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Enfermedad de Alzheimer: por qué hay más casos entre las mujeres, según una especialista. Foto: referencial.

Enfermedad de Alzheimer: por qué hay más casos entre las mujeres, según una especialista

Una experta del ámbito de la salud explicó los motivos de por qué se hacen más diagnósticos entre las mujeres que entre los hombres. Esto fue lo que dijo.


El Alzheimer es una de las enfermedades neurodegenerativas que más preocupa a la población y a la comunidad científica. Distintas investigaciones del ámbito de la salud han alertado que su diagnóstico se ha acentuado durante las últimas décadas, hasta el punto en que se estima que para 2050 habrá cerca de 150 millones de pacientes con este padecimiento alrededor del mundo.

A ello se le suma que esta afección es más común entre las mujeres, según afirmó una revisión académica de la profesora de la Universidad de Málaga, Raquel Sánchez Varo, quien escribió un artículo en el que analizó los motivos detrás de este escenario.

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Enfermedad de Alzheimer: por qué hay más casos entre las mujeres, según una especialista. Foto: referencial.

Por qué hay más casos de Alzheimer entre las mujeres

En su escrito, publicado recientemente en The Conversation, la experta destacó que los datos sugieren que no fue una coincidencia que esta enfermedad haya sido detectada por primera vez a partir del caso de una mujer: Auguste Deter. De hecho, actualmente cerca de dos tercios de las personas afectadas por Alzheimer lo son.

Según Sánchez, el principal factor de riesgo para padecer esta afección es la edad. Así que, como este grupo tiende a vivir más, la mayoría de los investigadores habían asumido que esa relación daba como resultado que se detectaran más casos.

Aún así, subrayó que eso ha cambiado con el tiempo, hasta el punto en que hoy existen distintos estudios que se han dedicado a abordar este tema.

Los motivos detrás de este contraste, según la especialista, se deben tanto a diferencias biológicas derivadas del sexo como a otras socioculturales asociadas a los roles de género.

Respecto al primer punto, dijo que “ahí entran en juego los estrógenos, hormonas esteroideas producidas principalmente por los ovarios, aunque también por las glándulas adrenales, el tejido adiposo y el cerebro”.

Los estrógenos, además de ser clave para la reproducción, ”intervienen en otras vías de señalización, algunas relacionadas con funciones cognitivas o con la neuroprotección (...) son moléculas con acción antioxidante, reguladoras del metabolismo, de la respuesta inmunitaria, la neurogénesis y la plasticidad sináptica, que resultan críticas para el envejecimiento cerebral”.

Así, detalló que el hipocampo posee dos tipos de receptores estrogénicos, mientras que esa parte del cerebro se ve deteriorada en los pacientes con Alzheimer desde etapas tempranas del diagnóstico.

Es por esto que la profesora de la Universidad de Málaga ve una relación entre la mayor recurrencia de este diagnóstico en mujeres y la pérdida de estrógenos (hipoestrogenismo) ocasionada por la menopausia.

“Tanto es así que las mujeres a las que se han extirpado los ovarios con menos de 50 años también presentan un mayor riesgo de padecer daño cognitivo y Alzheimer”, añadió Sánchez, “por eso desde hace varias décadas se están haciendo investigaciones para averiguar si la terapia hormonal sustitutiva (es decir, aportar estrógenos en forma de medicación al inicio o durante la menopausia) podría tener una función neuroprotectora”.

Pese a que aseguró que a partir de aquello se podrían desarrollar tratamientos efectivos, acentuó que tales hallazgos todavía no son generalizados, por lo que se requiere de más trabajos científicos para comprobarlo.

Pero eso no es todo, ya que según la experta, hay otros factores importantes de considerar en este análisis.

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Enfermedad de Alzheimer: por qué hay más casos entre las mujeres, según una especialista. Foto: referencial.

El rol de la microbiota y lo que se asocia al cerebro femenino

Investigaciones citadas por la especialista de la Universidad de Málaga describen que las poblaciones de microorganismos en el cuerpo humano —lo que se conoce como microbiota— y su relación con las hormonas y la salud cerebral influyen en esta tendencia.

En este sentido, dijo que un subgrupo en particular de bacterias llamado estroboloma “participa activamente en la regulación de los niveles sistémicos de estrógenos, por tanto, las terapias probióticas también podría tener efectos beneficiosos indirectos sobre el cerebro de las mujeres menopáusicas”.

“La microbiota también presenta dimorfismo sexual, siendo diferente entre hombres y mujeres, lo que se conoce como microgenderoma”, precisó Sánchez, para luego explicar que “estas variaciones producen diferentes grados de susceptibilidad a la hora de padecer ciertas patologías”.

Junto con ello, otro factor que se cree que podría estar relacionado con esta diferencia entre hombres y mujeres es el estrés. Este último es uno de los principales factores de riesgo para desarrollar Alzheimer, mientras que distintos estudios han alertado que aparentemente afecta más a las mujeres que a los hombres.

Uno de esos trabajos científicos, publicado en el sitio de la Washington University School of Medicine en St. Louis, hizo un experimento con modelos animales de esta enfermedad y demostró, según términos sencillos explicados por Sánchez, que “el cerebro de las hembras es más vulnerable al impacto del estrés que el de los machos, al parecer debido a un mayor aumento en la acumulación de la proteína beta-amiloide”.

Bajo esta línea, hizo hincapié en un elemento que está mayormente ligado a los roles de género que predominan en esferas socioculturales: “La incorporación de la mujer al mundo laboral, junto con las tareas del hogar, cuidados y los problemas de conciliación familiar, hacen que, en general, ellas acusen más estrés que los hombres”.

“Y eso implica que estrategias sociales encaminadas a la eliminación de las diferencias de género podrían ser muy positivas para reducir el riesgo de Alzheimer entre las mujeres”, enfatizó la experta.

De esta manera, sentenció que “lo que está cada vez más claro es que el sexo es una variable de peso a la que, desafortunadamente, todavía no se le ha concedido la merecida relevancia, a pesar de dividir a la población mundial en dos subgrupos fisiológicamente bien diferenciados”.

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