En 1964, cuando The Beatles lanzó la canción "Eight days a week" (Ocho días a la semana), la expectativa de vida en Estados Unidos era de 70 años. Hoy esa cifra llega a casi ocho décadas. Tal como presagiaron Lennon y McCartney en ese tema, durante los últimos 50 años los norteamericanos obtuvieron, proporcionalmente, un día más de vida por semana. Ese es un ejemplo que utiliza en sus charlas alrededor del mundo el chileno Felipe Sierra, director de la división de biología del envejecimiento en los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos.
Sierra estudió bioquímica en la Universidad de Chile y en 1978 partió a la Universidad de Florida, en Estados Unidos, a cursar un doctorado. Aunque su idea original era regresar al país, conoció a Robin, su actual mujer, y los planes cambiaron: se fueron a Suiza. "No podíamos venirnos a Chile porque prácticamente no había ciencia", dice Sierra. En Europa estudió un posdoctorado, trabajó y se decepcionó de una multinacional suiza, volvió por cuatro años al país al Instituto de Ciencias Biomédicas (ICBM) de la Universidad de Chile, y de regreso a Estados Unidos llegó a ocupar su actual cargo, en el que lleva 12 años.
El trabajo de escritorio, las reuniones y el estudio de las moléculas en el laboratorio parecen no apaciguar su ímpetu. Sierra acaba de cumplir 66 años y dice que tiene energía para su "campaña personal", que consiste en recorrer el mundo para dar a conocer un nuevo concepto: la gerociencia. Este año visitó China, Australia, Estados Unidos, Israel, Europa, Singapur y entre el 18 y 21 de noviembre estará en Chile para dar charlas sobre este tema.
La gerociencia, explica Sierra, es un concepto y una propuesta de política pública a la vez. El investigador del Instituto Buck de California, Gordon Lithgow, fue el primero en acuñar el término, a mediados de los 2000, pero años más tarde, en 2012, Sierra ideó un enfoque propio para tratar el envejecimiento y como no encontraba un concepto para ponerle nombre, se acordó que su amigo Gordon, lo llamó y le pidió "permiso" para usarlo. "Él creó el término, pero yo tengo el púlpito", dice. De hecho, a Sierra sus colegas lo llaman Mr. Geroscience.
"Estoy tratando de promover esta idea, porque creo que es importantísimo para el futuro de la salud en el mundo y para que cambiemos lo que estamos haciendo en medicina, porque no nos está ayudando mucho", dice.
-¿Qué estamos haciendo mal y qué cree que deberíamos hacer?
-Nos estamos focalizando en la muerte y no en la salud. Todo nuestro esfuerzo va dirigido a contrarrestar las enfermedades que nos matan: las cardiovasculares, el cáncer, etc. Yo pienso que eso es como jugar Whac-A-Mole, ese juego donde tú tienes un montón de hoyitos, aparece el bicho en uno, le pegas, y después aparece en otro. Pero siempre vuelve a aparecer.
-¿A qué se refiere?
-A que hemos aumentado mucho la longevidad, un éxito en el siglo XX, pero eso ocurrió cuando las enfermedades eran originadas por microbios o bacterias. Hoy, en cambio, las enfermedades crónicas, como el cáncer o el alzhéimer, son más complejas y no tienen un origen externo a nosotros; son generadas por nuestro propio cuerpo, entonces obviamente no las podemos atacar de la misma manera.
-¿Y qué tiene que ver el Whac-A-Mole?
-Hay gente que estudia el cáncer, otros estudian la demencia, otros las enfermedades cardiovasculares, pero los adultos mayores no tienen ni la una ni la otra; tienen varias a la vez. Es lo que llamamos comorbilidad. A eso voy con el Whac-A-Mole: atacas una enfermedad, pero vas a seguir con las otras tres o cuatro. Por ejemplo, hemos tenido bastante éxito en las patologías cardiovasculares y una persona que podría haber muerto de un ataque al corazón ya no se muere, vive un poco más, lo que es bueno, pero vive con las otras tres o cuatro. Entonces, ese aumento de longevidad no está acompañado de un aumento en la calidad de vida.
-¿Qué plantea usted, entonces?
-Creo que hay que parar la guerra a la enfermedad equis. ¿Por qué con la edad aparecen todas estas enfermedades? No es por casualidad. Tampoco es porque se juntó daño a través del tiempo, porque el daño no aparece en forma lineal sino logarítmica al final de la vida, debido al proceso de envejecimiento –que no es lo mismo que el paso de los años-, que debilita nuestra capacidad de responder a estos desafíos. Entonces el principal factor de riesgo de estas enfermedades, por lejos, es el envejecimiento propiamente tal. Si aceptamos eso como un hecho, si atacamos el envejecimiento en vez de la enfermedad, podremos postergar todas las enfermedades, no una sola. Tendremos un resultado mucho más eficaz, porque vamos a retardar todas las enfermedades y las dolencias que vienen con el envejecimiento.
-¿Este es un enfoque reciente?
-La gerociencia aparece ahora porque hace 20 años estábamos en pañales en cuanto a entender cuáles son los mecanismos moleculares y celulares que llevan al envejecimiento, pero en los últimos 20 años ha habido una explosión de conocimiento, y ahora sabemos que hay un puñado de procesos involucrados. Cuando los manipulamos en animales de laboratorio, logramos que vivan más y con mejor salud, y eso es lo que queremos. No estamos atacando ninguna de sus enfermedades, atacamos el envejecimiento y, por lo tanto, no desarrollan esas patologías.
-¿Qué significa atacar el envejecimiento?
-Hasta ahora, lo que sabemos que funciona es el ejercicio y la dieta. El ejercicio aumenta la calidad de vida y evita algunas enfermedades, sin embargo, no aumenta la longevidad, lo que es un poco perplejo porque si eliminas las enfermedades deberías vivir más, pero no. Y aún no sabemos por qué. Lo otro es la dieta. Sabemos que la dieta paleolítica y todas esas dietas son patrañas, no tienen base científica, pero hay cosas que sí la tienen. La más clásica, que conocemos hace 90 años, es la restricción dietética: si a cualquier animal le disminuyes la cantidad de calorías en un 40%, el animal vive más y con menos patologías. Ahora, eso mucha gente no lo va a hacer.
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Foto: Gentileza Felipe Sierra
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-¿Por qué no?
-Yo, personalmente, prefiero morirme unos 20 años antes, pero haber comido como la gente, así de simple, je. Se están descubriendo alternativas, pero no tenemos certezas aún. Una es comer según el ritmo circadiano, como la dieta 18/6, en la que puedes comer todo lo que quieras, pero sólo durante seis horas y las otras 18 las pasas en ayuno.
-¿¡Dieciocho horas en ayuno!?
-Personalmente lo he hecho y no es tan terrible como uno piensa. Dejas de comer tipo 7, en la noche no comes más, no tomas desayuno y almuerzas tipo una. Con eso ya estás. No es imposible, pero te vuelvo a recalcar, esas son las cosas que sabemos. Se ha descubierto que cuando uno le da menos comida a un ratón está muerto de hambre y cuando se la das, la come super rápido, entonces el ratón pasa tres horas comiendo y 21 horas esperando la comida. Con ese experimento se concluyó que con ayuno uno podía comer todas las calorías que quisiera y vivía más y mejor.
Vivir con salud
"Healthspan" es otro concepto que acuñó Sierra hace más de una década y que se refiere a la vida con buena salud. Es lo que se logró desde principios del siglo XX, explica el bioquímico, cuando el promedio de vida era de 47 años, gracias a las políticas que proveyeron de agua potable y servicios básicos a la población, lo que permitió controlar las enfermedades infecciosas. "Evitamos que la gente muriera a los 30 años, y así tenía otros 30 o 40 años por delante de vida sana. Pero a fines de ese siglo llegamos a 75 años, y de ahí en adelante los aumentos son de gente que ya está mayor y que tiene múltiples enfermedades. Eso quiere decir que el aumento en la calidad de vida, lo que llamamos 'healthspan', ha sido menor que el de la longevidad".
-¿Longevidad y calidad de vida debieron ir de la mano?
-El ideal sería eso: nadie quiere vivir hasta los 120 si te vas enfermar a los 70. Yo sólo quiero vivir hasta los 120 si me voy a enfermar a los 110, sino prefiero morir a los 80.
-Se habla mucho de la expectativa de vida, pero qué pasa con el deseo de vivir, ¿cree que la gente quiere vivir tantos años?
-Te respondo con una pregunta: ¿te gustaría estar muerto a los 47? Yo ya estaría muerto hace tiempo. Nadie se opone a que hayamos alargado la vida de los 47 a los 75 u 80 años, pero si la alargamos, que sea con buena calidad de vida. Ahora, eso conlleva un problema serio a nivel social, porque si te jubilas a los 65 no es razonable vivir hasta los 100. ¿Te vas a pasar 35 años mirando televisión? No. Hay que desarrollar un proyecto que incorpore la arista social, psicológica, afectiva, emocional y económica. Estamos hablando de palabras mayores.
-¿La gerociencia incorpora esos aspectos?
-Yo soy bioquímico y estoy trabajando a nivel molecular, lo que tiene efectos secundarios que son importantes, pero no los puedo abordar yo, porque no tengo las herramientas. Puedo tratar de impulsar que lo hagan otros. Ojalá este tema se discutiera en todas las facultades, porque hoy hay más gente mayor de 65 que niños menores de 5 años. Como especie nunca lo habíamos visto y hoy no sabemos cómo enfrentarlo.