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El estadounidense que se infiltró en Ucrania para ayudar a Rusia
Daniel Martindale, oriundo de Indiana, entregó información a Moscú durante dos años, en medio de su invasión a gran escala en el territorio ucraniano.
Cuando Rusia inició su invasión a gran escala en Ucrania en febrero de 2022, Daniel Martindale transitaba por el territorio ucraniano con un único objetivo: llegar al país vecino y ser reclutado por las tropas rusas.
Martindale, de 31 años, es ciudadano de Estados Unidos, pero estaba convencido de que el Kremlin representaba las ideas que él quería defender.
Dicha visión, que ha mantenido hasta la actualidad, llevó a que se infiltrara en Ucrania para entregar información a Moscú.
Quería ganarse su confianza y que le permitieran quedarse en Rusia, país en el que vivió junto a su familia en el pasado, a raíz de las labores de su padre con un grupo misionero cristiano.
Para el estadounidense, oriundo de Indiana, Rusia simbolizaba los valores tradicionales que creía que su país había abandonado.
En una entrevista reciente con el Wall Street Journal, Martindale contó: “Me di cuenta de que quiero estar en Rusia si estalla la Tercera Guerra Mundial”.
“No quería que existiera ninguna posibilidad de estar luchando en el bando equivocado”, agregó.
A tres años desde que estalló la invasión rusa el 24 de febrero de 2022, tanto Martindale como otros ultraconservadores estadounidenses se han manifestado a favor del Kremlin.
Desde Moscú han buscado cultivar sus lazos con ciudadanos occidentales que siguen esa línea de pensamiento, usualmente presentándose como un aliado ideológico para quienes están descontentos.
En agosto de 2024, el mandatario Vladimir Putin estableció una visa de residencia temporal para quienes se opongan a la “agenda ideológica neoliberal destructiva” en sus países y compartan “los valores espirituales y morales tradicionales rusos”.
Las estadísticas estatales rusas afirman que casi 5.000 occidentales han recibido la residencia temporal desde principios de 2022, lo que ha marcado un aumento en relación a las décadas anteriores.
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Quién es Daniel Martindale, el estadounidense que se infiltró en Ucrania para ayudar a Rusia
Daniel Martindale creció en granjas del norte del estado de Nueva York e Indiana.
Según relató al Journal, sus padres, Jim y Sandy, le inculcaron tanto a él como a sus seis hermanos una profunda desconfianza hacia el gobierno de Estados Unidos.
Les decían que las autoridades estaban “profanando” el país.
Educaron a sus hijos en casa. Empezaban las clases con oraciones.
En 2001, la familia se mudó a una zona rural de China, luego de que Jim Martindale empezara a trabajar con un grupo misionero cristiano que ayudaba a refugiados de Corea del Norte.
Aceptó un trabajo en la construcción de una granja lechera para emplear a los refugiados cerca de la ciudad de Hunchun, ubicada entre Corea del Norte y Rusia, dijo el progenitor de Daniel al citado medio.
Durante su tiempo en el país asiático, se hicieron amigos de un vecino que dijo haber sido un oficial de inteligencia militar ruso.
Dicho individuo y su esposa los llevaron a través de la frontera hacia el oriente de Rusia.
Les dijeron que el país apoyaba los valores que ellos tenían y aseguraron que habían oportunidades en el sector agrícola.
La experiencia contribuyó a que Dan Martindale sintiera una profunda atracción por Rusia.
Su progenitor dijo al Journal que, incluso después de que volvieran a Indiana, “su corazón estaba en Rusia”.
“Y su objetivo era vivir allí, casarse con una buena mujer rusa y dedicarse a la agricultura”.
A esto se le sumó que lo marcó un documental sobre teorías conspirativas, el cual afirmaba falsamente que Washington era responsable de los ataques terroristas del 11 de septiembre.
Las guerras de Estados Unidos en Afganistán e Irak también influyeron en que se sintiera desilusionado con su país.
Posteriormente, en una publicación de su blog, manifestó: “Washington es mi enemigo”.
“Están literalmente en guerra con sus propios ciudadanos desde 2001”.
Estudió ingeniería mecánica y trabajó con su padre vendiendo equipos agrícolas.
Después de ahorrar dinero durante años, se mudó a Rusia en 2018.
Se fue a Vladivostok para estudiar ruso y enseñaba inglés en sus tiempos libres.
Cuatro años antes, en 2014, Rusia había anexado Crimea ilegalmente y fomentó un conflicto en la región oriental ucraniana del Donbás.
Un año después de que llegara al territorio ruso, las autoridades del país lo deportaron.
Argumentaron que Martindale había violado las leyes laborales para estudiantes extranjeros. Le prohibieron regresar durante cinco años, comentó su padre.
“Eso fue desgarrador, honestamente”, recordó.
Daniel, desesperado por volver a Rusia, se inscribió en 2020 en una escuela veterinaria en Bielorrusia.
Sin embargo, las autoridades lo rechazaron en un aeropuerto de Minsk.
Tras dicha situación, Martindale se mudó al sur de Polonia, en donde enseñó inglés y vivió en una iglesia por invitación de sacerdotes, durante la pandemia del Covid-19.
En una publicación de su blog, expresó que sentía nostalgia “no de Estados Unidos, sino de Rusia”.
Más adelante, cuando las tropas rusas se concentraron en la frontera con Ucrania a principios de 2022, decidió actuar.
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Cómo el estadounidense Daniel Martindale se infiltró en Ucrania para ayudar a Rusia
Con una bicicleta de montaña que encontró entre un montón de basura en las cercanías de Cracovia, Martindale cruzó la frontera con Ucrania a inicios de febrero de 2022.
Le dijo a las personas con las que se encontró que estaba, supuestamente, en una misión cristiana.
Cuando llegó a Lviv, cerca de la frontera occidental de Ucrania, hizo autostop —o “dedo”— hasta Kiev.
La invasión a gran escala por parte de Rusia apenas estaba comenzando cuando se acercaba a la capital ucraniana.
En medio de dicho escenario, Martindale se contactó con las fuerzas rusas por teléfono, a través de una cuenta de Telegram que buscaba atraer a soldados ucranianos para que se rindieran.
En la entrevista con el citado medio, relató: “Les pedí una oportunidad para reunirme con sus tropas”.
“Me animaron a viajar más al este. Y eso fue lo que hice”.
Mientras se intensificaban los ataques y aumentaban las bajas tanto militares como civiles, Martindale se movió en bicicleta en dirección a Rusia.
Para soportar el frío, vestía varios abrigos y pares de pantalones. También llevaba unos dulces caseros que esperaba compartir.
Martindale justificó las atrocidades cometidas contra civiles.
Dijo que las tropas rusas se estaban enfrentando a “criminales con los que hay que lidiar”.
Pasaron casi dos meses en los que se trasladó en bicicleta, tren y auto, pero llegó al este de Ucrania.
El estadounidense se asentó en una casa de un piso en un pueblo controlado por los ucranianos, a unos 50 kilómetros del oeste de Donetsk.
La vivienda estaba hecha de ladrillos, bloques de hormigón y paja aislante.
Ahí, Martindale acumuló animales que habitantes ucranianos habían dejado, cuando se alejaron del frente de batalla.
Reunió gallinas, patos, cabras y tres vacas.
El nombre del pueblo, Bohoyavlenka, se traducía aproximadamente como “epifanía”.
Por ese motivo, dijo Martindale, sintió una suerte de llamado para vivir ahí, antes de concretar su objetivo de llegar a Rusia.
En este sentido, comentó que se trató de “uno de esos momentos religiosos”.
Desde ese lugar, el estadounidense escuchaba el fuego de artillería.
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Plantó zanahorias, camote y maíz en su jardín, mientras que le compraba huevos y leche a los habitantes locales.
Ayudó a reunir y distribuir leña, además de a reparar los techos dañados por los bombardeos de las tropas rusas.
Los habitantes lo invitaban a sus juntas de cumpleaños y días festivos.
Según Martindale, especularon que era un observador internacional de la guerra o un mercenario que reunía información de inteligencia.
Pero no sabían que sus intenciones eran ayudar a Rusia.
Para ese entonces, Martindale rastreaba los movimientos y posiciones de las fuerzas ucranianas, además de la ubicación de un centro de mando y un puesto de control.
Enviaba la información a sus contactos rusos.
Sus padres le enviaron suministros médicos desde Indiana, junto con libros de oración.
Los progenitores de Martindale dijeron al Journal que no sabían que estaba haciendo espionaje.
Sin embargo, precisaron, sí compartían la opinión de su hijo de que Rusia estaba librando una guerra justa.
Jim Martindale creía que la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos había “orquestado un cambio de régimen” en Ucrania.
También creía que el presidente Volodimir Zelenski era “un actor pagado”.
Cuando estaba solo por las noches, Daniel Martindale veía la televisión estatal rusa y rezaba en voz alta. Hacía peticiones de protección para los soldados rusos.
En un momento, un batallón ucraniano llegó a Bohoyavlenka.
Algunos médicos se mudaron con Martindale, por lo que el estadounidense se concentró en no despertar sospechas.
“Mi yo ruso tuvo que morir y ser enterrado por un tiempo”, escribió posteriormente en su blog.
“Tenía que tener cuidado con cada palabra y expresión facial”.
Con el tiempo, la cautela de los médicos disminuyó.
En su blog, Martindale afirmó: “Tenían la mala costumbre de decirme cosas que eran útiles para la inteligencia rusa”.
A mediados de 2022, los combates se extendieron y Bohoyavlenka fue atacada en reiteradas ocasiones con misiles GRAD.
Las fuerzas ucranianas respondieron con artillería suministrada por Estados Unidos.
Aquello enfureció a Martindale.
En sus palabras: “Lo que estaba haciendo el ejército ucraniano, matar a tropas rusas, era desagradable”.
“Pero el hecho de que (el armamento) hubiera venido de mi país lo hizo aún más amargo”.
Un día, Martindale trató de construir una bomba casera, que esperaba usar contra una de las piezas de fabricación estadounidense que utilizaban las fuerzas ucranianas.
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Sin embargo, cuando intento ensamblarla, provocó un incendio en su vivienda.
Los bomberos del pueblo fueron a su casa y apagaron las llamas.
Martindale despertó cada vez más sospechas.
De hecho, un soldado ucraniano llegó a su casa una tarde y lo acusó de ayudar a las tropas rusas a realizar ataques contra posiciones militares.
Ante esta situación, los vecinos del estadounidense lo defendieron y rechazaron esa sospecha.
Después de dos años de enviar información a sus contactos rusos, el teléfono de Martindale empezó a fallar, por lo que estos le mandaron uno nuevo desde un dron.
Las tropas rusas se iban acercando cada vez más al pueblo en el que estaba.
Luego de ayudar a los residentes a evacuar Bohoyavlenka, se quedó.
A finales de octubre, recibió un mensaje en el que sus contactos rusos le dijeron que se preparara.
Siguiendo sus instrucciones, les envió una foto de su casa y se escondió en el sótano.
Tras cuatro días en los que se alimentó con carne enlatada y pan seco, las tropas rusas invadieron Bohoyavlenka.
En ese proceso, Martindale escuchó que alguien lo llamaba por su nombre.
Al salir del sótano, se encontró con los soldados rusos, quienes lo sacaron del pueblo y lo llevaron a territorio ocupado por ellos.
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Qué pasó con el estadounidense Daniel Martindale después de que se infiltrara en Ucrania para ayudar a Rusia
Bajo custodia de efectivos rusos, Martindale fue trasladado al sureste en dirección a la ciudad de Rostov del Don, en el sur de Rusia.
Pasó la noche en un hotel antes de ser sometido a una prueba de detector de mentiras.
Dijo que se sentía como un prisionero, alguien a quien podrían intercambiar por un prisionero ruso de gran valor que estuviese detenido en Ucrania.
“Estaba preparado para eso, para ese tipo de final”, comentó.
Los agentes rusos lo posicionaron en un departamento, sobre el cual se negó a mencionar su ubicación en la entrevista con el Journal.
Luego, a inicios de noviembre, fue enviado a Moscú.
En la conferencia de prensa realizada en la capital rusa, un representante de los medios estatales presentó a Martindale a los periodistas y confirmó que era un espía del Kremlin.
El estadounidense sostuvo el pasaporte maltratado y quemado de su país y manifestó que quería cambiarlo por uno ruso.
Aunque su familia dijo no saber que era un espía, su padre, Jim Martindale, declaró: “Hace muchos años nos había anunciado que su objetivo era vivir el resto de su vida en Rusia”.
Afirmaron que comparten la visión negativa de Daniel sobre Estados Unidos y Ucrania.
El estadounidense que se infiltró en el territorio ucraniano comparte sus puntos de vista sobre la guerra en redes sociales, bajo el nombre “Shepherd at War”.
Pero, hasta el momento, no ha podido concretar su sueño de vivir en una granja en el oriente de Rusia.
A pesar de que tiene asilo político temporal —lo que le permite solicitar la ciudadanía rusa—, precisó que le han dicho que la decisión puede tardar dos años.
Mientras tanto, vive vigilado constantemente por un equipo de seguridad.
Los agentes le dicen a dónde puede ir y a dónde no.
“No soy un hombre 100% libre”, sentenció Martindale.
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