Jean-Michel Basquiat, el artista que pasó de grafitear en las calles de Nueva York a convertirse en el más valorado del mundo
El artista de ascendencia haitiana y puertorriqueña conquistó la Gran Manzana a través de su particular estilo, cargado de calaveras, coronas y una visión distorsionada del cuerpo humano. Este es el relato de cómo se consolidó uno de los nombres más importantes del arte contemporáneo, quien cautivó a otras figuras como Andy Warhol mediante sus creaciones.
Si Jean-Michel Basquiat estuviese vivo en la actualidad, hubiese cumplido 62 años este 22 de diciembre, pero a pesar de que logró convertirse en el artista más influyente de la historia, no alcanzó a vivir ni la mitad de esa edad.
La leyenda en torno a su figura es extensa. No solo porque cautivó al máximo exponente del arte pop, Andy Warhol, sino que también porque sus obras aún alcanzan precios exorbitantes a décadas después de su muerte, a causa de una sobredosis el 12 de agosto de 1988, cuando tenía 27.
En 2018 la casa de subastas Sotheby’s vendió su cuadro Sin título (1982) por una suma de $110.5 millones de dólares, cifra que en ese periodo se posicionó como la más alta conseguida por un estadounidense y que si se traduce en pesos chilenos, daría un monto de más de 96.000 millones.
Aquella creación reflejó una de las obsesiones más grandes de Basquiat al momento de plasmar sus ideas: una calavera creada por trazos gruesos y decorados junto a una amplia cantidad de colores.
Si bien, hoy es un referente cultural que se ha mantenido en el ojo de las tendencias, el camino para consagrar su nombre no fue fácil, mucho menos, dotado de enseñanzas académicas. No asistió a la universidad ni terminó la media escolar, se construyó recorriendo las calles de Nueva York con unas cuantas latas de aerosol entre sus manos.
Los inicios de Basquiat, el artista negro más valorado de la historia
Nació en la Gran Manzana el 22 de diciembre de 1960, como el primero de tres hermanos. Su padre, un contador haitiano-estadounidense llamado Gerard Basquiat, solía llegar de la oficina con hojas de papel para que su primogénito se divirtiera, esbozando dibujos de lo que ocurría en su mente.
Asimismo, su mamá de ascendencia puertorriqueña, la diseñadora gráfica Matilde Andrades, se preocupó de incentivarlo en el mundo del arte desde que era un infante, hasta el punto en que lo llevaba a ver exposiciones en los museos de la ciudad. Según declaró el artista en numerosas oportunidades, ella fue su máxima inspiración.
Pero el camino de Basquiat hacia la escena artística de Nueva York enmendó su rumbo cuando tenía 17 años, momento en que fue expulsado de la escuela superior City-As-School por problemas de conducta.
Fue ahí cuando decidió salir a las calles con su amigo y ex compañero de clases Al Díaz, para así pintar grafitis bajo el seudónimo SAMO (Same old shit, “la misma mier… de siempre”, en español).
En palabras que el director del Pérez Museum de Miami, Franklin Sirmans, dijo a la BBC, “no tenía una galería, así que convirtió los trenes subterráneos y las paredes (...) en la suya”.
Un inesperado encuentro con Andy Warhol
Por esa misma época, en 1978, también tuvo su primer acercamiento a Andy Warhol, uno de sus ídolos que ya era ampliamente reconocido en el circuito.
Al percatarse de que él y el crítico de arte Henry Geldzahler estaban comiendo en un restaurante de Soho, se les acercó para ofrecerles unas postales que diseñó. Si bien, el escritor lo rechazó rotundamente, el autor de las Latas de sopa Campbell (1962) le compró una, sin sospechar que más adelante se convertiría en un referente de la escena neoyorquina e, incluso, en su nueva inspiración.
Con el paso de los años, la firma de Basquiat ganó cada vez más popularidad. Su particular estilo, cargado de calaveras, coronas e interpretaciones distorsionadas del cuerpo humano, cautivó a los coleccionistas y aficionados del arte, tanto que estaban dispuestos a pagar miles dólares por un artículo confeccionado por él.
Ya en 1981, a los 21 años, pasó de vivir en las frías calles de Nueva York tras dejar la casa de sus padres a ser uno de los nombres más cotizados de la esfera, para luego exponer sus cuadros en los museos más importantes de la ciudad, tales como el de Arte Moderno y el Whitey de Arte Americano, entre otros.
También fue pareja de Madonna por un breve periodo en 1982, justo antes de que la diva saltara al estrellato con su debut homónimo, mientras que consolidó una cercana amistad con Warhol, la cual los llevó a estrenar una exhibición en conjunto en 1985.
En palabras que el artista pop escribió en su diario, el cual fue revisado por el citado medio, “Jean-Michel me hizo pintar diferente”. Pero aun así, la exposición fue un fracaso a ojos de la crítica, lo que afectó la relación entre ambos.
La caída de un referente
Los últimos años de Basquiat estuvieron marcados por la fama y una serie de excesos que atentaron contra su salud física y mental. Sus problemas relacionados al consumo de drogas eran recurrentes y desproporcionados, tanto que incluso el mismo Warhol, además de sus más cercanos, le advirtieron que moriría si seguía así.
Por desgracia, eso fue lo que ocurrió. El 12 de agosto de 1988 fue encontrado muerto a causa de una sobredosis, la cual puso fin a la confección de nuevos cuadros, pero no así a su legado.
“Era un genio precoz, que hacía obras para un mundo que no necesariamente lo entendía”, declaró Sirmans a la BBC, “sus obras no solo son piezas de arte únicas, sino que tienen la capacidad de traducir los problemas y preocupaciones de la época en un sentido contemporáneo e histórico muy profundo”.
A 34 años de su fallecimiento, Basquiat sigue posicionado como el artista negro más influyente en la historia contemporánea, además de como un ícono pop que todavía marca tendencias por todo el mundo.
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