Es poco antes del mediodía del viernes 21 de abril y al interior del Centro de Salud Familiar Leocan Portus (Cesfam) de Talcahuano, en la región del Biobío, varios globos grises, amarillos y blancos adornan las paredes del consultorio. Lo de hoy no es una jornada como cualquier otra: se está desarrollando un show organizado por la comunidad.
Entre los asistentes, uno que otro graba con su celular la performance. En ella, una de las protagonistas que está frente al público es Carla Verdugo, quien está vestida completamente de negro e interpreta el hit Stop! de Sam Brown.
Mientras entona la melodía de la británica aparece a un costado otra participante, la instructora de twerking y fonoaudióloga Johanna Cares. La bailarina lleva un body negro y se roba las miradas y la atención de los celulares.
El baile creó una controversia en la región, luego que se difundieran en redes sociales los videos que se grabaron ese día. Hasta el alcalde de Talcahuano, Henry Campos, salió a asegurar que se instruyó un sumario administrativo, “para buscar las responsabilidades de quienes permitieron también la realización de este show con un contenido no apto”.
“Me atrevería a decir con un contenido erótico, a las 11 horas y en un lugar donde había niños”, agregó el edil.
—A todo le ven morbo —se defendió Johanna Cares a través de sus redes sociales—. No pensé que un simple baile iba a causar tanta polémica, la gente está muy cartucha —añadió junto con precisar que a esa hora no había pacientes, sino que únicamente funcionarios.
Este viernes, sus pasos de twerk se hicieron virales e incluso llegaron hasta los medios internacionales.
Ahora, ¿en qué consiste esta llamativa danza? ¿Y qué significa para quienes la practican? La Tercera conversó con dos instructoras de este baile.
¿Twerk? ¿Qué es eso?
El twerk —también conocido como twerking— es un tipo de baile basado en movimientos de pelvis y cadera, en diferentes direcciones y niveles.
No solo se puede realizar de pie, sino que también se puede bailar con el cuerpo en el piso o, hasta incluso, de cabeza.
Elizabeth Becerra (26) es psicóloga e instructora de twerk desde hace dos años. Explica a La Tercera que “si bien se caracteriza en el movimiento de cadera, eso también viene acompañado de otros movimientos corporales, como brazos, hombros y piernas”.
Los primeros indicios de este baile se remontan a la aparición de la denominada cultura bounce, un movimiento instalado en Nueva Orleans en la década de los 80. También se le ha asociado a que tiene algunas asimilaciones con las danzas africanas, como lo es el Mapouka.
En los últimos años, el twerk encontró una especie de refugio para instalarse en Chile y ha reunido a una buena cantidad de mujeres y personas LGBTQ que lo practican con regularidad.
Al buscar escuelas, organizaciones o instructoras que enseñen esta actividad, no solo es posible hallarlos en Santiago, puesto que también hay una larga lista de opciones en otras regiones del país.
La explosión del twerk ha llegado al punto en que existe hasta un campeonato anual de esta danza, llamado Chile Twerk Championship, donde la mejor exponente tiene la posibilidad de pasar a una final mundial. De hecho, este año, la contienda internacional comienza mañana y hay una seleccionada chilena entre sus filas.
“Es un espacio de liberación”
Quienes están dentro de este mundo aseguran que llegaron a él por casualidad, mientras estaban en búsqueda de formas de reconciliarse con su cuerpo o simplemente por encontrar un pasatiempo para escapar de la rutina.
En los primeros meses, cuando apenas eran unas aprendices de la “magia” del twerk, fueron descubriendo que no es solo un baile sino que casi “un estilo de vida”.
Aunque podría creerse que los beneficios de esta actividad son principalmente físicos, debido a los movimientos que se realizan, la instructora de twerk So Vidal (27) plantea a La Tercera que es mucho más que eso.
—Cuando las personas se dan el espacio de poder bailarlo, siento que se empiezan a desenvolver en su propio cuerpo, a tener mucha más personalidad y sentirse mucho mejor consigo mismos.
Luego añade: “Es un espacio muy cómodo y de liberación para muchas personas, sobre todo en Chile, que siento que es un país que se priva mucho del derecho al deseo y a la sexualidad”.
Becerra también se dio cuenta que el twerk significa mucho más que bailar cuando recién daba sus primeros pasos.
Aunque reconoce que a todos puede generarle sentimientos distintos, desde que se dedica a hacer clases ha percibido con más claridad que es una actividad que puede hacer elevar a altos niveles el autoestima y el conocimiento personal.
—Al bailar necesitas desarrollar conciencia de tu cuerpo y del espacio en el que estás bailando —plantea—. Eso te lleva a usarlo en otras áreas de tu vida, ya sabes cómo es tu cuerpo y cómo moverte en tu entorno. Tienes mayor seguridad y aceptación contigo misma, con las cosas que haces.
Después, cierra: “Juntarse entre mujeres a bailar twerk siento que genera una sensación tan grande libertad para el cuerpo, que llega a ser sanador”.
La importancia de la técnica
En el twerk no hay una coreografía específica. Es una danza que aún sigue construyéndose y mutando cada día, explican sus instructoras, pero hay ciertos movimientos que están muy bien definidos.
¿Cuáles son? El shake, el booty clap y el bounce.
Al mismo tiempo, también hay estilos variados como lo son el acrotwerk (con acrobacias), sensual o freestyle. Según relata Vidal, este último ha conseguido encontrar su propio nicho dentro de la comunidad twerkera en Chile.
Viendo estos movimientos, cualquier podría pensar que el twerk y el popular baile del reggaetón que es la norma en Latinoamérica, el “perreo”, son lo mismo. Becerra es enfática en indicar que son dos cosas diferentes y explica lo que los separa:
—Yo podría “perrear” aplicando una técnica del twerk, pero no es lo mismo, porque también puedo bailar twerk con otra canción que no sea reggaetón.
El punto, como dice la instructora, está en la técnica:
—Hay una forma correcta de mover la cadera, las rodillas, los pies, los hombros, el abdomen y la cabeza. Todas las partes de tu cuerpo tienen que estar en una posición para poder ejecutar la técnica de una forma limpia y no lesionarte.
Quiénes practican twerk
Las dos instructoras coinciden en otra cosa: por lejos, las que más deciden experimentar en esta actividad son mujeres. También integrantes de la comunidad LGBTQ son parte del público base de esta danza. Las edades pueden variar, en general apuntan que van desde los 17 hasta los 35 años, aunque también aparecen personas mayores de vez en cuando.
—Creo que no conozco ninguna clase en la que hombres hetero puedan entrar —dice Vidal—, justamente porque hay problemas con eso, porque hay mucho acoso. Tratamos de cuidar los espacios para las personas que van a clases.
Hay instancias en que la comunidad twerkera sale a practicar o realizar sus clases en el exterior, lo que no siempre puede ser una experiencia agradable.
En algunas de esos ensayos, Becerra cuenta que han tenido que enfrentar como grupo situaciones de acoso sexual por parte de desconocidos, que se quedan cerca o se esconden y, de la nada, comienzan a grabarlas con sus celulares.
—Creo que es el gran problema que tienen las personas al mirar el twerk, no lo ven como una danza ni como un entrenamiento, sino que se imaginan o miran esto como algo meramente sexual e inapropiado.
¿Y qué dicen las integrantes del mundo twerk chileno del baile de Johanna Cares en el Cesfam de Talcahuano?
—La comunidad la acompaña y yo también —dice Becerra sin pensarlo dos veces.
Por su lado, Vidal dice:
—La comunidad twerkera está toda con Johanna. Esto deja al descubierto que la gente no está viendo esto como una danza aún, a pesar de que la mayoría sabe lo que es.