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Foto: Jorge López

Felipe Pakarati, el pescador ciego de Rapa Nui

Ha dedicado su vida al mar y hoy enseña sus historias a los niños de Isla de Pascua. Sus vivencias y las de otras 21 personas ligadas al océano son parte de Chumbil, el último libro del escritor chileno Felipe Monsalve. Acá, adelantamos el capítulo sobre Felipe Pakarati.


QUEDÉ CIEGO

Los rapanui somos agricultores, pescadores, somos lo que podemos. Mi papá se dedicaba a todo eso, y mi mamá le ayudaba. También se hacía cargo de las cosas de la casa y trabajaba para algunos extranjeros que por alguna razón estaban acá en la isla, como lavar la ropa, hacer el aseo, cocinar; cosas así. Fuimos 18 hermanos, del mismo padre y madre. Nunca se separaron, hasta que se murieron. Eran buenos y bastante afectivos. Cuando tenía 28 años, quedé ciego. Por cosas que pasan en la vida; por enfermedad. Al poco tiempo me resigné y pude hacer trabajos como cualquier otro. Construí mi propia casa, planté mi propia parcela, construí mi propio bote, salí a pescar como todos. Al final, me contaban entre los mejores pescadores de la isla. Solo necesitaba a uno que manejara, pero yo hacía todo lo demás. Mi abuelo me enseñó. Él era un gran pescador. Se llamaba Timoteo Pakarati. Yo salía a pescar con él cuando cabro chico. Después salía con mi tío, hijo mayor de mi abuelo. Con él íbamos a hacer caminatas y a pescar atún.

PESCAR EN RAPA NUI

Aquí se pesca de muchas formas, también de manera artesanal. En esa época pescábamos atunes, pero eran más grandes y se encontraban por todas partes. Ahora todo tipo de pez en la isla es escaso. Y no es porque haya habido una mayor captura, bueno, también es una razón. Pero esto empezó a ocurrir después de la experimentación francesa con las bombas en Muroroa. En ese momento, se notó rápido el cambio. Al poco tiempo empezaron a desaparecer las algas marinas, que tenían kilómetros y kilómetros de extensión. Muchos peces dormían dentro de ellas, servían para protegerse de muchos depredadores. Debajo de esa cantidad de algas marinas crecían muchos peces. Pero después de lo de los franceses eso se terminó. Los peces se fueron en busca de algas y otros corales, que también han ido desapareciendo. Todo eso coincidió con esas pruebas de bombas en el mar. También la corriente del Niño, y ahora la Niña, están impactando en la zoología marítima de aquí. Nos ha perjudicado mucho.

Desde luego, los peces se han sacrificado porque ya no existe esa biodiversidad de recursos del mar. Sus fuentes de alimentación ya no están no más. Es como que aquí no llegara más pan. ¡Imagínate! Entonces, cuando no llega pan o no hay alimentos, comienza la búsqueda de otros lugares, de otros caminos. Aquí hay peces que son inmigrantes, y otros que son lugareños. Pero como falta el alimento marino que comían los peces lugareños, se arruinó la vida de la pesca. Se fueron. Un costo penoso para la biodiversidad marítima de aquí.

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Felipe Pakarati. Foto: Felipe Monsalve

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LA PESCA INDUSTRIAL

El tema de los industriales ha existido desde siempre; no es una cuestión de hoy. Puede que tengan que ver en todo esto, pero no creo que haya sido lo principal. Ellos están pescando hace siglos, por lo mismo, no creo que afecten tanto a la biodiversidad. Pero sí creo que en algunos casos han ayudado al desastre. Porque hay excesos, como esos barcos grandes que arrastran todo para adentro. Eso no se puede desconocer. Destruyen todo, como si pasara un chancho sobre nuestras hortalizas en las chacras.

El mar es sabio, y se regula solo. Si hay un exceso de toremo o de atún chico, especies que se comen miles de kilos de pequeños moluscos, cuando crecen viene otro pez más grande y se lo come. Luego los agarramos nosotros. Ese es el ciclo natural. Pero cuando no hay chicos ni grandes, el mar se sana solo, con el paso del tiempo. He visto eso varias veces.

Hoy en día hay tanta gente hablando y opinando, que ya nadie entiende nada. Las mismas mujeres se están metiendo a discutir temas que no conocen sobre el mar. Ellas no son pescadoras, y los que sí son pescadores se quedan callados. Aquí en la isla se han hecho las cosas muy mal. Hemos crecido en un rincón del mundo, con cierta gente que tiene pocos estudios. Si de repente, cuando existen estos problemas, todos se ponen a hablar, se meten las patas. Aquí la pesca es una fuente de economía para el pueblo, es una fuente de trabajo. Nadie llega a molestar aquí, excepto los barcos que vienen y los ilegales. Yo he tenido amigos en los barcos, ellos cuando persiguen un cardumen llegan hasta Filipinas, y muchas veces se dan vuelta el Pacífico.

La pesca es así, no es una actividad fija. A muchos les puede ir bien y a otros mal. Uno tiene que saber de la luna. Por ejemplo, yo conozco todos los fenómenos naturales que afectan las corrientes, los escondites, las mareas. Para qué hablar del viento, que también es un factor importante. Cada una de estas cosas afecta. Estas cosas se aprenden a través del tiempo. Se trabaja buscando estrategias. No es que no haya pescados, uno tiene que salir a pescar, a buscarlos. Es algo simple para uno, que ha observado por años su trabajo.

LOS CAMBIOS LLEGARON PARA QUEDARSE

Es verdad que el clima ha cambiado, también las temperaturas. El agua está más caliente, y para los pescados eso es malo. Un día como hoy puedo salir a pescar, pero tal vez para mañana ya no estarán. O incluso hoy mismo en la tarde, al caer el sol, ya no se encuentran. Los que hablan del clima y del tiempo dicen que cada ciertos miles de años pasa lo mismo, que el mundo y sus ciclos cambian lentamente, pero después se vuelven a recuperar. Para nosotros son las estrellas las que nos dicen todo, pero puede ser un susto para aquellos que no lo saben. Cuando pasan los cometas, sabemos que se inicia un nuevo ciclo. Eso siempre ha sido así, solo que ahora estamos viviendo un cambio grande, nada más. Pero esos cambios están ahí, y llegaron para quedarse. Solo tenemos que adecuarnos.

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Título: Chumbil

Autor: Felipe Monsalve

Sello: Grijalbo

Páginas: 212

Precio: $ 26.000

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TÉCNICAS ANCESTRALES

Depende del tipo de pesca, si es atún, sierra, u otros peces, es la manera en que debe usarse el cebo. Aunque aquí se pesca de noche, en el día también es posible obtener buenos resultados, dependiendo de la técnica.

Escribí un libro sobre el mar, la pesca y la alimentación en Rapa Nui. Cuento sobre la chacra que teníamos con mi abuelo, de la crianza de chanchos, lo que sacábamos y los trabajos que hacíamos. Hablo de los parceleros en esa época, que vivían de todo esto, y de nuestras costumbres. Ellos sobrevivieron muchos cambios bien fuertes. Nosotros tenemos que hacer lo mismo no más.

Ahora no salgo a pescar, porque este trabajo es sacrificado; el frío entra en los huesos, y ya estoy muy viejo. Por lo mismo, estoy trabajando en la aldea educativa como asesor cultural, enseñando mis historias y técnicas. También estoy escribiendo otro libro sobre Rapa Nui: cosas sobre el mar, algunos recuerdos de nuestra cultura, antes de morir.

Cuando uno no tiene conocimiento ni técnicas, comienza a hablar cabezas de pescado. Tú no puedes irte en contra de tu gobierno, o contra un poder más grande que tus propias fuerzas. Sobre todo en el caso nuestro, que no tenemos nada. Tenemos que respetar a las autoridades del país al que pertenecemos, porque si no, nos puede ir muy mal. Puede venir otro país u otra organización y nadie nos va a ayudar o defender, eso ya lo hemos visto. O Chile mismo se puede aburrir de nosotros. Sabemos que esta isla es nuestra, al igual que su economía, pero no vamos a faltar el respeto ni manifestarnos en contra del gobierno. No cometamos el error de creer que somos capaces de mantener esta tierra solos. En ningún caso deberíamos salirnos de Chile, porque sin este país estamos fritos. Es mil veces mejor con Chile que con cualquier otro país. Si estuviéramos con los norteamericanos, como la última vez vinieron, traerían quinientas mujeres jóvenes y harían desaparecer nuestra raza. Dicen que no hay doctores, que no hay esto, que no hay esto otro. ¿Y qué vamos a hacer? Estamos infinitamente mejor de lo que estuvimos. Hay cambios en curso y vienen más. Ha variado la forma de vivir, la biodiversidad del mar. Uno tiene que saber adecuarse y buscar la forma de ganarse la vida.

Si la pesca industrial estuviera apoderándose del país o de la isla, ni el gobierno ni los chilenos lo permitirían. Hay cosas que cambiar, mejorar y regular, claro. Pero sabemos que en el mundo también hay intereses, negocios y dinero. Hay que saber navegar con eso también, no hay que ser ingenuo para evolucionar.

* La presentación del libro se realizará el jueves 30 de mayo a las 19:30 horas, en la Corporación Cultural Las Condes.

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