Andrea Robin Skinner, una de hijas de la fallecida escritora canadiense Alice Munro, contó que su padrastro abusó sexualmente de ella durante su infancia y que pese a que su madre se enteró, decidió quedarse con él.
El hecho salió a la luz a dos meses de que Munro, quien ganó el premio Nobel de Literatura en 2013 y fue una de las escritoras contemporáneas más destacadas, falleciera a los 92 años de edad.
En un ensayo que publicó en el diario The Toronto Star el domingo pasado, Skinner expuso que los episodios de abusos comenzaron cuando ella tenía 9 años, y su padrastro, más de 50.
El relato de la hija de Alice Munro por abusos de su padrastro
La llamada “Chéjov canadiense” se casó en la década de 1950 con el librero James Munro, con quien tuvo tres hijas. En 1976 volvió a contraer matrimonio, pero con el geógrafo Gerald Fremlin.
De acuerdo al relato de Skinner, el verano de ese mismo año visitó a su madre en su casa de Clinton, Ontario. Fue la primera vez en que su padrastro abusó sexualmente de ella.
Skinner le contó de ese episodio a su madrastra, Carole, y su padre también terminó por enterarse. Sin embargo, él decidió que no le comentaría la situación a la escritora. Si bien inicialmente eso hizo sentir aliviada a la entonces niña, pronto eso cambió: se sentía en completa soledad por lo que estaba ocurriendo.
Los episodios de abusos se repitieron al menos hasta que la hija de Munro llegó a la adolescencia. En su ensayo publicado en The Toronto Star, la mujer explica que Gremlin le hacía bromas de índole sexual, le mostraba sus genitales en medio de viajes en auto, le señalaba qué otras “niñas del vecindario le gustaban” e incluso le hablaba de la vida sexual de su madre.
Durante muchos años guardó hermetismo sobre esta situación que le dejó múltiples problemas de salud. Hasta que en 1992 decidió contárselo a su madre, para lo cual le escribió una carta.
La ganadora del Premio Nobel de Literatura reaccionó de la misma manera en que Andrea lo esperaba, tal como “como si se hubiera enterado de una infidelidad”.
“Ella dijo que le había ‘dicho demasiado tarde’, que lo amaba demasiado y que nuestra cultura misógina era a lo que debía culpar si esperaba que ella negara sus propias necesidades, se sacrificara por sus hijos y compensara los fracasos de los hombres. Ella insistió en que lo que había sucedido era entre mi padrastro y yo”, describió. Debido a esa respuesta, decidió distanciarse definitivamente de su madre.
Fremlin también escribió cartas a la familia donde reconocía las agresiones sexuales que había cometido, pero al mismo tiempo culpó a Skinner de esos hechos, asegurando que ella se metía a su dormitorio.
Si bien Munro abandonó por un tiempo al geógrafo y se fue a vivir a un departamento en British Columbia, pocos meses después volvió con él.
En 2005, tras leer una nota de The New York Times en que Munro elogiaba su relación con Fremlin, Skinner contactó a la Policía de Ontario y entregó las cartas en que el hombre reconocía los abusos. Se declaró culpable de un cargo de agresión indecente y fue sentenciado a dos años de libertad condicional.
La escritora canadiense se quedó con su esposo hasta que él murió en 2013.
“Lo que quería era algún registro de la verdad, alguna prueba pública de que no merecía lo que me había pasado. También quería que esta historia, mi historia, formara parte de las historias que la gente cuenta sobre mi madre, que confrontada con la verdad de lo que había sucedido, eligió quedarse con mi abusador y protegerlo”, describió Skinner en su ensayo.
La revelación ha dejado conmocionado al mundo literario debido al prestigio que rodeaba a Munro. En su cuenta de X (antes Twitter), la escritora estadounidense Joyce Carol Oates señaló que “es bueno que Andrea finalmente haya contado su historia y es trágico que haya sido negada/suprimida durante tanto tiempo”.
Desde Munro Books, librería fundada por la familia Munro y que desde 2013 tiene otro dueño, expresaron públicamente su apoyo a Skinner y también señalaron que necesitaban “tiempo para asimilar esta noticia”.
Mientras tanto, el biógrafo de la escritora canadiense, Robert Thacker, confesó a la agencia AP que desde hace años estaba enterado de los abusos del padrastro de Skinner. Sin embargo, decidió no incluirlos en su libro porque era un “análisis académico de su carrera”.