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Asistentes del taller para hombres de tejido en técnicas palillo y crochet realizado en el Centro Gabriela Mistral. Foto: Juan Farías

El grupo de hombres que teje para derribar estereotipos de género

Enseñan a otros, y así visibilizan el derecho de hombres y mujeres a hacer lo que quieran, sin prejuicios. Hacen talleres y actividades públicas con las que buscan promover la inclusión, diversidad y respeto social.


"No actúes como niñita". "Eso es de mujeres, no juegues con eso". Son, entre tantas, algunas frases que los niños escuchan al crecer cuando se acercan a un espacio para ellos vetado: el mundo femenino.

Si desean ser parte de lo "exclusivo" para niñas, lo hacen en privado. Así evitan conflictos y rechazo, admite César Henríquez, que cuando era niño todos los inviernos le pedía una bufanda a su mamá, "hasta que ella tuvo menos tiempo y le pedí que me enseñara a hacer una".

Tenía ocho años cuando aprendió hacer su propia bufanda. Y aprendió también a reconocer que su entretención no correspondía socialmente a lo que se esperaba de él. "Salió un conflicto con mi padre, no le gustaba que realizará ese tipo de tareas, y mi mamá salía en mi defensa".

Hoy Henríquez es secretario y tesorero de la comunidad Hombres Tejedores. El proyecto partió a fines de 2015, cuando asistía a un taller de tejido y con otros alumnos decidieron formar el grupo para enseñar a otros.

El 13 de junio de 2016 acordaron celebrar el Día Internacional del Tejido, convocando a "tejer al aire libre" frente al Museo de Arte Contemporáneo. "Fueron cerca de una docena de personas", recuerda Henríquez.

Así comenzaron a reunirse y a organizar actividades para dar a conocer el oficio. Labor que además coincidió con las marchas y movimiento sociales en contra de la violencia hacia las mujeres y decidieron emplazar a más varones mediante el tejido, a "bajar las revoluciones" y a reflexionar sobre la masculinidad actual.

"Cuando te pones a tejer, como estás haciendo una tarea repetitiva, encuentras solución a los problemas. Bajan las revoluciones al ir contando los puntos, concentrado te estás sacando toda la mochila y carga que tienes encima", dice Henríquez.

El grupo fue creciendo. Actualmente son nueve integrantes los que organizan distintas actividades. Hacen talleres de tejido a palillo y crochet en municipalidades, y otros lugares como el Centro Gabriela Mistral.

Y el tejido crece: otros miembros han creado grupos de tejedores en Argentina y Portugal.

Hebra común

Al reunirse con otros hombres, se repiten relatos similares sobre sus acercamientos a las lanas y ovillos. "Muchos empezaron a tejer de niños, mirando a sus madres, otros en secreto, porque es un oficio ligado netamente sólo a las mujeres", cuenta Henríquez.

Por eso, quieren demostrar que cualquiera puede realizar un oficio, independiente del género. "Romper estereotipos nos transforma en una sociedad más inclusiva y tolerante", se lee en los lienzos que colocan cuando tejen en la calle, donde reciben felicitaciones y también insultos.

Tejer es la metáfora que usan para hacer visible el derecho a hacer lo que quieran hacer. "No deberíamos vivir bajo prejuicios sociales o estereotipos de género", señala Henríquez.

Activismo de género

En los roles de género hay tareas muy marcadas como propias de hombres o mujeres, explica Francisco Aguayo, psicólogo e investigador en masculinidad. Poreso, cuando el otro génerolo hace, se considera transgresor.

"¿Qué pasa si a un hombre le gusta tejer? Tradicionalmente le resta hombría. Es un buen ejemplo de lo absurdo que son estas visiones de género, pero muestra lo presente que están y que incluso pueden llegar a la violencia", sostiene Aguayo.

Y no se trata solo de involucrarse en tareas femeninas, agrega Aguayo, lo transforman en activismo contra el machismo. "Hay un gran cuestionamiento a las nociones tradicionales de género en algunos ambientes, expresión de que hay unagran necesidad en nuestra cultura de cuestionar el patriarcado".

Sin embargo, dice Aguayo, cuando las mujeres hacen una transgresión así, no tienen la misma tribuna: "Hay un tratamiento sexista. Si las mujeres entran en territorio masculino no reciben tanta atención. Las mujeres han tejido toda la vida y los hombres entran a tejer, y se les aplaude. Eso tiene que ver con la tradición de privilegio de los hombres, por eso es bueno que aprovechen ese espacio y tengan un discurso político".

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