John Wayne Gacy
La perturbadora historia de Pogo, el payaso asesino que abusaba de adolescentes varones y los enterraba en su casa. Foto: John Wayne Gacy.

El perturbador caso de Pogo, el payaso asesino que abusaba de adolescentes y los enterraba en su casa

Participaba en actos benéficos y era apreciado por la comunidad. Sin embargo, detrás del maquillaje y los globos coloridos, se ocultaba un macabro asesino.


Esta nota incluye partes de violencia explícita.

Cuando John Stanley Gacy recibió a su primer hijo varón el 17 de marzo de 1942, en Illinois, Estados Unidos, pensó que al fin cumpliría su sueño de educar a “un hombre de verdad”.

Él y su esposa Marion Elaine habían tenido antes a una hija llamada Karen, pero como la infante era mujer, no cumplía con ese requisito de género que su padre exigía con insistencia. Estaba obsesionado con tener un varón. Tenía que ser un varón.

Decidió llamarlo John Wayne, mismo nombre que el del mítico actor de Hollywood que protagonizó La diligencia (1939) del cineasta John Ford.

No obstante, tras pasar por una infancia y adolescencia en la que fue atormentado por las exigencias de su padre, John Wayne Gacy nunca llegó a convertirse en uno de esos personajes de las heróicas historias de vaqueros, aquellos que en esa época marcaban un estricto estereotipo sobre cómo debía ser la masculinidad.

Más bien, se convirtió en empresario. Y uno muy carismático, apreciado por la comunidad.

Cada vez que había un acto benéfico, sacaba su disfraz, una peluca y repartía globos de colores con su cara bañada en maquillaje. Se presentaba como “Pogo, el payaso”.

Era visto como un ciudadano ejemplar y atraía la atención tanto de los niños como de los adultos.

Incluso, llegó a compartir con la primera dama Rosalynn Carter, esposa del entonces presidente Jimmy Carter (quien gobernó desde 1977 hasta 1981), y exhibía orgulloso en la pared de su living una fotografía que le habían sacado en esa instancia.

Sin embargo, detrás de su permanente sonrisa y esa expresión decorada con pintura facial, se ocultaba un asesino serial que estrangulaba a sus víctimas después de abusar de ellas.

Luego, las enterraba en distintas partes de su casa.

En total, se le declaró culpable por matar a 33 adolescentes, todos varones, de entre 14 y 20 años aproximadamente.

Pero pasaron años hasta que la policía pudo identificar que Pogo, el payaso, era en realidad un criminal de alto riesgo para la sociedad.

John Wayne Gacy
La perturbadora historia de Pogo, el payaso asesino que abusaba de adolescentes varones y los enterraba en su casa. Foto: John Wayne Gacy.

“Decidí mandar todo al diablo”: la historia de John Wayne Gacy

Vivían en los suburbios de Chicago. Su padre era un maquinista ferroviario que disfrutaba de la pesca, los deportes y el alcohol. Los ingresos que recibía posicionaban a la familia en un sector socioeconómico medio-bajo.

Lo que más anhelaba John Stanley era que el John Wayne fuese igual que él: rudo, masculino, “un hombre de verdad”.

Resultó ser muy distinto. Desde su infancia, presentó problemas de obesidad, le costaba jugar con otros niños y más bien prefería estar en casa con su mamá y sus hermanas (además de Karen, después tuvieron a una tercera hija).

Asimismo, le dificultaba sociabilizar con sus compañeros de colegio y su rendimiento académico era deficiente.

Cada vez que John Wayne tenía un problema, acudía a Marion Elaine.

Mamá era su confidente. Se le acercaba y le contaba muchas cosas que no se atrevía a decirle a papá. Creo que él pensaba que le ocultaba secretos y eso le molestaba. Entonces, mi papá discutía con ella. A veces, muy fuerte”, recordó Karen en los años posteriores, cuando ya se habían destapado los crímenes de su hermano.

John Stanley no solo era obsesivo con cómo debía ser su hijo —desde su perspectiva—, sino que también era violento.

Cuando llegaba a la casa después terminar su jornada laboral en la ferroviaria, se iba al taller de su sótano y comenzaba a beber. Vaso tras vaso, hasta emborracharse.

Más adentrada la tarde noche, subía a buscar a John Wayne con un cinturón en mano.

“¡Estúpido! ¡Niñito de mamá! ¡Mar..!”, le gritaba a su hijo mientras lo agredía, según informaciones rescatadas por Infobae.

Ya en la pubertad, John Wayne hizo todo lo que pudo para tratar de complacer a su padre. Incluso, se inscribió en un grupo de boy scouts y ganó unas “insignias de supervivencia” en un campamento.

También empezó a salir con sus compañeras y paseaba con ellas cerca de su casa para que John Stanley lo viera. Todos sus esfuerzos estaban concentrados en impresionarlo, aunque nada parecía suficiente.

Incursionó en distintos deportes, pero no pudo rendir como esperaba su padre, debido a que se desmayaba al correr.

Tras una serie de exámenes médicos a raíz de dicha complicación, los doctores descubrieron que tenía un coágulo en la cabeza y le recetaron remedios para tratarlo.

Aún así, John Stanley estaba convencido de que aquello era falso. De hecho, insistía en que su hijo fingía los desmayos para evitar estudiar y hacer actividad física.

La frágil situación familiar de John Wayne y las problemáticas que enfrentaba en el colegio contribuyeron a que pasara por cuatro institutos, hasta que un día colapsó.

Optó por dejar la escuela, irse de su casa, alejarse de una vez por todas de su violento progenitor y mudarse a Las Vegas (Nevada) para trabajar en una funeraria.

Fue empleado del lugar por solo tres meses. ¿El motivo? Lo descubrieron acostado junto a un cadáver.

Tenía apenas 20 años y varias fantasías dañinas rondando por su mente, aunque en ese instante, nadie lo sabía.

“No podía hablar con mi padre, estaba destrozado. Yo era un tonto, un estúpido que nunca llegaría a nada. Decidí mandar todo al diablo”, declaró años más tarde, cuando ya estaba tras las rejas.

John Wayne Gacy
La perturbadora historia de Pogo, el payaso asesino que abusaba de adolescentes varones y los enterraba en su casa. Foto: John Wayne Gacy.

Un primer matrimonio fallido y múltiples denuncias por abuso

Después del incidente de la funeraria, quiso cambiar el trayecto de su vida. Se trasladó a Springfield (Illinois), encontró empleo en una zapatería, terminó el colegio y se inscribió en una Escuela de Negocios.

A diferencia de en su etapa escolar como adolescente, ahí sí consiguió buenas calificaciones y pudo hacer amigos con mayor facilidad.

De la misma manera, en la zapatería se enamoró de una clienta llamada Marilyn Myers y el sentimiento fue correspondido, por lo que se casaron en septiembre de 1964, a menos de un año de haberse conocido.

La familia de su ahora esposa tenía un restaurante de la cadena Kentucky Fried Chicken en Waterloo (Iowa), así que les ofrecieron mudarse hacia allá para que él ejerciera como gerente de ese local.

Todo parecía andar bien en el ámbito económico y en el social. Incluso, fue directivo de la Cámara de Comercio y luego lo eligieron como vicepresidente. Además, empezó a asistir a actividades benéficas y a hacerse conocido en la ciudad. Hasta fue clave para potenciar la campaña del entonces gobernador electo de Illinois, el demócrata Otto Kerner.

Al mismo tiempo, la relación con Myers se desmoronaba.

Un análisis del caso revisado por el citado medio, el cual fue escrito por el sociólogo de la Universidad de Alabama, Dennis L. Peck, detalló que John Wayne Gacy “muy rara vez conseguía una erección (durante la actividad sexual con su esposa), y en una ocasión que lo consiguió, engendró a su hijo Michael”.

“Aquel año (1964) también tuvo su primera experiencia homosexual”, agregó.

En ciertas ocasiones, Gacy se reunía con otros empresarios para asistir a reuniones de la Cámara de Comercio. Una vez que salían, los invitaba a un hotel llamado Clayton House, en el que veían películas pornográficas y hacían orgías con trabajadoras sexuales.

Como es de esperar, lo hacían a escondidas, pero aquello no impidió que circularan rumores, los cuales llegaron a los oídos de Marilyn Myers.

Ella, con el objetivo de evitar la separación, le dijo que lo aceptaba y que le gustaría participar en tales encuentros. Fue así como se incorporaron a un grupo de parejas swinger.

Los distintos aspectos de su vida estaban alineándose. También tuvieron otra hija llamada Christine y Gacy figuraba constantemente en los periódicos.

Pero no estaba satisfecho. Sus fantasías de atentar contra personas eran latentes, tanto que en una fría noche de 1967 cometió su primera agresión sexual conocida por las autoridades.

Mientras su esposa y su hija estaban fuera, John Wayne Gacy invitó a su casa a un adolescente de 15 años llamado Donald Vorgese, quien era hijo de un amigo senador.

Cuando llegó a la residencia, le dio alcohol hasta embriagarlo. Y después, lo obligó a practicarle sexo oral.

Al terminar, le dio 15 dólares (unos 12.700 pesos chilenos actuales) y lo intimidó para que ocultara el abuso que acababa de sufrir. Le dijo que si hablaba sobre dicho episodio, nadie le creería y enfrentaría represalias.

El joven, asustado por sus amenazas, estuvo con un cúmulo de dudas por unos días, hasta que finalmente decidió contarle lo ocurrido a sus padres.

A raíz de aquello, Gacy fue arrestado y acusado por cargos de abuso sexual. En su defensa, insistió que el adolescente mentía y aseguró estar dispuesto a someterse a un detector de mentiras para sostener que era inocente.

Por supuesto, él pensaba que podría esquivar a la máquina, pero se equivocó.

“Lo único verdadero que dijo fue su nombre”, apuntó el informe del sistema.

A ello se le sumó que, como era un hombre ampliamente conocido, el caso se hizo público y rápidamente aparecieron más adolescentes acompañados por sus padres, quienes denunciaron haber sido víctimas de Gacy.

Sus relatos y las contradicciones del acusado llevaron que el jurado le adjudicara 10 años en la Penitenciaría estatal de Anamosa (Iowa), mientras que Myers, agobiada por la presión y por conocer los actos de su esposo, pidió el divorcio y se llevó la custodia de sus dos hijos.

Nunca más volvió a verlos.

John Wayne Gacy
La perturbadora historia de Pogo, el payaso asesino que abusaba de adolescentes varones y los enterraba en su casa. Foto: John Wayne Gacy.

Cuándo pasó a ser un payaso asesino

La buena conducta de Gacy al interior de la cárcel favoreció a que fuese liberado después de solo cumplir un año y medio en prisión, el 18 de junio de 1970, por lo que se trasladó desde Iowa hacia Illinois (su estado natal), en donde no se conocían los delitos que había cometido.

Creó su propia compañía constructora llamada PDM Contracting, se compró una casa en un suburbio del municipio de Norwood Park, se unió a la Cámara de Comercio, se inscribió en el Partido Demócrata y volvió a asistir frecuentemente a eventos benéficos.

Aunque ahora, disfrazado de su personaje: Pogo, el payaso.

John Wayne Gacy construyó —otra vez— la fachada de un ciudadano ejemplar que estaba dispuesto a darlo todo por el beneficio de la comunidad. Hasta compartió en una ocasión con la primera dama de Estados Unidos, Rosalynn Carter, y consiguió que le firmara una fotografía en la que se les vio a ambos, la misma que se mencionó al inicio de este texto.

“Para John Gacy. Los mejores deseos”, se leía en una parte de la postal, en la cual se les puede ver a ambos vestidos con trajes de colores rojizos.

Rosalynn Carter / John Wayne Gacy
La perturbadora historia de Pogo, el payaso asesino que abusaba de adolescentes varones y los enterraba en su casa. Foto: Rosalynn Carter / John Wayne Gacy.

Se casó por segunda vez con una ex compañera de colegio de su hermana Karen, Carole Hoff, y su carrera iba en ascenso. No obstante, se separaron en 1976, debido a complicaciones en sus relaciones sexuales.

Lo que ni ella ni nadie sabía en ese minuto, era que Gacy ya había empezado a cometer asesinatos seriales —junto con abusos— cuatro años antes.

El 2 de enero de 1972, mientras su pareja no estaba en casa, llevó a un joven de 15 años llamado Timothy McCooy, a quien recogió en su auto. Abusó de él, le dio numerosas puñaladas y después lo enterró en el sótano.

Tres años más tarde, el 29 de julio de 1975, atacó John Burtkovitch, de 16 años, y lo sepultó en el mismo lugar, luego de estrangularlo.

Posterior al quiebre de su matrimonio con Hoff, solo entre marzo de 1976 y diciembre de 1978 asesinó a 31 jóvenes más.

Sepultó 26 de los 33 cadáveres en el sótano. Enterró tres en otras habitaciones y a cuatro los dejó en un río ubicado en las cercanías.

John Wayne Gacy
La perturbadora historia de Pogo, el payaso asesino que abusaba de adolescentes varones y los enterraba en su casa. Foto: John Wayne Gacy.

Cómo lo descubrieron y cuál fue su final

A medida que los cuerpos fueron entrando en un estado de descomposición, el penetrante hedor que salía de la casa de Gacy llamó la atención de los vecinos, por lo que algunos de ellos se acercaron a preguntarle cuál era el origen.

John Wayne respondía que tenía “un problema de humedad”, el cual estaba por solucionar, una mentira que no despertó sospechas en el vecindario.

Fue un evento en particular el que recién lo puso en el ojo de las autoridades y de la comunidad.

Un adolescente de 15 años llamado Robert Priest había desaparecido en diciembre de 1978, tras decirle a su mamá que iría a una entrevista de trabajo con el empresario y payaso.

No volvió a su hogar ni se supo de él en toda la noche, por lo que la madre fue hasta su casa para preguntarle si sabía de su paradero. Gacy dijo que el joven nunca llegó a la reunión, una afirmación de la que ella desconfió.

Con el presentimiento de que él podía estar vinculado con la desaparición de su hijo, la mujer fue donde a una estación de policía y relató los sucesos.

Tras escucharla, los agentes interrogaron a John Wayne, pero tal como había hecho unos años antes en Iowa, negó saber dónde estaba Priest y sugirió que probablemente se escapó o que enfrentó alguna complicación en el camino.

Lo liberaron bajo vigilancia y continuaron con las investigaciones hasta que el juez emitiera una orden para allanar su residencia.

Frente a este escenario en el que estaba próximo a ser descubierto, Gacy recurrió al mismo carisma que mostraba cuando se disfrazaba de Pogo e invitó a unos policías a cenar. Pensó en que aquello le permitiría fortalecer su testimonio de que era inocente.

Cuando estaban sentados alrededor de la mesa, uno de los agentes le preguntó de dónde venía el putrefacto olor.

“Es humedad”, respondió él, ya consciente de que estaba a unos pasos de que se descubrieran sus crímenes.

Dicha escena desató su desesperación, más cuando se enteró de que la orden de allanamiento permitiría que revisaran los pisos de su casa.

John Wayne Gacy
La perturbadora historia de Pogo, el payaso asesino que abusaba de adolescentes varones y los enterraba en su casa. Foto: John Wayne Gacy.

Impaciente, visitó a su abogado y le reveló los atentados que cometió. Tras oírlo, le dijo que lo mejor era que confesara los delitos antes de que fueran a inspeccionar su vivienda.

El hombre que encarnaba a Pogo en los actos benéficos fue rápidamente a su casa con la intención de cambiarse de ropa e ir a entregarse, pero cuando llegó, la policía lo estaba esperando.

En esa instancia hallaron 16 de los cadáveres y con el paso de los años fueron encontrando más.

De hecho, a décadas de que la policía descubriera a Gacy, en octubre de 2021 se descubrieron rastros genéticos de otra de sus víctimas, Francis Wayne Alexander, quien había desaparecido a finales de 1976.

El juicio en su contra inició en Chicago el 6 de febrero de 1980. Al principio, John Wayne recalcó ser inocente y aseguró que tenía complicaciones mentales, a pesar de que los peritos que lo analizaron concluyeron lo contrario.

Hasta llegó a decir que las 33 muertes fueron de carácter “accidental” y que ocurrieron mientras hacían lo que él llamó “asfixia erótica”.

Todos sus argumentos de Gacy y su defensa fueron desestimados, lo que le provocó una condena de varias cadenas perpetuas y penas de muerte (pese a que lógicamente solo se puede cumplir una vez).

Pasaron 14 años en los que estuvo recluido mientras sus abogados apelaban, periodo en el que se inició en las artes manuales y comenzó a pintar cuadros, la mayoría de ellos de su propio personaje: Pogo, el payaso.

Finalmente, recibió una inyección letal el 10 de mayo de 1994, la cual desencadenó su muerte en un tiempo de 18 minutos.

“¡Matarme no hará regresar a ninguna de las víctimas! ¡El Estado me está asesinando! ¡Nunca sabrán dónde están los otros! ¡Bésenme el …!”, fueron sus últimas palabras.

La miniserie documental disponible en Netflix, Conversaciones con asesinos: las cintas de John Wayne Gacy (2022), relata su historia en un total de tres capítulos de 60 minutos cada uno.

Puedes ver un tráiler a continuación.

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