En la misma semana en que se han levantado las alarmas por la posibilidad de que el asteroide 2024 YR4 choque con la Tierra, científicos han descrito los devastadores efectos que podrían surgir con el impacto de un cuerpo rocoso mucho más grande.
En un nuevo estudio de modelado climático publicado en la revista Science Advances, investigadores sugieren que un asteroide mediano como Bennu podría desencadenar la llegada de un “invierno global” con temperaturas de hasta 4 ºC.
Qué efectos tendría el impacto del asteroide Bennu contra la Tierra
Según indica el estudio dirigido por el Centro de Física del Clima del Instituto de Ciencias Básicas de la Universidad Nacional de Pusan (Corea del Sur), numerosos asteroides cercanos a la Tierra, conocidos como NEA, “plantean amenazas no despreciables a la habitabilidad de nuestro planeta”.
Uno de ellos es Bennu, objeto rocoso de 500 metros de diámetro y 74 millones de toneladas de peso que realiza su aproximación más cercana a la Tierra cada 6 años. Tiene una probabilidad estimada de 1 entre 2700 de colisionar con nuestro planeta en septiembre de 2182.
Con el propósito de detectar las posibles consecuencias que pueden aparecer en el clima y la vida en la Tierra tras el impacto de un asteroide de ese tipo, el equipo hizo una simulación usando un modelo climático de última generación y la supercomputadora IBS Aleph.
En reacción a inyecciones de polvo de 100 a 400 millones de toneladas, las simulaciones del modelo expusieron alteraciones graves en el clima, la química atmosférica y la fotosíntesis global en los primeros 3 a 4 años posteriores a la colisión.
En el sitio del impacto, un asteroide como Bennu podría causar ondas de choque, terremotos, incendios forestales, radiación térmica y cráteres, señalaron los investigadores.
A nivel global, las consecuencias serían devastadoras. En el escenario más intenso, hasta 400 millones de toneladas de polvo quedarían suspendidas en la atmósfera, además de aerosoles, escombros y cenizas, generando un “invierno global” caracterizado por temperaturas frías de hasta 4 ºC, descenso de un 15% en las precipitaciones y reducción significativa de la luz solar.
Los investigadores también encontraron que habría un agotamiento de la capa de ozono cercano al 32%, lo que ayudaría a que aumente la radiación ultravioleta.
Este evento también podría desencadenar condiciones climáticas perjudiciales para el crecimiento de las plantas, señala el estudio. Los modelos predijeron que causaría una reducción de hasta el 30% en la fotosíntesis de las plantas a nivel global, lo que al mismo tiempo amenazaría la seguridad alimentaria.
No obstante, el equipo de la Universidad Nacional de Pusan se sorprendió al encontrar que el crecimiento del plancton marino mostró un comportamiento distinto. En lugar de sufrir una reducción o lenta recuperación como los organismos de la tierra, el plancton en el océano lograba recuperarse en solo seis meses. Incluso, aumentó a niveles superiores que lo que se ha visto en condiciones climáticas normales.
El estudio también sugiere que, dependiendo del contenido de hierro del asteroide y el material que sea expulsado a la estratósfera, algunas regiones oceánicas podrían beneficiarse del biohierro, lo que podría contribuir a la proliferación de ciertas algas, como las diatomeas.
“En promedio, los asteroides de tamaño mediano chocan con la Tierra cada 100.000 a 200.000 años aproximadamente”, dijo Axel Timmerman, director del ICCP y coautor del estudio, en un comunicado.
“Esto significa que nuestros primeros antepasados humanos pueden haber experimentado algunos de estos eventos que desplazaron planetas con anterioridad, con posibles impactos en la evolución humana e incluso en nuestra propia composición genética”, concluyó.