No hay que ser un observador muy agudo para divisar una hoja de árbol a la orilla de la autopista de Casablanca, en Marruecos, a la salida del aeropuerto. Especialmente si esta hoja con nervadura de acero tiene 17 metros de alto, 7 de ancho y pesa casi 100 toneladas. Es una escultura y se llama "La hoja de ruta", una obra enorme realizada por Ikram Kabbaj, una de las escultoras más destacadas del mundo árabe, quien visita Chile para participar, junto a otros artistas extranjeros y nacionales, en un simposio internacional de escultura.

Desde mediados de los 80, esta artista marroquí ha estado explorando formas y materiales que van de la cerámica a la piedra o el mármol, además del metal, realizando trabajos en su país y fuera de él: obras suyas se encuentran en Turquía, Vietnam, España, Francia, Gran Bretaña, Suecia, Estados Unidos, Corea, Bélgica o China. Después de estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Casablanca (ciudad en la que nació en 1960), Ikram Kabbaj siguió su formación académica en París. Pero vive y trabaja en su país natal, donde es la única escultora mujer.

"La escultura es un arte al aire libre", decía el artista inglés Henry Moore. Y agregaba: "Preferiría tener una pieza de mi escultura puesta en un paisaje, casi cualquier paisaje, que en o sobre el edificio más hermoso que conozca". Esta afirmación podría ser fácilmente apoyada por Ikram Kabbaj, quien es una decidida abanderada de la integración de las obras escultóricas en los espacios públicos, además de una defensora del desarrollo de museos al aire libre en Marruecos para acercar la comunidad al arte.

Única

La artista marroquí es una de las invitadas al sexto Simposio Internacional de Escultura que se está desarrollando en Santiago. Un evento abierto y gratuito que también pretende acercar la comunidad al arte, entre el 7 y el 21 de octubre en el Parque de las Esculturas de Providencia. Trece artistas de nueve países esculpirán sus obras y se los podrá ver en acción. Ikram Kabbaj realiza una obra en mármol llamada "Erosión".

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Ikram Kabbaj

Foto: Nicolás Ábalo

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-¿De qué se trata esta escultura?

-Se llama "Erosión" porque se refiere a la acción de desgaste y transformación cuando las contingencias reducen los fundamentos a lo esencial de las cosas. Representa la visión de un futuro hecho de optimismo y acunado en el sueño de un mañana mejor.

-Junto a usted, entre los invitados internacionales, hay varias mujeres. Y en Chile también existe una tradición de escultoras. ¿Ha visto esto en otros lugares?

-Ciertamente. Durante los Simposios de Escultura en los que he participado por las cuatro esquinas del mundo (en Líbano, Turquía, Siria, España, Italia, China...), tuve la oportunidad de conocer escultoras extraordinarias.

-¿Cuántas mujeres escultoras hay en su país?

-No quiero jugar a mostrarme presuntuosa y declarar que soy la única mujer escultora en Marruecos, porque es posible que talentos nacientes intenten surgir en un sector que es de difícil acceso. Sin embargo, que yo sepa, sería la única artista mujer que dedica su creación exclusivamente a la escultura, de manera continua y profesional.

-¿Alguna explicación?

-Varios factores desalientan a los futuros artistas de la escultura, incluida la dificultad de su práctica, la escasez de compradores, la falta de una política pública.

-¿Es difícil ser una mujer escultora en el mundo árabe?

-Tan difícil como ser un hombre escultor en el mundo árabe.

-¿Y por qué es difícil ser escultor, hombre o mujer, en el mundo árabe?

-Hay lagunas en las políticas culturales y la importancia del arte en el paisaje urbano en algunos países es inexistente. Además, la ley del 1% (disposición legal francesa que asocia las obras de artistas visuales con la creación arquitectónica) no existe en la construcción de edificios públicos en el mundo árabe. Pero las dificultades son las mismas que las de los escultores en Europa o América.

Amor al mármol

-La escultura generalmente se considera un trabajo exigente en el plano físico, muy duro. ¿Es sólo un prejuicio?

-La escultura de materiales presenta una resistencia a los esfuerzos de realización de la obra, obsesionando al artista. Y eso exige de ella (y él) un esfuerzo continuo tanto intelectual como físico, superando el espíritu del artista. Esto, creo yo, no es un prejuicio ni un mito. Esculpir materiales resistentes, después de todo, es un desafío para el físico del artista.

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Ikram Kabbaj

Foto: Nicolás Ábalo

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-Pero modelar arcilla no es lo mismo que tallar piedra. ¿Qué es lo más importante en la escultura, más allá del material?

-La acción de modelar una sustancia de arcilla, de cera, de yeso o de algún material maleable para darle una forma determinada depende, en mi opinión, de la adopción de un enfoque artístico, de una orientación estética.

-En su carrera, ¿qué cambios ha tenido en cuanto a los materiales trabajados?

-1998 fue para mí un año decisivo en la apertura de los horizontes creativos, porque con motivo de mi participación en un simposio en Rachana, en el Líbano, adopté la escultura en piedra y en mármol que, desde entonces, he desarrollado en varias dimensiones y formas, y la propuse a la apreciación del público en los parques de esculturas resultantes de los simposios y en lugares semipúblicos.

-¿Cuáles son sus materiales favoritos actualmente?

-Tengo una predilección particular por el mármol, por su textura cuarzosa y por los matices de las formas que da a la mirada de acuerdo con la luz, el punto de vista y el envejecimiento de la obra. También tengo la misma predilección por el metal, que me permite crear obras imaginadas, sin restricciones.

El arte y el público

-Una de sus obras más famosas es de acero y es inmensa: La hoja de ruta. ¿Tiene especial importancia?

-Ese trabajo monumental tiene una importancia particular para mí. En primer lugar por su visibilidad, al borde de las carreteras más transitadas de Marruecos. Luego, y especialmente, porque es el fruto de un encargo público de la Sociedad de Autopistas de Marruecos, que gané como resultado de un concurso. Finalmente, porque su concepción y realización demuestra que una pequeña mujer es capaz de producir obras grandiosas.

-Las grandes esculturas implican dificultades comerciales: es más difícil venderlas y exhibirlas. ¿Le preocupa eso?

-Es cierto que es difícil encontrar compradores para esculturas de grandes dimensiones, ya que no es posible exhibirlas en galerías de arte. Pero son los riesgos del oficio y las posibles desventajas de las elecciones estéticas del artista. Dicho esto, es necesario seguir esperando un despertar cultural que desarrolle un orden público y una diversificación de las opciones de los coleccionistas particulares.

-Usted es una defensora de la integración de la escultura en espacios públicos. ¿Por qué?

-En 1987, cuando regresé de París, donde estudié, monté mi primera exposición de esculturas de metal en una calle peatonal en Casablanca. Vi cómo la gente interactuaba con estas obras. Inmediatamente me convencí de la necesidad de recrear las oportunidades de estas interacciones entre la obra y el público, tan diferente de la contemplación de obras en museos, inexistentes en ese momento en Marruecos. La escultura ocupa un espacio importante en mi existencia, pero en mi país el lugar ocupado por la escultura es desafortunadamente muy modesto, ya que nuestra modernidad no parece querer abrazar este arte. Por eso, más tarde tomé la causa e hice campaña por la integración de la escultura en los espacios públicos, compartiendo mis convicciones con quienes toman decisiones en el arte, la planificación urbana, el medioambiente y el desarrollo de las ciudades. Tuvo repercusiones inesperadas. Ya se han realizado seis simposios internacionales de esculturas -en El Jadida (2000), Tánger (2001), Fez (2002), Esauira (2003), Tarudant (2011) y Arcila (2018)-, con seis parques de unas cincuenta esculturas al aire libre entregadas al dominio público marroquí.

-¿El arte debe ser accesible para todos?

-El arte, en su sentido más amplio, es accesible para todos. Está en cada esquina, en cada desvío, en los palacios como en las casuchas más modestas. Sólo le falta la mirada capaz de caer sobre él con asombro y deleite. Dicho esto, los museos que "secuestran" las obras de arte de la humanidad deben abstenerse de discriminar al público sobre la base del poder adquisitivo de un boleto de acceso y permitir entrada gratuita a quien lo desee.

-Si no hubiera sido escultora, ¿a qué se hubiera dedicado?

-La verdad, no me veo en ninguna otra cosa.