España en alerta por invasión de coipos sudamericanos

Coipo
España en alerta por invasión de coipos sudamericanos. Foto referencial.

El roedor de gran tamaño, considerado en Chile una especie protegida, habría comenzado a instalarse en Cataluña hace una década tras ingresar por Francia.


Desde hace años que España ha sido testigo de un preocupante fenómeno que ha puesto en riesgo a sus ecosistemas y biodiversidad.

Se trata de la rápida expansión del coipo (Myocastor Coypus), roedor grande y semiacuático que es considerado una de las 100 especies invasoras más dañinas en el planeta. El animal oriundo de Sudamérica ha escogido los humedales y ríos del país europeo para establecerse, lo que ha puesto en peligro no solo a la fauna local, sino que también ha traído consecuencias en la agricultura de la zona.

Cómo llegó el coipo a España

De acuerdo al medio El Confidencial, existen registros de que el coipo -también llamado coipú o quiyá- ya estaba presente en País Vasco al menos desde la década de 1970, cuando se le vio en Marismas de Txingudi.

Hace una década habría comenzado a instalarse en Cataluña. La vía de ingreso fue por Francia y luego se trasladó por el río Muga.

Con el paso de los años las poblaciones del animal han estado adentrándose cada vez más en el país europeo, en ríos de municipios como Navarra y Girona.

Una de las razones que explican su veloz expansión por el territorio es que el roedor tiene una enorme capacidad de reproducción que le permite tener de cinco a siete crías por año, señaló a La Vanguardia el biólogo Santiago Palazón. Otro motivo es que prácticamente no tiene depredadores.

Al ser una especie invasora, la presencia del coipo significa una amenaza para los animales autóctonos, como la rata de agua, además de alterar los ecosistemas acuáticos donde se ha instalado. Joan Pino, director del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf), explicó al mismo medio español que el peligro también se debe a que el animal es “vector de distintos patógenos humanos”.

Pero, ¿cómo fue específicamente que el roedor llegó desde Sudamérica a Europa?

A mediados del siglo XX, muchas granjas peleteras comenzaron a criar estos roedores con el propósito de que después fueran utilizados en el comercio de piel. Francia era uno de los países que tenía ese tipo de recintos.

Coipo
El coipo es un roedor semiacuático.

Los cambios de demanda, sumado a las restricciones del comercio de piel en algunas regiones, provocaron que varias granjas pusieran fin a la actividad y los ejemplares comenzaran a escaparse a la naturaleza.

En Cataluña tienen claro los problemas que ha traído la especie y por lo mismo han decidido actuar al respecto. A inicios del 2023, el gobierno comenzó a impulsar un programa específico para disminuir, al menos en un 70%, las poblaciones que están ubicadas en las comarcas de Girona. Algunas de las medidas relacionadas al programa son elaborar protocolos de actuación, crear una brigada específica para controlar a la especie y desplegar alrededor de 500 trampas en las zonas afectadas.

Cómo es el coipo

Myocastor Coypus es considerado uno de los roedores más grandes del planeta. Puede medir desde 40 a 60 cm de largo, a lo que se suman sus casi 40 cm de cola. Su peso, en tanto, varía entre los 5 y 10 kilos.

Se caracteriza por tener un pelaje largo y grueso, de una tonalidad café oscuro con algunas variaciones de amarillo y café claro, que le aporta impermeabilidad y protección térmica.

Tanto sus ojos como sus orejas son de tamaño muy pequeño, y con respecto a sus patas, cuentan con membranas natatorias. Otros detalles importantes es que cuenta con garras filosas, incisivos naranjos y bigotes blancos en su rostro. Por su aspecto, algunas personas podrían confundirlos con el castor.

Está presente en Chile y otros países de Sudamérica como Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay. De acuerdo al Servicio Agrícola Ganadero (SAG), en el caso de Chile -donde es una especie protegida por la Ley de Caza-, se le puede ver desde la región de Coquimbo hasta la de Magallanes.

En Chile, el coipo es una especie protegida.

Los ambientes acuáticos como los humedales, pantanos, ríos, lagunas o esteros son sus sitios preferidos para estar. Si bien también se le puede encontrar en aguas saladas o en la costa, eso es menos frecuente.

Con respecto a sus hábitos, este animal se caracteriza por pasar su día en parejas, aunque también puede hacerlo en grupos.

Mientras está en el agua se desplaza rápidamente, gracias al impulso de sus patas posteriores, y procura solo mantener una parte de la cabeza y el lomo fuera del agua. Si identifica que existe alguna amenaza, puede sumergirse por completo durante varios minutos.

Para alimentarse, en los ambientes acuáticos se dedica a buscar hierbas y plantas, que luego corta rápidamente con sus incisivos fuertes. En esos mismos espacios es capaz de construir sus madrigueras con el fin de resguardarse, alimentarse y criar. Las estructuras pueden ser sencillas o con túneles subterráneos que se extienden por varios metros. Adicionalmente, se ha visto que construye plataformas flotantes en el agua.

El coipo cuenta con una gran capacidad de reproducción y puede llegar a tener hasta 3 camadas en un solo año, describe el Sistema de Información de Biodiversidad de Argentina. Luego de la gestación de aproximadamente 140 días, la hembra escoge una cueva para dar a luz a su camada. Las crías pueden abrir los ojos e incluso nadar a los pocos días de vida.

Se ha identificado que la especie también puede transmitir enfermedades o patógenos, lo que puede ser dañino tanto para la salud pública como para la biodiversidad. De acuerdo al gobierno de México, entre esas afecciones se cuenta la salmonelosis, encefalitis equina y leptospirosis.

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