Lo que nosotros hacemos en el gimnasio Box Training CF, acá en Chillán, se llama crossfit, una disciplina estadounidense basada en ejercicios funcionales ejecutados a alta intensidad. Siempre nos hemos caracterizado por tener buena convivencia con cada persona que viene al centro y compartimos constantemente, más allá de los entrenamientos. Eso es lo que nos diferencia de un gimnasio común.
A principios de marzo la contingencia no era como ahora, no había nada, ninguna medida extrema. Sabíamos de los contagiados que ya habían aparecido en Talca, pero estaban controlados. Sin embargo, como medida de precaución se habilitó una mayor limpieza de los implementos: pesas cuerdas, barras y todo lo que utilizamos. También compramos alcohol gel para poner en la entrada y seguimos funcionando normalmente puesto que no había ningún caso en la región.
Todo comenzó porque un alumno fue a Perú y al llegar a Chile no le hicieron ninguna prueba en el aeropuerto, sólo unas preguntas y firmó una declaración jurada. Además, tampoco le dieron la instrucción de hacer cuarentena. Por esto, al no presentar síntomas hizo su vida normal y fue a entrenar.
En Box Training CF realizamos clases cada una hora, por lo que él asistió el lunes 9 de marzo, a las 8:30 de la tarde, y el martes 10 de marzo, a las 7 de la tarde. El miércoles 11 de marzo no fue, ya que este día comenzó con los síntomas en su casa y acudió esa misma noche a urgencias de la Clínica Chillán. Le hicieron los exámenes y en la madrugada del jueves 12 de marzo le arrojó positivo.
Él me había comentado que había asistido al médico, ya que tenía una gripe. Luego me dijo que le harían las pruebas de coronavirus porque había viajado. Ahí quedé atento. Yo sabía que los exámenes tomaban tiempo, pues en Chillán no hay laboratorios especialistas en eso, así que enviaron las pruebas a Concepción. Cuando supo, recibí su mensaje diciendo: “Coach, di positivo en el coronavirus. Por favor avise a toda la comunidad que asistió durante esos días. Tienen que cuidarse y mantenerse en cuarentena”. Esa fue la indicación que el especialista le dio a él. Lo primero que pensé fue en avisar lo antes posible a través de las redes sociales.
Al otro día llamé a la Seremi de Salud de Ñuble. Me contacté con dos personas y vino el grupo de epidemiología. La Seremi nos apoyó bastante y ellos me dieron la indicación de que buscara los nombres de las personas que asistieron el lunes, martes y miércoles para avisarles por vía telefónica. Estos fueron 150 alumnos. El domingo 15 de marzo ellos llamaron uno a uno, aunque algunos aún esperan a que los llamen.
La medida que tomé por cuenta propia fue, el mismo jueves, cerrar para que se hiciera una limpieza profunda del centro. Desde ese momento las puertas no se abrieron y no se abrirán hasta que no quede ningún infectado. Cuando den el alta nacional ahí recién lo haré, y si tengo que esperar tres o cuatro meses, no cambiaré de opinión, porque en primer lugar está la salud de todos.
Nunca se me pasó por la cabeza que esto se iba a propagar tanto y que iba a ser tan contagioso. Día a día los infectados en el centro fueron aumentando, llegaron a ser 25 aproximadamente. Me mantengo en contacto con la gran mayoría de ellos y les pregunto día por medio cómo se encuentran. El 90% está bien, un par con fiebre y otros con síntomas respiratorios.
Lo bueno de esta comunidad es que son todos muy responsables y muchos de ellos se encuentran en cuarentena. Hay algunos que lamentablemente no pueden faltar a sus trabajos porque el jefe no les ha dado la autorización, pero a los que se les da la posibilidad están en casa con licencia legal. Debido a esto, ahora decidí mandar rutinas individuales a cada uno. Así también puedo mantener mi hogar, que es lo más difícil después de esto, ya que es mi trabajo, la fuente de ingreso como familia.
“La medida que tomé por cuenta propia fue, el mismo jueves, cerrar para que se hiciera una limpieza profunda del centro. Desde ese momento las puertas no se abrieron y no se abrirán hasta que no quede ningún infectado”.
Nosotros, y el alumno que llegó infectado, no tuvimos la culpa de la propagación a nivel regional. Son hechos fortuitos que le pueden ocurrir a cualquier persona; pudo pasar en un pub, en un concierto, en otro lugar. El gobierno es el que no está tomando los cuidados adecuados para prevenir y frenar los contagios. Yo tengo más de 200 alumnos y no iba a estar preocupado de él; yo ni sabía que había viajado a Perú.
El chico ha sufrido mucha discriminación y bullying por el tema, haciéndolo sentir culpable. Le dicen que cómo fue tan tonto, cómo no tomó las precauciones. A él no se le dijo nada y por eso siguió con sus actividades normales. Además, en Chillán no había nadie con coronavirus y, al ser una ciudad chica, estábamos todos tranquilos.
Las medidas de seguridad en el aeropuerto siguen siendo deficientes. Hace poco llegó un alumno que viajó a Colombia y, como tengo todo este tema en la cabeza, le pregunté cómo era el sistema. Me respondió que sólo le hicieron unas preguntas, y tampoco le dieron la instrucción de hacer cuarentena. Él, para prevenir, volvió a Chillán y no salió más por su cuenta.
Me siento tranquilo porque hice todo lo que estuvo a mi alcance. Actué de la mejor forma posible, aunque creo que todos somos un tanto ignorantes en este tema. Si hubiera pensado sólo en mí y mi situación económica, el local no se habría cerrado instantáneamente, no habría fumigado el centro completo. A mí nadie me clausuró como dijeron en algunas partes, yo lo decidí porque tengo valores y mis alumnos lo saben.