvería para arreglarse e irse con sus amigos a la feria de Fuengirola.
Sin embargo, nunca volvió a su casa.
Ya la mañana del domingo, Alicia le pidió a su otra hija, Rosa, de 22 años, la hermana de Rocío, que fuese a la casa de su pareja para que viera si estaba ahí.
Él le dijo que estuvieron juntos hasta las 21:30 de esa noche y que posiblemente ella después se fue a la feria, como tenía previsto inicialmente
Las casas de ambos estaban a una distancia de 500 metros, pero el camino tenía escasa iluminación, según rescató el Diario de Sevilla.
El paradero de Rocío no estaba claro y la preocupación de Alicia por su hija se intensificaba.
En medio de esa desesperación, salió con su novio de aquel entonces, Juan, a caminar por la zona.
Durante ese trayecto, vieron rastros de sangre.
En un inicio, pensaron que podían ser de algún animal, pero luego, cuando avanzaron, se toparon con unas zapatillas y un pañuelo que tenía manchas rojas.
Además, vieron las huellas de unas ruedas de un vehículo.
Ante esas pistas, llamó a la policía.
Durante los peritajes, los agentes de la Guardia Civil corroboraron que la sangre era de Rocío y encontraron una colilla de cigarrillo con muestras de ADN de un hombre, quien no figuraba en la base de datos oficial.
La jornada siguiente, se declaró que Wanninkhof estaba muerta, debido a que los rastros de sangre eran contundentes.
De la misma manera, un taxista declaró que esa noche, al circular por el sector, vio un todoterreno detenido y escuchó un grito.
No obstante, aseguró que el temor de la situación llevó a que se alejara.
Pasaron unas semanas hasta que el 2 de noviembre se halló el cadáver de la joven, en un terreno perteneciente a un restaurante, ubicado a más de 30 kilómetros de donde había desaparecido.
Su cuerpo estaba en muy mal estado, hasta el punto en que las condiciones sugerían que llevaba más tiempo ahí.
Pero no, el cadáver correspondía al de Rocío. En las cercanías de la escena del crimen, también encontraron dos bolsas de basura con sus pertenencias, las cuales fueron identificadas por sus familiares.
Según relató el dueño del restaurante, no se había percatado de movimientos o acciones irregulares en el terreno.
La autopsia pudo revelar que la víctima recibió un total de nueve puñaladas: ocho en la espalda y una en el pecho.
La búsqueda del asesino y una acusada que resultó ser inocente
Los primeros sospechosos del caso fueron el novio de Rocío, el tío de ella —quien vivía en las cercanías del restaurante— y una mujer llamada Dolores Vásquez.
Esta última había sido pareja de Alicia y había convivido con sus tres hijos.
Datos rescatados por Infobae afirman que la pareja había acabado en malos términos.
Los agentes no encontraron rastros que vincularan a la pareja de la joven ni a su tío con el asesinato, por lo que el caso se centró en Dolores.
De hecho, la madre de la víctima la acusó públicamente de ser la culpable, hasta el punto de que lo aseguró en un programa de televisión.
Ya el 7 de septiembre del 2000, la policía detuvo a Dolores por su presunta autoría de los hechos.
Para sostener la acusación, se aseguró que unas fibras halladas en el cuerpo de Rocío, supuestamente, coincidían con las de una prenda de la mujer
Asimismo, se afirmó que solía portar un arma blanca para su defensa personal.
Dolores insistió en su inocencia y argumentó que la noche del crimen estuvo cuidando a su madre.
De hecho, un nuevo análisis comprobó que las fibras no coincidían.
Aún así, el juicio se celebró con un jurado popular y tanto dicho organismo como el Ministerio Fiscal concluyeron, en septiembre de 2001, que ella era la culpable del crimen contra Rocío Wanninkhof.
Fue sentenciada a 15 años de cárcel y a pagar una indemnización a la familia de la víctima.
No obstante, pasó 17 meses tras las rejas, ya que después de que la defensa presentara un recurso de apelación, se determinó la anulación de la condena y que se efectuara un nuevo juicio.
Pero antes de que se realizara la otra instancia, los agentes dieron con un hallazgo que cambió el rumbo de la investigación y las acusaciones contra Vásquez.
El nuevo crimen que cambió el rumbo de la investigación
Corría agosto de 2003 cuando otra joven desapareció en Coín, Málaga.
Su nombre era Sonia Carabantes, tenía 17 años y unos días después de que se reportara la situación se confirmó el hallazgo de su cadáver.
Tras aquello, la policía descubrió que el ADN que encontraron en los peritajes coincidía con el que analizaron por el caso de Rocío.
Ahí pudieron afirmar que el asesino de ambas jóvenes había sido la misma persona.
Solo faltaba descubrir quién.
Luego de la desaparición de Sonia, un sujeto británico hasta entonces conocido como Tony Alexander King llegó a su casa aproximadamente a las 8:30.
Sus prendas tenían manchas de sangre y lucía arañazos en su rostro.
Para no despertar alarmas, se duchó y lavó la ropa que traía.
A su pareja de ese momento le dijo que había tenido un accidente, según rescató el Diario de Sevilla.
Tales comportamientos despertaron sospechas en la mujer, quien también se percató de que había dejado el baño más limpio después de usarlo. Era inusual. Al menos, de su parte.
A raíz de varias acciones poco comunes y de múltiples mentiras que le descubrió, quiso separarse de él ese año.
Además, le contó a sus amigos que tenía sospechas de él.
Uno de ellos era policía.
Después de que avisaran a las autoridades, se dieron cuenta de que en verdad su exesposo se llamaba Tony Bromwich y que contaba con un extenso historial de delitos.
También, se revisaron muestras de su ADN y se confirmó que coincidía con el que encontraron en los casos de Rocío y Sonia.
La evidencia era contundente, por lo que el 18 de septiembre de 2003 fue detenido por las autoridades.
Ante las pruebas en su contra, Tony Alexander Bromwich —o Tony Alexander King, como prefería que lo llamaran— se vio obligado a confesar los crímenes.
Ya el 16 de octubre de 2005 se inició el juicio por el caso de Sonia Carabantes, el cual terminó con una sentencia de 36 años de cárcel para el británico, además de una indemnización para la familia de la víctima.
En noviembre de 2006 empezó la instancia por el caso de Rocío Wanninkhof, el cual le significó 19 años más de prisión y una nueva indemnización para los familiares de la joven fallecida.
Por su parte, Dolores Vásquez —la mujer que había sido acusada por el asesinato de Rocío— quedó exculpada ante la justicia.
Una producción titulada El caso Wanninkhof - Carabantes profundiza en este complejo caso y puedes verlo en Netflix haciendo click en este enlace.
Si haces click en este otro de MAX, podrás ver la serie documental Dolores: la verdad sobre el caso Wanninkhof, el cual aborda lo ocurrido desde la perspectiva de Vásquez, quien fue condenada injustamente.
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