El lugar propio de Porto Alegre
Para muchos, Porto Alegre es un destino poco habitual, eclipsado por ciudades como Buenos Aires, Montevideo o Río de Janeiro como alternativas en Sudamérica. Sin embargo, la capital de los gauchos -como se denominan con orgullo sus habitantes, en referencia a sus ancestros jinetes seminómades- se ubica en un punto estratégico y ofrece una mezcla entre urbanismo, parques, reservas naturales, cultura, gastronomía y bohemia.
Famoso por la exuberante belleza de sus mujeres -como Gisele Bündchen, Alessandra Ambrósio, Shirley Mallmann-, el estado de Río Grande del Sur da cuenta de un Brasil distinto al de las postales de Copacabana o Salvador de Bahía. Con un clima más fresco (en invierno) y atractivos naturales propios, su terreno propicia la actividad agrícola, ganadera, incluso vitivinícola: sus espumantes valen la pena.
Con una superficie de 496.684 km2, y una población que bordea el millón y medio de personas, en Porto Alegre -la capital del estado- el principal atractivo es la naturaleza.
Más de un millón de árboles (ligustros, jacarandas, plátanos, braquiquitos, tipuanas, y cinnamomums, entre otros) y 22.205.701 m2 de áreas verdes -esparcidas en 667 plazas, 9 parques, 3 reservas naturales, cerros, praderas florales y áreas privadas- la convierten en la ciudad de mayor vegetación en Brasil: hay un árbol cada tres habitantes. Está rodeada por el río Guaíba, que parece mar por su enorme extensión.
Conocí Porto Alegre hace 17 años. Se respiraba efervescencia social y aires de cambio (se hizo famosa mundialmente por albergar el Foro Social Mundial, en respuesta al foro de Davos en 2001), pero también cierta arrogancia frente al Brasil del norte: "Aquí se trabaja y se crean las ideas. Allá descansan", escuché más de una vez. Pero ahora las cosas son distintas. El estado ha perdido competitividad y la economía no marcha al ritmo que se espera. Pese a todo, la cuidad y sus barrios más sofisticados mantienen el glamour a tope.
La historia de la ciudad se remonta al siglo XVI, construida como ciudad puerto a la ribera del Guaíba. Hubo desde entonces una rica mixtura de emigrantes: las colonias alemanas e italianas predominan hasta hoy, también la francesa y la portuguesa. Su casco histórico conserva su carácter patrimonial casi sin intervención.
En el centro
Para partir, se puede recorrer el centro y algunas de sus plazas. El circuito de los principales museos -a cuadras de distancia- puede hacerse a pie sin problemas. La casa de cultura Mario Quintana, poeta y escritor gaucho, ubicada en el mítico edificio del Hotel Majestic, es una buena alternativa. Repasa la vida y obra de Quintana y además tiene un espacio creativo para artistas emergentes. El edificio tiene carácter patrimonial y destaca por su arquitectura de los años 30; y a través de grandes pasarelas conecta los dos bloques del inmueble. Entre ellos, se encuentra el pasaje peatonal Araújo Ribeiro. Desde ahí, se puede caminar hacia el Museo de Arte de Río Grande del Sur (MARGS), que reúne colecciones históricas de los artistas locales más destacados. Al frente está el Memorial de Río Grande del Sur, en la Plaza de Alfândega, lugar perfecto para disfrutar de la vegetación, descansar y tomar buen café brasilero. Quizás el mejor museo -por infraestructura y calidad de sus muestras- es el Farol Santander, que por estos días exhibe una muestra espectacular sobre José Saramago.
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La colorida estructura de la casa de cultura Mario Quintana. Crédito: Rodrigo Tetsuo Argentón/Creative Commons[/caption]
La escalera de Borges, en el centro, es una de las postales de la ciudad; punto ideal para apreciar toda su extensión y belleza arquitectónica. Ahí está el bar Justo, muy ondero y con cierto aire intelectual, que ofrece la excelente cerveza artesanal Zapata.
Almuerzo al mediodía
En Brasil se almuerza al mediodía; llegar más allá de la una y media puede ser un error. El Mercado Público Central es una excelente opción. El imponente edificio amarillo de mediados del siglo XIX, en la plaza Largo Glênio Peres, mezcla influencias europeas y latinoamericanas. En él se puede encontrar de todo. Pescados, verduras, cecinas, carnes, quesos, vinos, exquisitos embutidos, dulces y una variedad infinita de productos. Además, hay numerosos restaurantes donde se come muy bien y a bajo precio. Como el clásico Gambrinus, con sus platos del día -muy contundentes- que no superan los 40 reales (unos $7.000 aprox). Tiene excelente oferta de shops, entre las que destaca Al Capone, cerveza local y artesanal.
Al atardecer
Uno de los lugares más tradicionales es el Parque Farroupilha (Redenção), lugar de encuentro familiar y social. Se ven muchos jóvenes disfrutando de un buen chimarrão -mate gaucho, menos dulce que el argentino y más suave que el uruguayo-, leyendo, haciendo deporte o simplemente descansando. Si se visita un domingo podrá recorrer la Brique da redenção, enorme y variopinta feria de artesanía, además de un extenso anticuario tipo persa.
Uno de los mayores espectáculos naturales de Porto Alegre es su puesta de sol. Y el escenario ideal para disfrurtarla es el Parque Moacyr Scliar, un proyecto que le ha dado vida a la ciudad. Es una gran explanada con amplios jardines, ciclovías y miradores. "Aquí se ve la más hermosa puesta del sol de Brasil y el mundo", sentencia Maico Augusto (32), quien hace tres años es chofer de Uber.
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La vegetación ha hecho famoso al Parque Farroupilha. Crédito: Renato Soares/MTUR[/caption]
El proyecto total del parque considera tres nuevas etapas, las que se desarrollarán bajo el modelo de concesiones público-privadas, con el objetivo de integrar el río a lo largo de toda la ciudad. El parque se inicia a la altura de la Usina do Gasômetro, un viejo gasómetro reconvertido en centro cultural y famoso mundialmente por ser el epicentro del Foro Social.
La bohemia
La caída de la noche es toda una aventura. La bohemia es una condición para cada puerto y Porto Alegre no es la excepción. La fiesta y conversación está asegurada hasta la madrugada, con tertulias que muestran la diversidad de ideas y posiciones tajantes, nunca a medias tintas, que los gauchos tienen para casi todo. "Grenal" es el acrónimo que se usa para explicar este fenómeno, nombre que viene del clásico entre los dos principales equipos de fútbol: Gremio e Internacional de Porto Alegre.
Las alternativas nocturnas son muy variadas, desde el sofisticado Barrio Auxiliadora, cuyos bares de rua Nova York parecen sacados del Soho, a la irreverencia de Cidade Baixa, un barrio que destaca por su diversidad, lugar de reunión de artistas, músicos y universitarios.
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El bar Justo vende la conocida cerveza artesanal Zapata. Crédito: Bar Justo[/caption]
Los gauchos gustan de ir de copas, pasando de bar en bar, un rato acá y allá. Hay para todos los estilos, siempre en un ambiento diverso y alegre como hilo conductor. Olivos es una buena opción. Ossip, más tradicional; y para escuchar música brasileña Espaço 512 y Matita Pere. Más indie rock, Margot y Cucko. Para tomar una cerveza artesanal, ir a Infiel. Pinacota, Spoiler, Casa Azul, Dirty Old Man, Malvadeza, Quentis, también merecen una oportunidad. Y si la idea es un buen espectáculo, Opinião es el lugar.
Ciudad fútbol
Brasil es la capital del fútbol. Junto con el campeonato local, que se disputa en cada estado, se suma el campeonato nacional, donde el Brasileirao (serie A) es el más importante. Tanto Gremio como el Sport Club Internacional, más conocido como el Inter, son animadores permanentes de este último torneo y de la Copa Libertadores de América.
Tuve la suerte de ver el partido de vuelta de cuartos de final de la Copa Libertadores, entre Inter y Flamengo (que acabó con la eliminación del local tras empatar en los 90 minutos del partido de vuelta y haber caído de visita en Río). Un verdadero espectáculo. No solo por el fútbol, sino, sobre todo, por la pasión de las torcidas y el ambiente familiar y festivo que se vive desde la previa hasta la salida. Es bastante seguro y se puede comer -pipoca, pizza, hamburguesa y salgado son buenas alternativas- y beber cerveza por unos cuantos reales afuera del estadio. Durante el encuentro también, pero es más caro.
Nuevo plan regulador
Porto Alegre es particularmente extensa y poco densificada. La cantidad de edificios es bastante menor a una ciudad moderna de su tamaño, mientras que la distancia de éstos a la vereda es de varios metros. Cada edificio cuenta con más estacionamientos que departamentos (por ley), y la cantidad de casas es extremadamente alta para tratarse de una capital, dándole un aire provinciano.
Lo que parece un paraíso urbanístico, tiene algunos problemas. El principal: los desplazamientos. El sistema de transporte público (ómnibus) es el talón de Aquiles de la ciudad -irregular frecuencia, poca puntualidad, deficiente infraestructura- y la planificación urbana termina siendo un problema crítico, en particular para los más pobres que viven en la periferia. Por otra parte, los inversionistas enfrentan muchas trabas para desarrollar cualquier proyecto inmobiliario, lo que ha generado un masivo éxodo de capitales a estados vecinos.
"El nuevo plan regulador busca planificar el espacio público, y a partir de ahí diseñar una ciudad que ponga a las personas en el centro", señala el secretario municipal de Porto Alegre, Germano Bremm. En resumen, la iniciativa busca densificar la ciudad, aumentar la altura de los edificios, acercarlos a la calle, modificar la ley que exige uno o más estacionamientos por departamento construido, integrar los espacios públicos y establecer barrios de carácter mixto, que permitan una mayor interacción.
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